Image: Elena Ferrante: Desgraciadamente La amiga estupenda jamás será el Juego de tronos italiano”

Image: Elena Ferrante: "Desgraciadamente La amiga estupenda jamás será el Juego de tronos italiano”

Letras

Elena Ferrante: "Desgraciadamente La amiga estupenda jamás será el Juego de tronos italiano”

9 junio, 2017 02:00

La pasión de Ferrante por Nápoles es una constante en su obra. En la imagen Nápoles, años 60

Casi sin querer, dos amigas napolitanas, Elena y Lila, conquistaron hace unos años a los lectores de todo el mundo. Eran, son, las protagonistas del deslumbrante cuarteto de novelas escrito por Elena Ferrante, una epopeya que abarca seis décadas y se despliega hasta formar el retrato de un barrio, una ciudad y un país que atraviesa a trompicones el siglo XX. Ahora que ese retrato se está convirtiendo en serie de televisión, Ferrante comenta el proyecto.

Me puse en contacto con la novelista Elena Ferrante -que ha tomado la decisión de permanecer en el anonimato y publicar con seudónimo, a pesar de los rumores y las investigaciones empeñadas en desvelar su identidad- a raíz de un artículo que escribí para The New York Times sobre un casting realizado en la ciudad de Nápoles. Buscaban a niños para interpretar los papeles protagonistas de una serie para la televisión basada en su popular novela La amiga estupenda (2013), primera parte de su espléndida tetralogía Dos mujeres, formada también por Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida (todas ellas publicadas por Lumen en España).

Ferrante se lo tomó con mucha calma, y se retrasó bastantes días en la entrega de sus respuestas por correo electrónico -todo sea por preservar el anonimato. Aún así, sus ideas y la espera han valido la pena. La escritora italiana sabe que el tránsito de la letra impresa a la pantalla va a cambiar sustancialmente la percepción de la historia que tienen sus lectores, como ocurre con tantas novelas llevadas al cine, por eso le intriga saber cuál va a ser su contribución, si va a poder decidir sobre el guión, si reconocerá, en definitiva, su historia.

Pregunta.- ¿Qué se siente al ver a todos estos niños, muchos de ellos procedentes de barrios verdaderamente desfavorecidos de la ciudad, haciendo cola en Nápoles con la esperanza de ser Lila y Lenù (diminutivo de Elena). Es sabido que los libros han recibido grandes elogios en medio mundo, pero me pregunto qué ideas y qué sentimientos evoca en usted el hecho de que las novelas hayan entrado en las vidas de unos niños no muy diferentes de los que usted describe.
Respuesta.- Para mí ha sido un cambio radical. Los personajes, el barrio... todo se creó a partir de las palabras, y sin embargo, ahora se está trasladando de la literatura a la pantalla. Van a abandonar el mundo de los lectores y a entrar en el vasto mundo de los espectadores; se encontrarán con personas que nunca han leído nada sobre ellos, y con otras que, por circunstancias sociales o por decisión propia, nunca lo harían. Es un proceso que me intriga. La esencia de los libros se reelabora según otras reglas y prioridades, y eso cambia su naturaleza. Los niños que se presentan a las audiciones son el primer indicio. Saben muy poco o nada de libros; son espectadores que tienen la esperanza de convertirse en actores, ya sea por juego o como una tentativa de liberación.

El negocio del espectáculo

P.- Usted ha descrito los personajes con claridad, y a partir de sus descripciones, el director de la serie y los productores tienen una idea precisa de lo que están buscando, y creen que los niños que se han criado en entornos difíciles son los mejores para transmitir el espíritu de esos pequeños. ¿Qué piensa usted?
R.- Los niños actores interpretan a los niños como los adultos piensan que son. Los que no son actores tienen la posibilidad de liberarse del estereotipo, en particular si el director es capaz de encontrar el equilibrio apropiado entre verdad y ficción. Hablando con franqueza, muchos de esos niños, la mayoría supongo, nunca han oído hablar de Elena Ferrante o de las novelas napolitanas. La mayoría solo tienen imágenes de las estrellas de la televisión revoloteando en sus mentes.

P.- ¿Le preocupa -a usted, que ha evitado deliberadamente el camino del estrellato- que la histeria que rodea a las audiciones pueda fomentar la obsesión por la fama que tantos jóvenes tienen actualmente?
R.- Hay niños que toman sus modelos de los mitos del cine o de la televisión. Desde luego, no del universo escrito. Quieren estar en la pantalla, en el centro del escenario, convertirse en estrellas mediáticas. Y no es su culpa en absoluto; es el aire que se respira en el mundo de los adultos, y en consecuencia, en el suyo. En la actualidad, formar parte de la televisión es una de las aspiraciones más poderosas de las masas, y cualquiera, pobre o rico, culto o inculto, lo considera una oportunidad extraordinaria.

P.- Por otra parte, ¿le parece que puede ser una oportunidad para introducir a los niños, muchos de ellos de familias con escasos recursos, en el gozo de la lectura? No me refiero a que lean solo sus libros, sino a conseguir que se interesen por los libros en general.
R.- Naturalmente; espero que eso sea lo que ocurra, pero la oportunidad de la que estamos hablando tiene poco que ver, si es que tiene que ver algo, con la lectura. Los niños están ahí para formar parte del negocio del espectáculo y nada más. Esto no significa que algunos no descubran que todo empezó por un libro; que detrás del mundo del negocio del espectáculo, con sus múltiples partes móviles y su ostensible flujo de dinero, siempre está, aunque sea en una posición subordinada, el poder evocador de la escritura y la lectura.

La energia de las ciudades

P.- ¿Qué espera de esta serie por lo que respecta a su efecto sobre Nápoles y a la imagen de la ciudad en el mundo, sobre todo después del retrato poco halagador que ofrecían la película y la popular serie de televisión Gomorra, basada en el libro de Alberto Saviano?

R.- Las ciudades no tienen una energía por sí mismas. Su energía es resultado de la densidad de su historia, del potencial de su literatura y su arte, de la riqueza emotiva de los hechos humanos que tienen lugar contra ese telón de fondo. Espero que el relato visual suscite emociones auténticas, sentimientos complejos e incluso contradictorios. Eso es lo que hace que nos enamoremos de las ciudades.

La pasión de Ferrante por Nápoles permea toda su obra, desde su primera novela, El amor molesto (1992). En una entrevista con The Paris Review, Ferrante recuerda cómo "desde hacía años tenía en mi mente historias sobre la periferia de Nápoles, donde nací y crecí. Recordaba gritos, escenas de violencia doméstica de las que había sido testigo cuando era niña, y nutrí a Delia, la protagonista, de esos recuerdos. Utilizando ese material disperso, escribí muchas historias."

P.- ¿Quiere dar su visto bueno a los niños antes de que los seleccionen oficialmente para el papel? ¿Quiere asegurarse de que son fieles a lo que usted ha imaginado?
R.- Yo no tengo esa capacidad ni ese poder en la producción. Por supuesto, me gustaría mucho intervenir, pero lo haría con cautela y sabiendo que no tendría ningún sentido decir que Lila tiene poco o nada que ver con esta niña, con esta cara, con esta mirada, con esta manera de moverse, y cosas así. Ninguna persona real coincidirá nunca con la imagen que el lector o yo misma tenemos en nuestras mentes. La razón es que el universo escrito define, como es lógico, pero, por naturaleza, deja mucho a la imaginación del lector. La imagen visual, por el contrario, restringe esos límites; está destinada a dejar siempre fuera algo que las palabras inspiran, algo que siempre es importante.

P.- Entonces, ¿cuál ha sido su participación en la producción? El director y los productores comentan que usted enviaba notas sobre el guion y que les ayudó a diseñar el escenario cerca de Caserta. ¿A qué quiere que se parezca ese escenario?
R.- El barrio es una combinación de diferentes sitios de Nápoles que conozco bien. Es lo que pasa siempre cuando escribo, tanto con las personas como con las cosas. No sé lo que ocurrirá en la pantalla. Por ahora, mi contribución al diseño del escenario se ha limitado a unas cuantas notas sobre si su aspecto era el adecuado. En cuanto a la colaboración en el guion, no tengo las aptitudes técnicas para hacerlo, pero leo los textos y mando notas. Todavía no sé si las tendrán en cuenta o no. Es muy probable que las usen más adelante, cuando se redacte la versión definitiva.

Un relato realista

P.- Me han contado que se imagina la serie como un cuento de hadas, que no tendrían que tener miedo de ir más allá del libro y presentar a los malos con aspecto de monstruos y cosas así. ¿En qué medida quiere que sean fieles a las novelas?
R.- No, no. Es un relato realista. Es la infancia la que está teñida por los elementos de la fantasía, y desde luego, Lila también. En cuanto a la fidelidad al libro, espero una fidelidad compatible con las necesidades del relato visual, que utiliza unos medios distintos de los de la escritura para lograr los mismos efectos.

P.- HBO participa en la producción. ¿Espera -o teme- que sea el próximo fenómeno a escala mundial, que sea el Juego de tronos de Italia?
R.- Por desgracia, La amiga estupenda no ofrece la misma clase de elementos argumentales.

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW

El enigma perdido de Ferrante

Tras años de especulaciones sobre la verdadera identidad de Elena Ferrante, el año pasado un periodista italiano desveló el enigma: era la traductora napolitana Anita Raja (1953). La reacción de Anita (que sus editores se apresuraron a negar) no se hizo esperar y publicó una serie de tuits en los que confesaba que sí, que ella era Elena Ferrante pero que "esto no cambia nada en la relación de los lectores con los libros de Ferrante. Esos libros son y seguirán siendo de Elena, no míos. No pretendo hablar, de ninguna manera, en primera persona, ni dar entrevistas ni declaraciones".

Sin embargo, en la entrevista que mantuvo con The Paris Review en 2015 dejaba aún más clara su postura: "Todavía estoy muy interesada en testificar contra la autopromoción obsesivamente impuesta por los medios de comunicación. Esta demanda disminuye la obra de arte real, sea cual sea el arte, y se ha vuelto universal. Los medios simplemente no pueden discutir una obra de literatura sin señalar a algún escritor-héroe. Y, sin embargo, no hay obra literaria que no sea el fruto de la tradición, de muchos talentos, de una especie de inteligencia colectiva. Disminuimos injustamente esta inteligencia colectiva cuando insistimos en que haya un solo protagonista detrás de cada obra de arte. Comprender que mis libros se publicarían sin que apareciese nada mío físico ni concreto junto a los volúmenes, me hizo ver algo nuevo sobre la escritura. Me sentí como si hubiera liberado las palabras".