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'Respect'. La fabulosa vida de Aretha Franklin

Era la reina del soul, del rhythm & blues, del góspel y del jazz y, como la canción, no pedía, exigía respeto. David Ritz, que colaboró en sus memorias, publica ahora la biografía desautorizada 'Aretha Franklin'

3 noviembre, 2020 10:05

Es posible que si Aretha Franklin (Memphis, 1942-Detroit, 2018) hubiese sido más sincera con David Ritz (Nueva York, 1943), este libro, subtitulado Apología y martirologio de la reina del soul, y que en inglés se llama simplemente Respect, no hubiese existido jamás. Biógrafo de Marvin Gaye, Etta James, B.B. King o Ray Charles, Ritz estaba acostumbrado a lidiar con egos poderosos y artistas desmemoriados, y a conseguir, tras horas y horas de conversaciones y confidencias, entre discos y alcohol, que los sentimientos y confesiones de sus protagonistas acabasen aflorando.

Sin embargo, cuando le propuso a Aretha trabajar juntos en una autobiografía que recorriera toda su carrera, le resultó imposible superar el muro de silencios, fabulaciones y mentiras que la cantante había levantado. El resultado fue From These Roots (1999), un libro que retrataba una trayectoria idealizada de la que habían desaparecido las dificultades de los primeros tiempos, las dudas, infidelidades y fracasos, la adicción al alcohol y la soledad.

Profundamente insatisfecho, en 2014 decidió escribir una biografía de verdad, a pesar de la oposición de Aretha. Su familia, que colaboró con él suministrándole “información de valor incalculable”, no esperaba menos: la reina del soul llevaba toda la vida fingiendo ser feliz. Tercera de los cuatro hijos de C. L. Franklin, un célebre predicador amigo de Martin Luther King, y de Bárbara, una cantante de gospel que abandonó el hogar harta de las infidelidades de su marido (C. L. fue padre de una hija con una niña de doce años), Aretha apenas tenía diez años cuando su madre murió de un ataque al corazón, y pasó toda su infancia buscando el amor materno en todas las mujeres que se relacionaron con su padre. Fue su abuela, a la que llamaban Abu, quien les crió y quien también se haría cargo de los hijos de la propia Aretha. Madre precoz, a los catorce ya tenía dos hijos al cuidado de Abu, pues no podía permitir que se interpusieran en su carrera (luego tendría otros dos, y dos divorcios).

La biografía recorre sus altibajos profesionales y amorosos, sus discos y premios. Y su soledad

En realidad todos los hermanos Franklin tenían talento para la música, pero verdadero genio solo ella, Aretha Louise, dueña de “una voz de oro” que la convirtió en la favorita de su padre. El reverendo la sacaba a cantar cuando apenas era una adolescente en ceremonias de góspel que les labraron una gran reputación entre la comunidad afroamericana de todo el país. De formación autodidacta, bastaba con que escuchase una canción para que pudiese tocarla al piano y cantarla sin fallar una nota. Sin embargo, en lo más íntimo se sentía profundamente insegura, lo que explica que boicoteara las carreras de sus hermanas Erma y Carolyn.

Implacable con la competencia, era capaz de dejar de hablar a amigos y colaboradores si sospechaba que estaban ayudando a rivales como Barbra Streisand o Roberta Flack. También Natalie Cole sufrió sus celos. Cuando Aretha comprendió que la joven hija de Nat King Cole se estaba convirtiendo en estrella se enfadó muchísimo y más aún cuando Natalie puso fin, en 1976, a la racha de Aretha de ocho años de victorias en los Grammy. “La primera vez que vi a Aretha fue en un banquete de la industria”, recordaba Natalie. “Me lanzó una mirada muy fría y me dio la espalda. Tardé en superarlo”. Dionne Warwick, Donna Summer o Whitney Houston, que la veneraba desde niña, también sufrieron su ira.

La biografía de Ritz recorre, de la mano de amigos, colaboradores y músicos, sus relaciones sentimentales, los altibajos de su carrera, sus grabaciones y conciertos, sus caprichos de diva, su miedo a volar, su obsesión con el dinero, o sus múltiples problemas con Hacienda. No olvida sus innumerables premios y millones de éxitos, pero también cómo, con el tiempo, se fue volviendo una persona de trato difícil en el trabajo: impaciente, dominante, irascible.

Además, Ritz descubre las razones de su profunda desconfianza hacia la prensa y su necesidad de que siempre trascendiera una imagen amable y feliz: un reportaje de la revista Time que en junio de 1968 le dedicó su portada pero en cuyo interior la retrataba como una cantante maltratada en público por su abusador esposo y manager, Ted White, y como una mujer “que duerme hasta la tarde, se levanta y se queda embobada viendo la televisión, y picoteando comida de forma compulsiva”.

Un retrato parcial, que olvidaba su profundo compromiso con los derechos civiles y de la mujer. Aretha Franklin cantó una canción de Ottis Redding, “Respect”, y la convirtió en una suerte de himno nacional y de género que ahora, dos años después de su muerte, mantiene su vigor. Como su increíble, poderosa voz, con la que conmovió a Pavarotti al interpretar para él “Nessun dorma” de Puccini, y le permitió sustituir al tenor italiano en un concierto, ante la emoción general. Sí, a pesar de todo, a pesar de sus fábulas y mentiras, Aretha sigue exigiéndolo: Respect.

@nmazancot