Carmen Martín Gaite. Foto: Instituto Cervantes

Carmen Martín Gaite. Foto: Instituto Cervantes

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'Entre visillos': soltera busca esposo

Carmen Martín Gaite se alza con el Premio Nadal 1958 con esta novela, que refleja la desmayada vida provinciana de postguerra sin horizontes de mejora

7 marzo, 2022 08:46

En el transcurso de los años 50 de la anterior centuria se produjo una renovación generacional en la literatura española. Los jóvenes llamados “niños de la guerra” se asentaron en confrontación con los antecesores, los Camilo José Cela, Miguel Delibes o Ignacio Agustí. La gente de la nueva oleada, la “generación del medio siglo”, era, en su mayor parte, universitaria y de clase acomodada. Sus miembros, aunque hijos de los vencedores, pronto se opusieron a la dictadura.

Los novelistas querían además depurar el género del lastre decimonónico. Unos buscaban un reflejo neorrealista de la vida con carga humanitaria: Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite. Otros se afiliaban al realismo socialista que pretendía emplear las letras como arma para liquidar el franquismo: Jesús López Pacheco, Antonio Ferres o Juan Goytisolo. En ese ambiente de disidencia, templada en su caso, inició su obra Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 - Madrid, 2000), quien obtuvo, en 1958, el prestigioso Premio Nadal con Entre visillos.

Entre visillos reconstruye una densa historia. Pablo, joven profesor de instituto, llega a una ciudad de provincias (Salamanca, aunque no se especifique) y durante su corta estancia capta con penetración los rasgos característicos del ambiente local. La peripecia surge de un impulso testimonial: refleja la desmayada vida provinciana de postguerra sin horizontes de mejora.

Y, a la vez, de un designio solidario: recrear la penosa situación de las jóvenes cuya única meta es encontrar un novio conveniente. Ambos asuntos, entrelazados, dan un amargo, desesperanzado y triste retrato de época.
Los estudiosos han puesto a la novela serios reparos formales, deficiencias propias de un autor primerizo. Sin embargo, Entre visillos ha resistido bien el paso del tiempo. Conserva una intensa fuerza comunicativa por la potencia de un par de registros emocionales: el vivo sentimiento con que Martín Gaite pintó unos destinos presos de las convenciones sociales y la autenticidad con que supo meterse en el alma infeliz de las chicas que hipotecaban su libertad por una boda provechosa.