Repor-Sector-Libros

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Letras

El libro en la encrucijada. ¿Un año perdido?

En vísperas del Día del Libro, el más importante para la industria, El Cultural ha planteado a especialistas, editores y libreros si consideran 2020 un año perdido, cómo les está afectando la cuarentena y cuáles son las medidas, oficiales y privadas, más urgentes y necesarias para el sector

20 abril, 2020 08:42

Conviene dejarlo claro: en medio de la inmensa tragedia humana causada por la pandemia, la crisis del sector editorial podría parecer algo menor si no fuera porque, tras la recesión de 2008, llevaba cinco años de crecimiento constante y porque mueve casi 2.500 millones de euros en ventas al año, y un inmenso capital humano (autores, editores, libreros, distribuidores, agentes, traductores, lectores profesionales) que ahora mismo ve su supervivencia en peligro.

Una primera aproximación, sin embargo, nos demuestra, en vísperas del Día del Libro, que no todo han sido malas noticias. Confinados en sus casas más de un mes, miles de lectores han descubierto los ebooks, así como los audiolibros. Javier Celaya, uno de los mayores especialistas en el sector y responsable del portal de tendencias digitales Dosdoce.com, señala que desde el inicio del confinamiento las plataformas de préstamo digital (eBiblio y eLiburutegia) y las de streaming (Nubico, Spotify, Storytel, Scribd, etc) están duplicando, “y hasta triplicando”, el número de altas diarias en sus servicios digitales, así como el consumo de sus contenidos.

Según sus datos, las plataformas de préstamo digital habrían conseguido atraer a cerca de 30.000 nuevos lectores en las tres últimas semanas de marzo mientras que las de streaming de ebooks y audiolibros han seducido a otros 15.000 nuevos suscriptores, lo que supone cerca de 50.000 nuevos usuarios que se han pasado del papel a las pantallas debido al cierre de librerías y de bibliotecas físicas. No son las únicas razones para el optimismo: también las altas en la plataforma eBiblio –el servicio de préstamos de libros electrónicos de bibliotecas públicas liderado por el Ministerio de Cultura– han crecido un 129,8 % durante las primeras semanas del estado de alarma, apuntándose 18.323 nuevos usuarios. Los préstamos han aumentado en 24.827 y se ha duplicado el número de visitas a la web hasta registrar 831.061.

Por otro lado, las descargas de ebooks se incrementaron un 60% en marzo; el uso de ebooks un 140% y el consumo de audiolibros un 254%. Más aún, según la plataforma de suscripción Nubico, desde el inicio del confinamiento las altas diarias en la plataforma se han multiplicado por tres, así como el consumo de libros, que se ha incrementado en un 32 %. También la escucha de audiolibros en la plataforma Spotify ha crecido un 17 % en marzo en comparación con el mes anterior.

Incertidumbres y desvelos

Entretanto, el libro en papel languidece y se enfrenta a su peor momento. Nadie mejor que Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid, para trazar un primer diagnóstico de urgencia. Y es terrible: “Estamos –explica– ante un annus horribilis para todo el mundo del libro. Toda la cadena de valor se va a ver brutalmente afectada. La estimación de la Federación de Gremios de Editores de España de unas pérdidas de 800 millones en comercio interior y 200 en comercio exterior creo que se deberán ajustar a un nivel de deterioro superior, quizá cercano al 40 por ciento en comercio interior y al 70 por ciento en exterior”.

Para Gil, además, la caída del comercio con Iberoamérica puede ser enorme. Y aporta un dato contundente. Durante la crisis de 2008 numerosos editores pequeños aguantaron gracias a América Latina, "y esto probablemente no ocurrirá este año”. Más optimista, Palmira Márquez, responsable de la Agencia Dos Passos, ha aprovechado estas semanas de teletrabajo para cerrar la venta de derechos de libros y series de televisión, pero teme que este sea un año malísimo que sólo comenzará a recuperarse en el último cuatrimestre. “El sector perderá este año entre un tercio y la mitad de su facturación, lo que supone más de mil millones de euros”.

"Las plataformas de préstamo digital han atraído a 30.000 nuevos lectores y las de ebooks y audiolibros, a 15.000 más". Javier Celaya

En cambio, los responsables de los grandes grupos (Planeta y Random House) prefieren esperar porque, como señala Elena Ramírez, editora de Seix Barral, “ahora mismo responder a cualquier pregunta es un acto especulativo que puede ser irresponsable. Hasta que no tengamos información fehaciente que determine cuáles serán los siguientes pasos a seguir y cuándo darlos, no tengo respuestas”. También Juan Cerezo (Tusquets) prefiere esperar: “No sabemos lo que nos espera a la vuelta de vacaciones, y si las librerías abrirán en mayo o en junio para distribuir libros”. Solo Miguel Aguilar (Penguin Random House) se atreve a aventurar que 2020 “va a ser un año complicado para todo el mundo, pero no un año perdido: vamos a publicar buenos libros, algunos magníficos, y no veo que haya menos lectores que antes de la expansión del Covid-19, a juzgar por el eco que tienen nuestras iniciativas en redes sociales”.

Las editoriales llamadas independientes, en cambio, se encuentran en problemas, aunque niegan que el sector esté en peligro de extinción. Así, mientras Luis Solano (Libros del Asteriode) acepta que ya se ha perdido una cuarta parte de la facturación total, Sol Salama (Tránsito) eleva la perdida a más de medio año de facturación porque “los ingresos y el flujo de caja se han detenido. La crisis es grave, y toda la cadena del libro se va a tensar. Ahora sólo se trata de sobrevivir”. Más positiva, Claudia Casanova (Ático de los Libros) solo considera frustrados “marzo y abril, hasta que dure el confinamiento, y puedan volver a abrir las librerías”. Algo terrible en cualquier caso para Enrique Redel (Impedimenta), “pues es una época clave”.

“La estimación de unas pérdidas de 800 millones en comercio interior se deberán ajustar a un nivel cercano al 40 %”. Manuel Gil

La gravedad o no de la crisis dependerá, dicen editores como Jesús Munárriz (Hiperión) y Ofelia Grande (Siruela) no sólo de cuándo podamos abandonar el confinamiento sino también de la velocidad de regeneración de la economía, de la recuperación del ánimo, y de ser capaces de asumir que habrá proyectos que se deberán posponer a 2021. En realidad, de esto último son conscientes todos, como demuestra el hecho de que vayan a reducir el número de lanzamientos este 2020.

Valga como ejemplo el plan editorial de Impedimenta: constaba de quince novedades de enero a junio, pero solo han logrado publicar siete (tienen dos más en los almacenes de la distribuidora), y se plantean lanzar, dependiendo de lo que dure el parón, cuatro más antes de que el mercado baje en verano. “Pero no queremos forzar el calendario de otoño para no sobrecargar a las librerías y porque preferimos cuidar los libros que publicamos”. Lo malo es que saben que ese segundo trimestre suele constituir habitualmente “el 33 % de la facturación anual”, por lo que consideran previsible que esta disminuya un tercio también.

"Llevamos años acostumbrados a hacer que la máquina funcione. pero la cultura, ahora, 'no se defiende sola'". Enrique Redel

Los responsables de Libros del Asteroide tienen claro también que deberán reducir las veinte novedades previstas de este año a quince. “Habrá cinco libros, puede que alguno más, que se retrasarán unos doce meses al menos. El coste es fundamentalmente financiero. Si la bajada de ventas es grande también puede terminar provocando que no seamos capaces de cubrir los costes de estructura y tengamos pérdidas durante el año”, destaca Luis Solano.

La fragilidad se acentúa

Por eso mismo, Siruela ha preferido quitar del plan editorial unas quince novedades inventando un “mes ficticio” que se llama “pendientes de reprogramar”, “pero no sabemos todavía cuántas más tendremos que quitar”. Lo mismo le ocurre a Munárriz: Hiperión tenía veinte novedades previstas para este año, y aún no sabe cuándo van a poder salir, mientras que Tránsito, que contaba con lanzar siete u ocho títulos, solo logró sacar dos y ahora se plantea qué hacer, ya que “los que teníamos previstos de aquí a junio los hemos cancelado o pospuesto, aún sin fecha concreta. Esto altera el plan editorial de todo el año”, se lamenta Sol Salama.

"Se va a volver muy frágil un tejido que ya lo era. para algunos será el año de su defunción, lo cual es triste". Philippine Camino

Mientras esperan que las reuniones con el Ministerio de Cultura se concreten en partidas presupuestarias, préstamos blandos y subvenciones, muchos editores contemplan medidas para paliar el desastre. Los socios de Ático de los Libros ya se han recortado el sueldo, pero han intentado “preservar el equipo que hemos construido a lo largo de estos años”. Impedimenta, por su parte, ha recurrido al teletrabajo y ha debido solicitar un ERTE “para una parte pequeña del equipo, siempre con el ojo puesto en el final de esta cuarentena”, y Libros del Asteroide ha reducido la jornada laboral desde el 1 de abril a un 50 % por causas económicas y operativas.

Medidas excepcionales

El problema está en que el negocio editorial y librero son los menos subvencionados de los sectores culturales, cuando es el mayor en cifras: representa casi un tercio de toda la actividad cultural. Quizá por eso, el director de la Feria de Madrid, Manuel Gil, reclama con contundencia que se otorgue liquidez mediante créditos blandos; exenciones impositivas al menos hasta final de año; desgravación de la compra de libros no de texto en la declaración de la renta en el tramo autonómico; incentivar demanda mediante bonoslibro para libros no de texto; compra masiva con destino a bibliotecas mediante procedimientos muy ágiles y simplificados y de cobro inmediato, y canalizada a través de librerías.

Y es que, como resalta Redel, “llevamos años acostumbrados a hacer que la máquina funcione sin que nadie tenga que venir a darnos un empujón. Pero vivimos tiempos excepcionales. La cultura, en estos momentos ‘no se defiende sola’. Es necesario que, a fin de que todo siga funcionando, pongamos el foco en la importancia de las librerías cuando esto se reactive”. Por eso reclama para las librerías el concepto de “excepción cultural” y que el apoyo público se centre sobre todo en ellas “porque son la piedra de toque de todo el negocio del sector: editores, distribuidores, y, en efecto cascada, impresores, autores, traductores y colaboradores”.

"2020 va a ser un año catastrófico. las ventas perdidas estas semanas representan un 25 por ciento de la facturación anual". Antonio Ramírez

¿Su propuesta? Una inyección de liquidez para compra para bibliotecas vía librerías, simplificando los trámites para contratar con la administración, con bonolibros (como los Bonos Cultura del Gobierno Vasco), o incluso con medidas fiscales excepcionales (bajar durante un tiempo el IVA del libro en papel al 0 %, por ejemplo). Lo cierto es que si hay un segmento del sector editorial en una situación delicada es el de las librerías, víctima no sólo del coronavirus, sino de los bajos índices de lectura y de la competencia de Amazon.

Librerías: diagnóstico reservado

Tanto que 2020 será, según Antonio Ramírez, responsable de las librerías La Central, “un año catastrófico. Las ventas que habremos perdido durante las 6 u 8 semanas que tendremos que cerrar, pueden representar un 25 % de la facturación de un año normal. El día del libro, el Sant Jordi, ha quedado justo en medio del parón; en Barcelona, sólo ese día representa un 7,5 % de las ventas anuales. Perderemos, además, por la recuperación lenta e incierta que vendrá después. Además, cuesta prever cómo será la actividad de la librería en tiempos del ‘distanciamiento social’”.

"Hemos quitado del plan editorial quince novedades, y las hemos pasado a un mes ficticio, pendientes de reprogramar". Ofelia Grande

Por eso, Paco Goyanes, de la zaragozana librería Cálamo, reclama que el ministerio y las instituciones públicas valoren la importancia de la red de librerías independientes españolas por su contribución social, económica y cultural, “y que actúen en consonancia”. En eso coincide con muchos de los libreros consultados, la primera ayuda sería garantizar que el flujo económico no se pare, facilitando a las librerías créditos blandos de manera fácil y rápida. También el diseño de un plan de compras para bibliotecas públicas y escolares que sea suministrado por las librerías de proximidad; un apoyo específico a las librerías poseedoras del Sello de Calidad Librera; “y que conforme se vayan levantando las restricciones, las librerías sean los primeros comercios a los que se permita abrir en virtud de su contribución social”.

Como dice la también editora Phil Camino, dueña de la librería Los editores, “ahora se va a volver muy frágil un tejido que ya lo era. Y es indiscutible que para algunos será el año de su defunción, lo cual es triste. Pero será un año ganado si sirve para que haya una reflexión conjunta que no puede esperar más. ¿Qué se hacía bien? ¿Qué se estaba haciendo mal?”. Su situación ya era “delicada”, y el cierre temporal de estas semanas la ha acentuado. Para ella, las ayudas y los créditos pueden venir a paliar los efectos directos “de esta curva en picado, pero serán parches si no van al centro del problema: que se publica mucho para los lectores que hay”. Por eso cree que la mejor ayuda sería tomarse en serio la educación. A fin de cuentas, dice, “si no hay lectores, no tiene sentido que haya tantos libros”