Imagen | La filosofía, “un muerto con extraordinaria salud” que resiste pese a su ninguneo en las aulas

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La filosofía, “un muerto con extraordinaria salud” que resiste pese a su ninguneo en las aulas

En el Día de la Filosofía, cinco autores españoles opinan sobre la situación de la disciplina dentro del sistema educativo y fuera de él, en un mundo complejo que la necesita más que nunca para obtener certezas sin caer en dogmatismos

18 noviembre, 2021 09:21

El Día de la Filosofía, que se celebra hoy, 18 de noviembre, luce a media asta. La culpa la tiene la sonada polémica generada por la decisión del Gobierno de retirar la asignatura de Filosofía de la educación obligatoria, lo que ha puesto a los docentes en pie de guerra. La LOMCE o Ley Wert relegó la disciplina a optativa en el último curso de la ESO. Ahora, la LOMLOE o Ley Celaá la elimina por completo, quedando solo en el Bachillerato, que no forma parte de la educación obligatoria, y no en todas las ramas, sino en las de Humanidades y Ciencias Sociales, como ya venía sucediendo.

Lo dijo incluso Markus Gabriel, superestrella europea de la filosofía (si es que tal cosa existe), en su visita a nuestro país la semana pasada: “El trato que recibe la Filosofía en España es un crimen contra la humanidad”. ¿Exagera? ¿Tan grave es el asunto? ¿La ausencia de la filosofía en las aulas puede afectar a la capacidad crítica y a la autonomía de pensamiento de los adolescentes?

"Se busca una ciudadanía que sepa cuadrar la declaración de la renta sin hacerse muchas preguntas. La educación reducida a mero adiestramiento". Jorge Freire

Para el filósofo y escritor Jorge Freire (Madrid, 1985), estamos ante “otro paso hacia la barbarización educativa”. “Trocar la filosofía por una asignatura de emprendimiento es asegurarse de que nadie se oponga al discurso de valores dominantes. Se promueve el cálculo, que es transparente, cerrado y previsible, en favor del pensamiento, que es oscuro, abierto e imprevisible (es decir, dialéctico), porque se busca una ciudadanía que sepa cuadrar la declaración de la renta sin hacerse muchas preguntas. La educación reducida a mero adiestramiento”, protesta el autor de libros como Agitación, galardonado con el Premio Málaga de Ensayo.

Su colega Diego S. Garrocho (Madrid, 1984), va más allá: “Creo que hay un deliberado delito de lesa cultura perpetrado por quienes nos gobiernan: nuestros jóvenes deberían rebelarse sonoramente contra quienes han decidido aliviar el compromiso formativo, intelectual y cultural que el Estado debería tener con las nuevas generaciones. Creo que una hora leyendo a Cicerón en el mundo actual es más provechosa que una capacitación en habilidades digitales”. En opinión de este joven investigador y profesor, vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, la filosofía probablemente “no nos haga más democráticos ni más felices, pero sí quizá algo más críticos y, sobre todo, más capaces de detectar nuestras miserias y, por ende, de hacernos responsables de ellas”. Y apunta algo más a tener en cuenta: “Lo que más me duele es que esta demolición de nuestra tradición cultural impone un sesgo de clase: en los colegios con currículums internacionales los hijos de las élites están a salvo de esta banalización cultural y educativa”.

"Creo que una hora leyendo a Cicerón en el mundo actual es más provechosa que una capacitación en habilidades digitales". Diego S. Garrocho

¿Pero acaso es necesaria la filosofía para aprender a pensar?  “Aunque el pensamiento humano es inevitable, la forma de pensar característica de la filosofía es distinto y debe ser trabajado y practicado porque es contraintuitivo: consiste en ser capaz de desmontar lo pensado, lo que uno mismo piensa, incluso lo más fundamental, de despensarlo para ver qué prejuicios anidan en cada cosa que creemos o damos por buena. Por eso la filosofía no es una disciplina sino un modo de hacer (¡no es mera teoría!), que cambia la perspectiva de todo, comenzando por la propia vida”, opina Ana Carrasco (Madrid, 1979), doctora en Filosofía y profesora de la Universidad Complutense de Madrid cuya actividad investigadora se centra en la crueldad en la destrucción de la identidad.

“La filosofía nos enseña a pensar, a dudar, a criticar. Nos ofrece las llaves para abrir la puerta de la libertad, de la autonomía. Nos permite salir de la culpable minoría de edad, por usar las palabras con las que Kant definía la Ilustración. Nos invita a preguntar, a problematizar el mundo, a no aceptar como válido nada que no haya pasado por el tribunal de la razón, trayendo de nuevo a Kant. La filosofía nos aparta del dogmatismo, nos hace menos propensas a dejarnos guiar por tutores que nos imponen el sentido de la vida y las normas para la existencia”, considera Angélica Velasco (Valladolid, 1986), doctora e investigadora en filosofía, especialista en temas como la ética ambiental, el ecofeminismo y los derechos de los animales y profesora de la Universidad de Valladolid.

"La filosofía nos aparta del dogmatismo, nos hace menos propensas a dejarnos guiar por tutores que nos imponen el sentido de la vida y las normas para la existencia". Angélica Velasco

Arrinconar la filosofía es arrinconar lo mejor de nosotros mismos: el asombro, la simpatía, la capacidad de ver con los ojos de otros, el deseo de conocer, de formular preguntas y tratar de responderlas”, afirma por su parte Juan Arnau (Valencia, 1968), filósofo especializado en el pensamiento oriental y profesor de filosofía moral en la Universidad de Granada. “La tribu de los filósofos, que rinde culto al fuego de los conceptos, a la luminosidad secreta de las palabras, es una de las tribus humanas más divertidas. Los estudiantes de secundaria perderán con ello una gran oportunidad de encontrar fuentes de inspiración y orientación para sus vidas”.

Un mundo que pide filosofía a gritos

“La filosofía es un muerto que goza de una extraordinaria salud. El Máster en Crítica y Argumentación Filosófica de la UAM, por ejemplo, ha triplicado su matrícula en los últimos años y el Grado de Filosofía no deja de crecer en su nota de corte”, afirma Garrocho. “La filosofía requiere un cierto detenimiento, una hondura a la que recurrimos, sobre todo, en momentos de cierto desasosiego o amenaza. Es muy difícil filosofar en medio de una fiesta y el mundo contemporáneo cada vez nos arroja frente a nuevos desafíos y amenazas. Creo, además, que la gente se ha cansado de vivir sin un guion claro. El animal humano requiere ciertas respuestas y la filosófica es una tradición que propone algunas de las más valiosas que tenemos. Tras un momento de cierto relativismo y desorientación la gente busca refugio. Y, cuidado, porque una cierta vocación exagerada de certezas puede acarrear no pocos riesgos”.

"El interés por la filosofía, a pie de calle, es más grande que nunca. Hoy vivimos en el mundo de las prisas y la distracción. Un mundo guiado por tecnobillonarios". Juan Arnau

Para evitar esos riesgos, la filosofía “debe abandonar el pináculo de su torre de marfil, para empezar, y bajar a la liza de lo mundano”, opina Freire. “Quien quiera filosofar, que deje los papeles académicos; que imite a Sócrates y se pasee por el mercado, por el ágora, por el bar. Hace falta una movilización total; pelear en las playas y en las pistas de aterrizaje, como decía aquel discurso de Churchill. Hay que lograr que la filosofía irrigue todos los campos de la vida”.

"El interés por la filosofía, a pie de calle, es más grande que nunca. El silencio, la observación atenta, la ironía, la pausa, son algunos de los más sabrosos destilados de la filosofía. Hoy vivimos en el mundo de las prisas y la distracción. Un mundo guiado por tecnobillonarios cuyos mitos pertenecen a una ciencia ficción infantiloide y caprichosa", opina Arnau. "El mundo sin la filosofía quedará empobrecido y desvalido. Sin herramientas con las que defenderse de los nuevos tiranos que quieren imponernos una forma de vida alienada con la que puedan lucrarse más de lo que están. Que los más jóvenes tengan acceso a entrar en contacto con otras formas de observar y experimentar el mundo resulta fundamental. De defenderse contra la lamentable catetez de creer que una computadora gigante podrá resolver el enigma de la existencia, mientras se agranda la brecha entre ricos y pobres y el planeta sufre los estragos de un tardocapitalismo centrado en la evasión (ya sea la del metaverso o la de la huida del planeta)".

"No sólo necesitamos la filosofía y la ética en las aulas. La crisis sistémica a que nos enfrentamos exige una ciudadanía capaz de criticar los procesos que nos están llevando al colapso, a la injusticia y a la desigualdad", apunta Velasco. "La filosofía y, específicamente, la ética ambiental, la ecología política, la ética del cuidado, el feminismo filosófico, el ecofeminismo o la ética animal ofrecen conceptos y reflexiones esenciales para enfrentarnos a la situación actual. Creo que han despertado el interés de muchas personas, especialmente jóvenes que aspiran a construir un mundo igualitario, no violento y sostenible".

"La filosofía es necesaria si no queremos seguir con un modo de vida que no es sostenible, en una sociedad en la que la tecnología toma el control de nuestras vidas". Ana Carrasco

“La filosofía es necesaria si no queremos arriesgarnos a seguir repitiendo patrones e inercias de un modo de vida que no es sostenible, en una sociedad en la que la tecnología toma el control de nuestras vidas sin que seamos conscientes de que cuanto menos utilicemos el pensamiento y la inteligencia, la memoria y nuestras propias capacidades (aunque tardemos más en hacer ciertas cosas), más iremos perdiéndolas: cuanto más smart es el teléfono, menos lo somos nosotros”, señala Carrasco. “No se trata de negar la tecnología sino de saber qué podemos hacer y qué queremos hacer con ella, de entender que lo cómodo no es siempre lo mejor. La filosofía debe estar en el centro, debe "incordiar" como diría Sócrates, para poder dialogar con otras disciplinas sobre los límites de la inteligencia artificial, para detectar qué cosmovisiones del mundo están actuando y, por tanto, hacia dónde iremos si no cambiamos de rumbo. La filosofía es la pausa que permite entender la diferencia entre la valía y la utilidad, entre la buena vida y la vida buena. Es la que guía y orienta en dilemas morales. Es la que permitirá ser conscientes del tipo de vida que queremos tener. En ese sentido creo que, ante un mundo cada vez más complejo y más fuera de control la filosofía debería tener cada vez más peso y no menos”.

"Ponerse durante algún tiempo las gafas de Empédocles o de Spinoza es uno de los mejores ejercicios mentales que pueden hacerse. Permitirá ponerse en la piel de los migrantes que asedian las fronteras de Europa o Estados Unidos, o ponerse en la piel de los indígenas que defienden la selva y sus tradiciones y de todos aquellos que abogan por formas de vida no convencionales,  no adaptadas a una sociedad enferma", añade Arnau.

Filosofía hecha en España

Hasta aquí los lamentos. Hablemos ahora del buen nivel de la filosofía que se hace hoy en nuestro país. “Tenemos grandes figuras consagradas como Félix Duque, José Luis Villacañas, Daniel Innerarity, Vicente Serrano, Jorge Riechmann, Adela Cortina o Victoria Camps. Pero de hecho, y esto es muy significativo, las grandes figuras del pensamiento en castellano —más allá de las más populares o mediáticas— son mujeres: Remedios Zafra, Marina Garcés, Eurídice Cabañes, Nuria Sánchez Madrid, Angélica Velasco, Clara Ramas, Inmaculada Hoyos, Alicia García Ruiz o Luciana Cadahia”, señala Ana Carrasco.

“De mi generación sigo a Gonzalo Velasco, Josefa Ros, Diego Garrocho, Ernesto Castro, Muñoz Rengel, Miquel Seguró...  Muchos descuellan extramuros de la academia. Algunos, de hecho, hacen filosofía en prensa, como Clara Felis o Jorge Bustos, e incluso en videojuegos, como Juan Carlos Buzón”, recomienda Freire. Por su parte, Angélica Velasco destaca "la grandísima calidad" del trabajo realizado por filósofas y filósofos españoles en los campos que comentaba anteriormente y recomienda especialmente el trabajo de Alicia Puleo, “cuyo planteamiento del ecofeminismo crítico ilustrado aporta claves filosóficas para que otro mundo sea posible”.

“No tengo unos límites demasiado claros sobre dónde comienza o donde termina la filosofía. De hecho, hay muchísimo talento escribiendo desde los márgenes de la disciplina, muy próximos a la historia, la literatura, el periodismo o incluso la ciencia", opina Garrocho. "Son muchos los nombres que me resultan interesantes en el panorama filosófico español. Javier Moscoso es un pensador originalísimo, cargado de ideas y estilo. Antonio Diéguez en su aproximación crítica del transhumanismo creo también que es un pensador muy lúcido. Carissa Véliz, por ejemplo, me parece que está haciendo un trabajo excelente en su análisis de los riesgos del entorno digital Creo que hay coetáneos míos brillantes, como Jorge Freire, y otros colegas como Ramón del Castillo, Belén Altuna, Nuria Sánchez Madrid, Manuel Arias Maldonado que hacen un trabajo excelente. De verdad que son muchos los nombres que destacaría.  Tengo, además, mucha esperanza en la generación que viene: todos mis doctorandos son muchos mejores de lo que yo pude serlo a sus años, vienen con mucha fuerza".

@FDQuijano