Wislawa Szymborska y Kornel Filipowicz en Cracovia, en 1972.

Wislawa Szymborska y Kornel Filipowicz en Cracovia, en 1972.

Letras

Szymborska y Filipowicz: las cartas de amor y humor de la poeta y el novelista

Se edita la correspondencia entre la ganadora del premio Nobel y Kornel Filipowicz, el autor de relatos más admirado de Polonia en su época.

8 diciembre, 2023 01:43

Años más tarde, cuando Kornel Filipowicz (1913-1990) ya había fallecido, la propia Wislawa Szymborska (1923-2012) recordaba en un congreso que le rendía homenaje cómo lo vio por primera vez “allá por 1946 o 1947. No me acuerdo dónde fue, pero sí la impresión que me causó. Rubio canoso, bronceado, llevaba un pantalón azul y un blusón de un maravilloso amarillo claro. Pensé: ‘Dios mío, qué hombre más guapo’. Pero ese encuentro no tuvo en aquel momento consecuencia alguna. Durante muchos años nos miramos de lejos”.

Escribe si vendrás

Wislawa Szymborska y Kornel Filipowicz

Traducción de Teresa Benítez, Katarzyna Moloniewicz y Abel Murcia
Las afueras, 2023
450 páginas. 29,95 €

Cuando se reencontraron, en 1965, ella acababa de leer una antología de relatos de Filipowicz titulada Muchacha con muñeca o sobre la necesidad de tristeza y soledad y pensó: “Igual que yo. Yo también necesito de tristeza y soledad”. Maestro del relato y de la novela breve, de él se decía que era el único autor polaco que aprendió a escribir de Chéjov y que su prosa, “concisa y magistral”, “no envejece”, algo que el lector puede comprobar leyendo Un romance de provincias (Las afueras, 2017) o Memorias de un antihéroe (Las afueras, 2019).

Fascinada por el escritor, a menudo ella recordaba que su amor surgió en el momento preciso, no solo porque estaba divorciada y él separado de su segunda mujer, sino porque la autora de Aquí había roto con el Partido Comunista en 1966, mientras que Filopowicz era un conocido disidente. Con todo, aunque según los biógrafos de la Nobel polaca Kornel fue su gran amor, los amigos de este aseguraban que él “estaba enamorado como un adolescente, dispuesto a retar en duelo a quien no compartiese la admiración por la dama de su corazón”.

Postal enviada por Szymborska el 1 de noviembre de 1968

Postal enviada por Szymborska el 1 de noviembre de 1968

"Querida, ayer recibí tu preciosa pierna, ay, ¿de qué me sirve una? ¡Estoy esperando la otra!", protesta él

Jamás se casaron ni llegaron a compartir casa pero hasta que él murió vivieron una absoluta pasión reflejada en el epistolario que publica Las afueras, bajo el título de Escribe si vendrás. Correspondencia (1967-1985).

El 18 de abril de 1966 rompe el fuego Kornel con una carta que incluye tres fotos de monos del zoo de Cracovia, pues coleccionar este tipo de imágenes era una de las grandes aficiones de la poeta: “Reciba de Kornel Filipowicz esta modesta contribución a la simiología”. Otra era coleccionar postales, pasión que los dos compartían y que a ella le servía para crear los collages que enviaba a sus amigos, con bromas privadas. Él además adoraba la pesca, así que a menudo pasaba semanas en los bosques, dando minuciosa cuenta en sus cartas de las piezas cobradas, cuando ella no le acompañaba.

Son numerosas las misivas en las que aluden a la falta de libertad (“ya me han insinuado que es muy probable que la censura cuestione dos de los relatos”, le cuenta Kornel el 27 de agosto de 1968) y a las penosas condiciones de vida de Polonia o a la escasez de provisiones... Así, el 20 de octubre de 1981 él le cuenta que “no hay pescado y, aunque a veces lo haya, las colas (que veo a menudo) miden cien metros”. Otras veces lo que falta es carne, o jabón, que se consigue con la cartilla de racionamiento “a cambio de medio kilo de azúcar”.

Lo mejor, sin duda, son las muestras de amor que se deslizan en las cartas, aunque ella se confiese “incapaz de dar rienda suelta a mis sentimientos ante las miradas de todo el mundo” (12 de agosto de 1968). Y, sobre todo, el humor sarcástico y desatado que rezuman: “Querida, ayer recibí tu preciosa pierna [se refiere a una postal que ella le envió una semana antes], ay, ¿de qué me sirve una? ¡Estoy esperando la otra!”, protesta él en noviembre de 1968. Ella: “Puesto que has decidido venir, intenta llegar sano y entero y no te olvides la oreja izquierda; el año pasado te la dejaste en el cuarto de baño antes de salir”, afirma el 8 de septiembre de 1970.

Claro que nada puede compararse con los mensajes que intercambian convertidos en la caprichosa condesa de Lanckorona y en Tuleczynki, alter ego de Kornel, su administrador, o las que supuestas jóvenes, seductoras e incultas, le envían a él ofreciéndose “para lo que sea” porque, como escriben ellas, es decir, Wislawa, “la señora esa que está con usted no parece una relación seria”. ¡Qué error! Cuando en 1996 Szymborska reciba el premio Nobel, lamentará que él, muerto seis años antes, no pueda verlo, pero sobre todo que no se haya hecho justicia porque “él es quien hubiera debido recibir un gran premio”.