Wislawa Szymborska. Foto: Mariusz Kubik

Wislawa Szymborska. Foto: Mariusz Kubik

Letras

La 'Poesía completa' de Wislawa Szymborska, todo un descubrimiento

El decir de esta Premio Nobel tiene en la ironía uno de sus recursos más eficaces. Es un decir sencillo, poesía para todos.

18 febrero, 2024 01:47

En “La alegría de escribir”, el poema que abre Mil alegrías-Un encanto (1967), de Wislawa Szymborska, se lee: “¿Adónde corre, a través del bosque escrito, esta corza escrita? […] ¿Existe pues un mundo / sobre el que tengo un dominio absoluto? […] la alegría de escribir. / La posibilidad de perpetuar.”

En esos versos donde lo real y lo escrito se diría que son uno y lo mismo, Szymborska (Kórnik, 1923-Cracovia, 2012) lo dice claro: escribir es salvar de la desaparición, del olvido, de ahí la alegría. Leída su poesía, hay que decir que sí, que su palabra perpetúa lo que nombra, lo salva en poesía, aunque, como dice en otro poema, el mundo es “la no-eternidad”.

Excelente publicación esta de la Poesía completa de Szymborska, volumen que incluye libros como Llamando al Yeti, 1957; Sal, 1962; el ya mencionado Mil alegrías, un encanto, 1967; Si acaso, 1975; Gente en el puente, 1986; Fin y principio, 1993, Instante, 2002; Dos puntos, 2004; Aquí, 2009 y el póstumo Hasta aquí, 2014, más otras varias colecciones, sobre los que los traductores dan cumplida noticia en el prólogo, así como de su recepción española, una recepción ligada a la concesión del Premio Nobel en 1996.

Poesía completa

Wislawa Szymborska
Trad. de Abel Murcia, G. Beltrán y K. Moloniewicz. Visor, 2024.736 páginas. 30€

Esta poeta, que vivió la Segunda Guerra Mundial, los horrores del nazismo, del comunismo estalinista, llega a escribir: “Miren, qué buena condición sigue teniendo, / qué bien se conserva / en nuestro siglo el odio”. Bien lo supo.

En su discurso de recepción del Nobel afirmó: “Tengo en gran aprecio dos pequeñas palabras: ‘No sé’. Son pequeñas, pero tienen alas” y es desde ese no-saber desde donde escribe sus poemas, mantiene una posición de humildad que lleva a que todo se ofrece al descubrimiento permanente, a que todo se presenta como nuevo.

Esa condición del mundo explica, creo, que, hable de lo que hable, Szymborska lo aborda desde diferentes perspectivas, como ella misma dice: “Porque qué es eso de que todo, cualquier cosa que existe, / tenga que existir solo de una manera”, modo de existencia que califica de “una situación horrible” que ella supera en su mirada plural y responde a lo mismo, la frecuencia de la enunciación interrogativa en su decir.

Sea cual sea el asunto del que trata, en sus poemas hay siempre una empatía con el otro, personas, animales, cosas. Con todo, como subrayan los editores del libro, su poesía “escapa a clasificaciones y tendencias”y se centra, como dijimos, en la cotidianidad, con un lenguaje comprensible “ajeno tanto al patetismo como al sentimentalismo, poesía repleta de preguntas pero no de respuestas, con el escepticismo y la duda como ejes centrales y permanentes”.

La empatía con lo otro ya apuntada aleja el tono solemne de su habla, y en su lugar su poesía se desliza al humor, muy particularmente en los inesperado finales de los poemas. Como se ha señalado tantas veces, el decir de esta poeta tiene en la ironía uno de sus recursos más eficaces. Es un decir sencillo, poesía para todos.

En la mirada ingenua de estos poemas se da voz a lo insólito. Así, habla una piedra, “lo increíble / es creíble”, y cuando no lo hace directamente, la voz poética habla por ellos con una voz poderosa, voz como la de Walt Whitman, en cuya poesía está “el origen de las cosas […] con una mirada completamente diferente”, como distinta es la mirada de esta extraordinaria poeta, diferente y fascinante que regala el placer de percibir, al leerla, el mundo como un mundo nuevo, el descubrimiento de otra realidad, verbal, en la realidad.