Image: Filosofía para todos, el fenómeno Zizek

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Letras

Filosofía para todos, el "fenómeno Zizek"

29 junio, 2017 00:00

Slavoj Zizek durante su visita al Museo Reina Sofía. Foto: Joaquín Cortés / Román Lores

Slavoj Zizek es el único filósofo vivo que puede preciarse de arrastrar a cientos de personas a escuchar una charla sobre filosofía. Quizá porque a su psicoanálisis de corte lacaniano y su defensa de la vigencia del marxismo, mezcla un irreverente humor y un encendido uso de referentes de la cultura popular. El esloveno visita España para ofrecer dos conferencias que ejemplifican su eclecticismo: Alegato a favor de un socialismo burocrático en el CBA y Lecciones del "airepocalipsis" en el Museo Reina Sofía.

Una especie de "fenómeno Zizek" se está viviendo estos días en Madrid con la visita del filósofo esloveno. Centenares de personas hacían cola ayer por la tarde a las puertas del Círculo de Bellas Artes para escuchar una charla de Slavoj Zizek (Liubliana, 1949), uno de los pensadores más importantes de la actualidad, cuyo eco mediático es comparable al de una estrella de la música o a un deportista famoso. Aunque a priori, mezclar el psicoanálisis lacaniano con el cine de Hollywood o la dialéctica marxista con la literatura de Kafka o Shakespeare, no debería ser suficiente para alentar a las masas. A todo ello Zizek une una personalidad única alejada de la visión del erudito tradicional sobrio y moderado. Excesivo, brillante, provocador, efectista, y cercano, su irreverente humor (reflejado en obras como Mis chistes, mi filosofía) y su prolijidad textual y verbal (habla ante cualquier auditorio y escribe sobre todos los temas imaginables), hacen de él un pensador accesible y omnipresente en nuestro mundo actual que sirve de reclamo por igual a lectores de filosofía y a consumidores de vídeos de YouTube, donde es ampliamente seguido.

Dicho lo cual, no debemos llevarnos a engaño. Por mucha referencia a la cultura popular, y muy cercanos que nos suenen sus conceptos a la hora de expresarse, Zizek no es un pensador fácil, y su objetivo no pasa tanto por vulgarizar lo más elevado como elevar a concepto lo aparentemente más vulgar. Esto es aplicable a su charla de ayer en el CBA, donde el filósofo defendió la "necesidad de reinventar el socialismo burocrático". Al comenzar a hablar, Zizek ya advirtió a los centenares de asistentes que su conferencia iba a ser "ingenua y bruta", pues estuvo encaminada a pedir un proceso invisible que resuelva las cuestiones más engorrosas de la cotidianidad. "Me asquean los movimientos revolucionarios que se quedan en los miles de manifestantes en plazas como Tahrir o Síntagma. No me impresiona. Esto es muy fácil de conseguir, el verdadero cambio es el cómo evolucionamos cuando se vuelve a la vida cotidiana".

El problema de la izquierda al tomar el poder es cómo desenvolverse en el día a día, cómo hacer ese cambio permanente"

Porque para Zizek, "el problema de la izquierda al tomar el poder es cómo desenvolverse en el día a día". Y por eso plantea que "cuando se critica la alienación de la sociedad deberíamos recordar que su supervivencia depende precisamente de una densa trama de mecanismos institucionales alienados: ¿de dónde vienen el agua y la electricidad?, ¿quién garantiza la aplicación de la ley?, ¿a quién recurrimos para la asistencia sanitaria?", se pregunta el filósofo. Por ello opina que las luchas por la emancipación quizá deberían cambiar de objetivo y dejar de perseguir la superación de la alienación para centrarse en reforzar una forma correcta de alienación. "Nuestra vida sí debería estar estructurada en instituciones fijas, pero en instituciones fijas diferentes. Esa es la manera para superar la fase inicial de las revoluciones multitudinarias. Cuanto más se autorregula la comunidad, con más fluidez e invisibilidad ha de funcionar esta red", asegura, poniendo como ejemplo, cómo no, la película V de Vendetta. "Deberíamos hacer la segunda parte, porque, ¿cómo reorganizan el aparato del Estado una vez están al frente?".

¿Cómo volver a la normalidad?

Una vez planteado esto, el filósofo esloveno profundizó en sus agudas reflexiones, salpicadas con su recital de tics y trufadas de chistes y pequeñas historias. Por ejemplo, habló de la habitual caracterización de los regímenes estalinistas como "socialismo burocrático", algo "completamente confuso y (auto) mistificador. El estalinismo fue el fracaso de la burocracia, era una sociedad insuficientemente burocratizada y con un aparato administrativo muy politizado e ineficiente". Para ejemplificar esta paradoja, Zizek entró de lleno en "la triste situación de Grecia hoy". A su juicio, el problema de Syriza pasó por perder el contacto con su base electoral y especialmente por no encontrar una nueva manera de reorganizar el Estado. "Todos los grandes revolucionarios sabían que no podían mantener un Estado de emergencia permanente, donde todo el mundo se mantiene activo y en emergencia. Entonces, ¿cómo volver a la normalidad?", se pregunta.

Zizek durante su conferencia en el CBA

Sigiendo su razonamiento, el filósofo explica que necesitamos unos mecanismos alienados, y se lanzó con una controvertida declaración personal que sintetiza su visión, "quiero vivir mi vida en paz y que todo funcione, no me importa cómo". Considera asimismo el filósofo que "la ideología predominante hoy es un cinismo resignado, un cinismo que hace mucho más difícil la crítica", y afirmó que le parece terrible que los partidos y movimientos izquierda reclamen a los refugiados por intereses revolucionarios: "Piensan que si importan refugiados podrán hacer la revolución, como aquí no tenemos sujetos revolucionarios, los importaremos". Es por ello que considera que "los líderes pseudoprogresistas de hoy son mucho más peligrosos que Trump".

La censura ideológica tiene por objetivo aplastar cualquier esperanza de cambiar el mundo"

Con esta pequeña espita se abrió el Zizek más lector del hoy, que utiliza su saber para analizar los acuciantes problemas del mundo, en este caso, políticos. El filósofo aseguró que "la ideología imperante hoy es una aceptación sumisa que nos dice que cualquier visión de otro mundo es descartada, porque la censura ideológica no tiene por objetivo aplastar el levantamiento, sino aplastar cualquier esperanza de cambiar el mundo". Eligió como ejemplo al recientemente elegido presidente de Francia, Emmanuel Macron, de quien dice que ganó como surgido de la nada, "al igual que en su día Berlusconi. Aparecieron así, de la nada, no como una muestra de implicación popular directa. Estas figuras se presentan con todo el apoyo de las élites económicas, del establishment, y su propuesta es ocultar sus verdaderas intenciones". Estos partidos, cuyos nombres no muestran una clara filiación ideológica sino que son ambiguos, surgen gracias a la creación de nuevas amenazas que ellos mismos lanzan para amedrentar.

Para Zizek, Macron es el candidato de las élites, "válido porque necesitábamos una unidad antifascista contra Le Pen", pero fue muy triste ver el apoyo absoluto a Macron. "Si insinuabas algo contra él, te criticaban por apoyar a Le Pen. Macron entra en escena cuando cobra una gran fuerza el populismo fascista de Le Pen". Por eso pide que se vuelva a demonizar a Le Pen, que ha sido ampliamente desdemonizada. Pero con eso no es suficiente, porque las políticas hegemónicas predominantes, el fracaso del establishment, han hecho posible el auge de Le Pen. "El objetivo final de Macron no era sólo derrotar a Le Pen, sino también hacer desaparecer a las opciones más radicales de la izquierda". Para concluir, Zizek pidió a esa misma izquierda que tome la decisión de dirigirse a la mayoría moral, y que no le deje ese espacio a la derecha.

Arte y política

Tras la intensa jornada de reflexión política, Zizek ofrece este viernes una conferencia en el Museo Reina Sofía que se inscribe en el contexto de la exposición NSK del Kapital al Capital y reflexiona sobre las diversas muertes y resurrecciones del fascismo. El filósofo demuestra su eclecticismo y versatilidad, característico de su producción y su pensamiento, al hablar de la Neue Slowenische Kunst (Nuevo Arte Esloveno), un conjunto de colectivos artísticos que resucitaron a mediados de los 80 la imaginería y parafernalia totalitarias para exhibirlas como significantes vacíos en el momento del triunfo del libre mercado tras la caída del Muro de Berlín.

Nuestra relación con la tecnología está cambiando radicalmente nuestra concepción de lo que significa ser humanos"

La intervención de Zizek, titulada Lecciones del "airepocalipsis", se inscribe en el análisis del auge del fascismo contemporáneo, centrándose en la cuestión de la acogida en la actualidad de la fascinación totalitaria del NSK, en un momento en que el resurgir de sus hitos parece empezar a conformar el nuevo paisaje ideológico de la Europa post-Brexit. Precisamente Brexit fue una de las palabras que junto con Macron, Le Pen y Trump, pidió a los periodistas no utilizar en un encuentro mantenido esta mañana en el museo. "Es muy aburrido hablar siempre de lo mismo". Aparcando la política, la charla con el filósofo deriva hacia ricos derroteros colindantes con las grandes preguntas metafísicas, que considera de importancia muy actual, pues a su parecer, "nuestra relación con la tecnología está cambiando radicalmente nuestra concepción de lo que significa ser humanos".

Como ejemplo de esto, Zizek elige los videojuegos, "claves en nuestra percepción de nosotros mismos y responsables de fomentar una nueva cultura de la inmortalidad". El filósofo asegura que nuestra sociedad camina hacia lo que nos muestran series como Black Mirror. "Nos estamos aproximando a una sociedad de control ejercida por las redes y las máquinas". Aunque a pesar de esto dice no ser pesimista, pues "las máquinas son estúpidas, solo almacenan datos pero es únicamente la sabiduría humana la que puede condensar esos datos y decidir actuar en consecuencia. Y aunque analizando todos los datos la máquina pudiera ofrecer una solución mejor que la tuya, desconfío de ellas porque no son neutrales".

Otro aspecto que hace pensar a Zizek que estamos entrando en "una nueva era" trasciende la tecnología hasta llegar a la biología. Habla de las clínicas de los suburbios de Shanghái a las que acuden parejas occidentales para seleccionar genéticamente a sus embriones y añade como anécdota lo que le dijo el responsable de la Academia de biogenética de China cuando lo conoció. "Me dio un folleto que ponía que su tarea era controlar el bienestar físico y mental de la gente", explica enfatizando la palabra mental, lo que en su opinión nos acerca a planteamientos recientes en películas de Hollywood como Elysium.

"Lotocracia"

En mi Estado ideal puedes ser un burócrata influyente, pero sabes que antes o después puedes perder la cabeza"

Ante este tipo de retos, Zizek apuesta por un nuevo tipo de comunismo y reivindica las ventajas que ofrece la globalización a la hora de implementar planes a largo plazo, mecanismos supraestatales que controlen temas como la ecología o la biogenética. "El capitalismo, tal y como lo conocemos, está llegando a sus límites. La superación del expansionismo capitalista, la amplia cooperación internacional y la solidaridad deberían ser capaces de transformarse en un poder ejecutivo dispuesto a violar la soberanía del Estado para aplicar medidas destinadas a proteger nuestros intereses comunes culturales y naturales", valora el filósofo. "Si no apuntan hacia el comunismo, si no implican un horizonte comunista, entonces el término "comunismo" no tiene significado alguno".

En su opinión, esas estructuras no pueden ser los Estados. Zizek habla de entes burocráticos públicos en los que habría expertos pero también miembros seleccionados aleatoriamente, como en los jurados populares. Un sistema de "lotocracia" similar a la democracia por sorteo de la Antigua Grecia o de la República Veneciana. "Debe ser gente cualquiera, para no perder el contacto popular". La cuestión es quién y cómo controlaría esos entes. Y aquí vuelve el Zizek provocador. "La fórmula sería el terror democrático. La burocracia funciona mejor si se siente aterrorizada. Stalin tuvo una buena idea cuando se le ocurrió aterrorizar no sólo a la gente ordinaria sino también a los burócratas", proclama. "En mi Estado ideal, se debe percibir el poder como un lugar peligroso. Puedes ser un burócrata influyente, pero sabes que antes o después puedes perder la cabeza".