Marina Lobo. Foto: Planeta

Marina Lobo. Foto: Planeta

Letras

Marina Lobo convierte la precariedad laboral en una comedia feroz

La humorista debuta en la narrativa con 'La mejor empleada del mundo', una sátira 'millennial' cargada de ritmo, WhatsApps y venganza contra el sistema.

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La narrativa es la base necesaria para construir el relato que necesita una comedia. Si esta persigue la crónica de una época, debe empezar por la elección de un aspecto de su realidad cotidiana –la situación laboral de los millennials, por ejemplo–, más fácil de abordar si la mirada crítica que recae sobre este –como es el caso– se mueve a sus anchas por un territorio que nos muestra desde dentro.

La mejor empleada del mundo

Marina Lobo

Temas de Hoy, 2025. 304 páginas. 19,95 €

Si además opta por ubicarse en un ángulo humorístico que le permita investir su discurso con la acidez propia de la sátira, el efecto perseguido será provocar la risa exagerando los elementos esenciales en un relato: trama, situaciones y personajes.

De hecho, en todas las épocas, todas las generaciones han recurrido a múltiples registros para contarse. Un grupo de jóvenes de los 80 expresó el desconcierto de su búsqueda de un lugar en el mundo en la representación teatral de Alonso de Santos, Bajarse al moro (1985).

En los 90, una pandilla de amigos más acomodados canalizó el desencanto y cierto vacío existencial a través de la realidad reflejada en Historias del Kronen (1994), de Mañas. Y en este siglo, sobre los millennials, sus aspiraciones y limitaciones, tampoco faltan ficciones.

La mejor empleada del mundo es el debut narrativo de la humorista Marina Lobo (León, 1992), licenciada en Periodismo, además de guionista entrenada en componer en clave de humor el relato de la actualidad. Su propuesta aquí se presenta con los recursos del stand-up, género humorístico en el que el personaje protagonista expone, a través del monólogo, su biografía colmada de adversidades.

Del argumento podemos avanzar lo justo: Carla, una joven de 32 años –trasunto de la autora– es aquí la conductora de un discurso ininterrumpido, articulado en 29 capítulos y un epílogo, correspondientes a situaciones etiquetadas con palabras, emoticonos o enunciados breves, todos sugeridores de lo que nos depara ese momento de su peripecia vital.

Desde el presente más actual da cuenta de su condición de empleada de una tienda de moda en el centro de Madrid, y de cómo un episodio con una clienta desató su ira de tal manera que las consecuencias no se hicieron esperar, para ella, para sus "compañeras de miserias" y para la adversaria contra la que dispara la munición que más empodera a los millennials: redes sociales, fakes, chismes y salseo.

Híbrido de comedia surrealista y pesadilla kafkiana, el ritmo se impone sobre las flaquezas de la trama

Tales recursos, apoyados en un lenguaje fresco, jerga coloquial, mensajes de WhatsApp, audios, stickers y un tono directo, sirven para dar cuerpo a la ejecución de una venganza obsesiva.

El estilo, lleno de ingenio, es lo más destacado de este híbrido de comedia surrealista y pesadilla kafkiana en que consiste la épica de la época millennial aquí contada. Velocidad y ritmo se imponen sobre las flaquezas de una trama en la que convergen los dos planos más significativos en las vidas de los protagonistas. Por un lado, denuncia las condiciones de un sistema laboral perverso –precariedad, contratos basura–.

Por otro, avisa de las debilidades crecientes del lado emocional de cada historia. La rabia no se hace explícita, pero está ahí; los millennials se hacen mayores siempre confiando en su "ratio de suerte", en encontrar algo mejor para sus vidas, con el resabio amargo de la desesperanza, y la paradoja de ansiar una oportunidad imposible: volver al pasado para recuperar la fe en el futuro.