Amelie Nothomb

Amelie Nothomb

Letras

Golpéate el corazón

Amélie Nothomb aborda los celos de una madre hacia su hija con la simplicidad de un cuento infantil

10 junio, 2019 09:38

Amélie Nothomb
Anagrama. Barcelona, 2019. 150 páginas. 16,90 €. Ebook: 9,99 €

La escritora belga Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 1967) sorprendió a la crítica cuando en 1992 publicó Higiene del asesino, su primera novela, el retrato de un escritor aquejado de maldad patológica. Desde esa entrega inaugural, su obra ha sido traducida a más de 40 idiomas y ha recibido todos los premios. Nothomb es considerada una maestra para manejar la crueldad de los seres y la frialdad de dimensiones enfermizas. Detrás de una escritura aparentemente neutra, su pluma corrosiva levanta atmósferas irrespirables. El gran crítico del Figaro Renaud Matignon expresó lo paradójico de su obra: “La escritura es tranquila, como las uñas antes de arañar… Es la misma mano la que acaricia y la que abofetea”. Desde la sátira más violenta a la comedia más caustica, Nothomb rasga la realidad con pinchazos atroces y precisos. El título de una de sus novelas, Ácido sulfúrico, resume el carácter letal de algunos de sus textos.

Revestidas de una hechura simple pero ingeniosa, sus libros son creaciones en las antípodas de otros autores que bucean en las aguas turbias de la psique; puede llegar a describir las fuerzas brutales que mueven al mundo y el despotismo cotidiano con delicadeza casi poética. El mal sabor de boca nos va contaminando como un veneno mientras avanzan las tramas, a veces enrevesadas o excéntricas como en las fábulas.

Golpéate el corazón –el título alude a un verso de Musset– es una explícita narración sobre los celos implacables de una madre hacia su hija. Nothomb, por así decirlo, saca a sus criaturas de los cuentos de las malvadas madrastras y las sitúa en la esfera psicológica y actual de las madres envidiosas y las hijas víctimas. La relación de Marie, la madre, y Diane la hija, es de índole malsana y trastornadora. Ya desde joven, la futura madre es descrita como una perversa narcisista: “Le encantaba ser el centro de todas las miradas, provocar la envidia de las demás […] Cuando Marie veía cómo las chicas la miraban con aquellos dolorosos celos, disfrutaba de su suplicio…”

Cuando llegó la primera hija, Marie se sintió malherida por no ser ya la protagonista. Como en los cuentos de hadas, Diane, la niña, era buena y hermosa. La madre no soportará ni contemplarla. Nótese la exposición sumaria e intensa del vínculo entre la madre y la recién nacida: “A veces la diosa indiferente la cogía para cambiarla o enchufarle el biberón. Pertenecía a una suerte de extraña especie capaz de tocarla sin que existiera un contacto real, de mirarla sin verla”. Intensidad, porque por detrás de las palabras de Nothomb se agazapa una violencia capital, el odio de una madre a su hija. Desde el vacío de la cuna, la pequeña se pregunta por qué el olor de la diosa le resulta tan familiar, y, sobre todo, “por qué aquel olor exquisito le desgarraba el corazón”.

Con la simplicidad de un cuento para niños, la mezquindad corta como un cuchillo esta historia de celos de una madre hacia su hija

Esa desgarradura de la niña, convertida en una mujer brillante, evolucionará primero en frialdad hacia la madre y más tarde, por el desarrollo de una fortaleza interior, en olvido. Pero el corazón semicongelado de Diane, paradójicamente transformada en una gran cardióloga, buscará admirar a mujeres valiosas. El destino será reiterativo y las envidias estarán detrás de otros movimientos de la protagonista: en cualquier campo de batalla de sus relaciones se encontrará con los celos. Bajo el semblante de un cuento que nos deja con la sonrisa congelada, y con la simplicidad de una narración para niños, la mezquindad corta como un cuchillo. La manzana envenenada que comió Blancanieves no se vomita aquí con el beso de un príncipe. Nunca sabremos hasta qué punto el corazón de la heroína está dañado. Las intenciones no son simbólicas ni se trata de un desquite: la realidad es más dura que el juego literario propuesto.

Si agitamos en una coctelera a los hermanos Grimm, a Freud y la teoría sobre la envidia de Melanie Klein, tendremos el sustrato del libro. Y si todo simula ser un cuentecillo pero se adivina una aguja de hielo estamos ante Amélie Nothomb en estado puro. Porque incluso con las libertades que se toma la autora para hacer simple lo complejo, la novela produce la inquietud y el conjuro pretendidos.