Image: Madrid ¿me mata?

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Letras

Madrid ¿me mata?

Trece escritores nos regalan su mirada más literaria y personal sobre la ciudad

24 noviembre, 2017 01:00

Gran vía, de Javier de Juan (tríptico)

Mañana sábado abre sus puertas la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), el mayor encuentro cultural en español del mundo y la reunión editorial más importante de Iberoamérica. Dedicada en esta edición a Madrid, sus cifras mueven al asombro: en los 34.000 m2 de su recinto ferial participarán más de 20.000 profesionales del libro y 2.000 editoriales de 47 países, y en su edición anterior la visitaron más de 800.000 personas. Bajo el lema "Ganarás la luz", un pabellón diseñado por Alberto Campo Baeza acogerá conferencias, debates, exposiciones, obras de teatro y conciertos, mientras se multiplican por toda la ciudad mexicana actividades que permanecerán más tiempo en museos y galerías. Además, el narrador y ensayista Alberto Ruy Sánchez recibirá el Homenaje al Bibliófilo, y el editor Juan Casamayor (que responde a nuestro cuestionario "Esto es lo último"), el Homenaje al Mérito Editorial.

Almudena Grandes: "Madrid es una ciudad hermosa que ignora su belleza"

Madrid es mía, y yo soy suya. Es el único lugar al que pertenezco y el único que me pertenece. Es el orden en el caos y el movimiento perpetuo, una ciudad muy hermosa que ignora su belleza, y de la que todo el mundo dice que quiere marcharse, pero de la que nadie se marcha jamás. Yo nunca me iré. Tengo un carácter muy parecido al de Madrid.

Me costó mucho tiempo, y mucho esfuerzo, volver al barrio de mi infancia después de que mis padres me arrancaran a los doce años de las inmediaciones de la glorieta de Bilbao, que para mí siempre ha sido, es y será el centro de Madrid. "Mi" Madrid está entre la calle Sagasta y la Gran Vía, en el lado oeste de la Castellana, que sólo cruzo en casos de extrema necesidad, y para acudir a la Feria del Libro del Retiro. Si tuviera que escoger un lugar, me quedaría con la esquina entre la calle Apodaca y la calle Fuencarral, donde se levanta la casa en la que vivía mi abuelo Manolo Grandes. Esa es la clave de mi vida.

Cuando estoy lejos, lo que más echo de menos es el sabor del agua del grifo y las aceras repletas de gente a todas horas. Acabo teniendo mal cuerpo en todas esas ciudades que se quedan desiertas en cuanto se encienden las farolas. A veces puedo llegar a echar de más el ruido, pero la verdad es que no me sucede muy a menudo.


Ray Loriga: "Es una ciudad de todos y para todos, donde no hay extraños"

Madrid es mi ciudad, soy "Gato", así que siempre he tenido una relación de amor odio con ella. Aunque con la edad y después de vivir algún tiempo fuera, he llegado a tomarle un tranquilo cariño. Es una ciudad de todos y para todos, donde no hay extraños. Ese es nuestro mayor orgullo.

Me hice escritor entre la Biblioteca Nacional y el café Gijón, eso por el día. Por la noche en los antros detrás de la Gran Vía y Malasaña. Por eso, mi Madrid más literario está en obras como Luces de Bohemia de Valle-Inclán, La Colmena de Cela, Un carnívoro cuchillo de Umbral... Y sí, cuando estoy lejos, sinceramente, añoro sobre todo a mis amigos y a mi equipo de fútbol.


Lara Moreno: "No te falla nunca. No te miente. No cierra"

Para mí Madrid es mi casa. Pero no una casa de raíces y de linaje y de infancia, sino la casa elegida, el lugar que más rápido y más intensamente me acogió y me dijo: "Vamos: haz todo lo quieras ser". En Madrid las cosas ocurren. Llevo quince años viviendo ahí, y todavía no me aburro. Solo me pesa lo que pesa en toda gran urbe: los precios y el humo. Pero Madrid es mi cómplice: es hermosa, tiene rincones (la terraza del Timón en la plaza de la Paja, por ejemplo) de pueblo con sol y otros (esa Gran Vía explotando) de diva loca, altiva y en el fondo muy elegante. Madrid es muy auténtica, no te falla nunca. No te miente. No cierra. Es la más humana de las grandes capitales que he conocido. Humana en lo animal.

Otras ciudades se llevan los premios, pero Madrid sorprende, cuando menos te lo esperas, cuando ya la amas, cuando ya pensabas que todo había acabado. Hay que escapar de ella, de tan céntrica que es, pero cada vez que entro de nuevo en la ciudad y veo el luminoso frente a Atocha del hotel Mediodía, me emociono como me emocionaba al principio. Pienso: "A ver qué me traes esta vez, querida".


Marcos Giralt Torrente: "Una ciudad generosa, que da sin exigir"

Madrid es la ciudad donde nací y donde nacieron varias generaciones de mi familia. Sin embargo Madrid es una ciudad donde pedigrí como este no tienen ningún valor, y eso me gusta. Madrid fue la última ciudad en caer durante la Guerra Civil y luego algunas de sus zonas mas bellas fueron destruidas en el franquismo por alcaldes ignorantes que parecían odiarla, labor que continuaron en democracia muchos de sus sucesores.

Y sin embargo es una ciudad generosa, que da sin exigir y que es porosa a lo que viene de fuera. Mi Madrid es un Madrid que ya casi no existe y es eminentemente literario, el Madrid de Corpus Barga, el de Arturo Barea, el de Gómez de la Serna... También el Madrid libertario donde me hice hombre a mediados de los ochenta del siglo pasado, o El Retiro. Y el que perdura en ciertos rincones como el Rastro, el Convento de las Descalzas Reales, la Iglesia de San Antonio de los Alemanes y tantas calles estrechas del centro. Cuando llego de una prolongada estancia fuera, me sorprende el contacto físico constante que se da en la calle, los tropezones, los roces. En cualquier caso, dura poco el desagrado. Aquí las transiciones resultan rápidas.


Mercedes Cebrián: "Bullicio, ladrillos, gusto por la vida, arrogancia"

Resumiría Madrid a base de sustantivos y adjetivos en: bullicio, ladrillos, gusto por la vida, arrogancia, necedad, paseos, librerías, arte, vino y cerveza, comida por doquier, ritmo frenético pero también pachorra.

La versión negativa de mi Madrid está en algunos párrafos de Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, donde retrata el Madrid devastado de inicios del franquismo como solo puede hacerlo alguien que ama la ciudad. Poniéndome más alegre, también encuentro mi Madrid más personal en Argüelles, cuando visito librerías como la Alberti o la Juan Rulfo. Eso sí, cuando estoy lejos añoro poder caminar por sus calles a cualquier hora sin sentir miedo, aspecto particularmente valioso para una mujer. Pero también, cuando estoy lejos, me gusta no lograr leer con facilidad los códigos de comportamiento, que en Madrid me sé de memoria.


Andrés Barba: "Una ciudad muelle sin el vértigo de otras ciudades europeas"

Madrid es un proyecto de gran capital europea, pero de aire relajado y tranquilo, una ciudad muelle sin el vértigo, la velocidad ni el nerviosismo de otras ciudades europeas (o españolas como Barcelona); una villa ociosa, incluso con un confortable aire provinciano, acogedor y amable. Mi Madrid es el de mi infancia, el de La Ventilla, un barrio obrero, humilde, detrás de Tetuán y Valdeacederas, pero pegado a la Castellana y a la modernidad.

Mi otro Madrid, el literario, es el que retrató Baroja en sus novelas. Siempre que lo leo tengo la sensación de reconocer sus gentes, incluso sus rincones. También es el Madrid de García Hortelano, el gran escritor del Madrid de la segunda mitad del siglo XX: nadie ha callejeado literariamente mejor por Argüelles, Rosales o por el barrio de Salamanca.


Pilar Adón: "Un espacio en el que crecer"

Madrid es un espacio en que perderse, un espacio en el que crecer, y en el que es imposible no sentirse acogido, vengas de donde vengas, y hagas lo que hagas. Sí, Madrid es una ciudad tan hospitalaria que cuando preguntas por una calle, te acompañan hasta ella.

Mi Madrid es el del Parque del Oeste, el de la Plaza de Isabel II, y, literariamente, es la ciudad asombrosa de Romanticismo, de Manuel Longares.

Es donde tengo mi hogar, y cuando me alejo añoro sin remedio lo que eso implica, esto es, lo conocido, lo hogareño, lo acogedor, lo cotidiano y seguro. Y lo que menos, la contaminación.


Marta Sanz: "Entre lo paleto y lo cosmopolita"

Madrid es para mí una mezcla de lo paleto y de lo cosmopolita es el sonido de mi idiolecto literario y de mi naturaleza casi intraducible.

Mi Madrid es el de Carabanchel bajo, alineado contra el Manzanares, en el que transcurren parte de La lección de anatomía y de Daniela Astor y la caja negra. Y, por supuesto, el barrio de Malasaña por el que camina el detective Arturo Zarco en Black, black, black: sus gafas de sol le hacen ver las calles en blanco y negro hasta que, al atravesar un portal, se las quita y empieza a ver en color la ropa tendida y de los olores que salen de las cocinas.

Añoro ese modo casi automático de moverse que uno tiene solo en su propia ciudad. Corrijo ese automatismo cuando otras ciudades me obligan a abrir los ojos, a saber por donde voy, a sentir incertidumbre. De vez en cuando, hago el ejercicio de andar con los ojos abiertos por Madrid y sigo sorprendiéndome.


Carlos Pardo: "Una ciudad acostumbrada a borrarse a sí misma"

Madrid es una ciudad acostumbrada a borrarse a sí misma, que puntualmente intenta "modernizarse" en el peor sentido, sin conseguirlo del todo, por suerte, una ciudad tirando a fea y que permite vivir varias vidas en una. El Madrid literario que más me creo es el de Romanticismo de Longares y Mi gran novela sobre La Vaguada de San Basilio. Una buena guía para entender el Madrid literario de hoy sería la recopilación de Mercedes Cebrián: Madrid, con perdón.

Grandes novelas sobre Madrid de la segunda mitad del XX hay muchas (El Jarama, Tiempo de silencio), pero quizá haga falta reivindicar también El gran momento de Mary Tribune de García Hortelano.

Mi Madrid más íntimo comienza en los centros comerciales de mi infancia (Jumbo y La Vaguada), se detiene unos años en Malasaña y desemboca en los paseos por el extrarradio, buscando espacios verdes. Cuando estoy lejos, echo de menos la naturalidad del trato. La confianza espontánea entre desconocidos. La eficacia y la alegría. Lo que menos: la contaminación.


Cristina Cerrada: "Madrid es como tu madre cuando te fríe filetes empanados"

Madrid es como tu madre cuando te fríe filetes empanados: odias la que lía, toda esa grasa y ese humo, pero qué buenos están. En mi Madrid más literario y personal hay un cajón de cervezas Mahou apoyado en la pared de un solar. Hay un uniforme de cuadros del Sagrado Corazón. Hay medio paquete de Marlboro y un chico que hoy trabaja en la fábrica de Ford de Almussafes porque aquí nunca encontró curro.

Cuando me ausento lo que más echo de menos es el aire, que me hace toser y restregarme los ojos algunas mañanas de invierno cuando salgo a correr por el Retiro. También es lo que menos.


Marwan: "La ciudad más acogedora, jovial y luminosa del mundo"

Lo más especial de Madrid es su luz. Madrid es la ciudad más acogedora, jovial y luminosa del mundo. Da igual de donde vengas, en cuanto llegas a Madrid eres de aquí.

Está tan llena de lugares donde divertirse, donde ir a comer y donde disfrutar con los amigos que es absolutamente inagotable. Es una ciudad creada para disfrutar. Mi Madrid literario está en la sala de conciertos Libertad 8, que es el local de cantautores de donde hemos salido la mayoría. Antes que yo cantaban ahí maestros, como Drexler, Ismael Serrano, Pedro Guerra, etc. Ahí es donde paso mis noches con mis amigos, donde transcurre la mayor parte de mi novela vital. Por eso, cuando estoy lejos lo que más añoro es pasear por Madrid, sentir su latido, sentir la vida por sus calles. Y no hay nada que no añore porque lo único que le sobra es un poco de tráfico.


Luisgé Martín: "Sus calles son explosivas pero nunca abrasan"

Madrid es una especie de ciudad volcánica de lava tibia. Sus calles son explosivas pero nunca abrasan. Ya se ha dicho muchas veces que su mayor virtud es la de tener una identidad mestiza, sin carnets de identidad. Y el bullicio de sus bares y de sus plazas. De hecho, hay un restaurante en Chueca, que se llama El Comunista, que resume mi mejor Madrid. Está desvencijado, tiene sabor de todas las épocas y se encuentra en uno de los barrios más importantes de mi vida. En él han convivido siempre los canallas y los poetas: la vida literaria en sus dos sentidos. Como con un amante, si estoy lejos lo que añoro es el cuerpo entero, no un miembro especial. Lo que menos, el ruido, que en Madrid es excesivo.


José Ángel Mañas: "Yo fuera me siento enfermo"

Madrid es un espejismo austero en plena estepa castellana. Una ciudad donde en verano de pura sequedad te sangran las narices, donde oscilamos entre los cuarenta grados y un frío seco serrano. En mitad de ninguna parte, es una mera capital administrativa que no tiene ni río, porque el Manzanares es poco más que un charco de meada de perro. Es una ciudad dinámica, sí, pero de un dinamismo agresivo, con atascos a las cinco de la mañana.

Con todo, supongo que llevo su sello en la piel y en mi acento. Fuera me siento enfermo y mientras aquí puedo pasarme el día tapeando sin que mi estómago sufra, me basta con emprender el más mínimo viaje para que la cosa cambie. Soy madrileño, madrileñista y madridista. Por ese orden. La quintaesencia de Madrid para mí es la Emetreinta. La iluminada Tula la define, en Ciudad rayada (mi novela más descriptiva sobre Madrid), como "el silbido de Dios".

Siempre me ha gustado esa canción en la que Sabina canta: "Se masticaba en los billares que el Rayo había bajado a segunda..." y "por la Emetreinta derrapaba el caballo de la desilusión...".

Ganarás la luz

Con el lema de Madrid. Ganarás la luz, título de un libro de León Felipe, la FIL rinde homenaje a la ciudad, además de con su programa literario, con exposiciones, conciertos y propuestas teatrales. Dos son las muestras que abrirán sus puertas: una antológica dedicada a Elena Asins (Madrid, 1940-Azpíroz, Navarra, 2015), premio Nacional de Artes Plásticas en 2011, que se mostrará en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, y Pongamos que hablo de Madrid, comisariada por Fernando Castro Flórez, que es una selección de la colección del Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, con obras de Javier de Juan, Gordillo, Pérez Mínguez, Ouka Lele, Ceesepe, Ballester, Equipo Crónica, Chema Cobo, Bellver, Pérez Villalta y García-Alix entre otros, algunas de las cuales ilustran estas páginas.

La escena madrileña estará representada por El cartógrafo, de Juan Mayorga, con Blanca Portillo, y Por la palma del público, una competición dramática en la que, en un ring improvisado, se enfrentarán cuatro actores mexicanos y cuatro españoles. En cada combate se leerán dos piezas y el público elegirá el vencedor. Y solo puede quedar uno tras este combate "a guantazos" con las palabras.

Además, el programa musical incluye conciertos de Vetusta Morla, Porter, Xoel López, Siddhartha, Depedro, Juan Perro, De La Purissima, Sonido Gallo Negro, Leiva, Natalia Lafourcade, Amaral, León Benavente, Dani Martín, Carla Morrison, El Guincho e Instituto Mexicano Sonido.