Rafael Narbona

Rafael Narbona Cristina Villarino

Letras

'Maestros de la felicidad', de Rafael Narbona: el poder sanador de la filosofía y el arte del buen vivir

El escritor y colaborador de El Cultural aborda con pulso y precisión la tarea enorme de contar la historia del pensamiento occidental.

5 febrero, 2024 02:37

Rafael Narbona (Madrid, 1963) es un intelectual curtido en las lides de la claridad a la hora de exponer las ideas. A las muestras que ha dado de ello a lo largo de su trayectoria profesional como escritor, ensayista y colaborador habitual en prensa cultural, hay que añadir el buen oficio adquirido durante dos décadas como profesor de filosofía en enseñanzas medias.

Maestros de la felicidad

Rafael Narbona

Roca, 2024. 544 páginas. 21,90 €

Es lo primero que nota el lector al adentrarse en las más de 500 páginas de este volumen: el curso firme de una escritura diáfana, que no pierde pulso ni precisión pese a afrontar una tarea tan enorme como es la de contar la historia del pensamiento occidental.

Su objetivo no es solo el de enseñar deleitando sino ante todo evidenciar el valor de la filosofía como medio para alcanzar una vida examinada, afrontar con mesura reflexiva los desafíos cotidianos y cultivar el arte del buen vivir. En ese sentido, su libro no es meramente expositivo, sino propositivo. Ofrece una comprensión propia de lo que es la filosofía y de por qué merece la pena ejercerla.

Constata la situación actual de la disciplina, donde su persistente demanda por parte de muchos jóvenes urgidos por los interrogantes radicales de la existencia contrasta con el tono alicaído en que se la suele practicar en el ámbito académico, reducida al cultivo nostálgico de su glorioso pasado; pero Narbona no ve en esta circunstancia algo especialmente preocupante, pues no afecta a lo sustancial: la filosofía responde a una inquietud constitutiva del ser humano y por eso vuelve siempre, aunque sea en formatos y contextos diversos.

Tampoco se limita a ser un saber especulativo, si por tal entendemos una forma abstracta de plantear problemas y enunciar teorías. Los filósofos quieren conocer, pero para saber cómo vivir. El alcance último de sus indagaciones es de índole ética y práctica. De ahí que Narbona los exponga como maestros de felicidad.

Narbona escarba en episodios de su biografía y combina las enseñanzas de la filosofía con su propia historia personal

Lo hace, además, de forma sumamente original, escarbando en episodios de su biografía y combinando las enseñanzas de la filosofía con su propia historia personal. Nos cuenta así lo que supusieron para él las pérdidas de sus familiares más cercanos y, sobre todo, su larga lucha contra la depresión, con todo el sufrimiento añadido que acompaña a la enfermedad cuando la vida parece carente de sentido.

Y cómo el cultivo de la filosofía, combinado con el afecto humano, le sanó. Las páginas en que Narbona relata cómo el dedicarse a cuidar de su madre o su hermana enfermas le ayudó a vencer su propio dolor psíquico son conmovedoras.

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Abrir de ese modo el alma de par en par colorea las tonalidades de todo el libro y lo hace singular incluso en los pasajes más inesperados. Lo de menos es la exactitud en los detalles, más perfilados en el caso de la filosofía griega, más rapsódicos en el de la contemporánea. En la educación sentimental del autor se aprecia asimismo la fértil mezcla de su lectura de los clásicos de la literatura y el pensamiento con otros “clásicos” contemporáneos procedentes de la cultura popular.

Narbona ha escrito un hermoso libro. No tanto por la manera sencilla y eficaz en que nos acerca a contenidos esenciales de la historia de la filosofía, cuanto por el modo sincero y lleno de humanidad en que nos cuenta, entretejido con esos grandes episodios de la cultura occidental, cómo él mismo llegó a convertirse, tras años luchando contra la enfermedad psíquica y encarando no pocas circunstancias adversas, en un agradecido aprendiz de la felicidad. Es esta lección de vida lo que mejor distingue a este libro y hace de su lectura algo absolutamente recomendable.