Image: Casanova, el regreso del Rimbaud español

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Letras

Casanova, el regreso del Rimbaud español

19 mayo, 2017 02:00

Casanova retratado por su hermano José Bernardo

Félix Francisco Casanova lo tenía todo para ser leyenda, pues murió, como los héroes clásicos, demasiado joven, rebosante de inquietante talento. El lector de El Cultural seguramente recordará la trágica historia de este autor de culto, del que Demipage lanza sus Obras Completas en un solo volumen.

Es posible que sin la devoción de Aramburu y de Francisco Javier Irazoki, que descubrieron a finales de los años 70 a Félix Francisco Casanova (La Palma, 1956-Tenerife, 1976), hubiese sido imposible la recuperación de la obra del poeta canario y la reivindicación de su figura literaria y musical. Explica Aramburu en el prólogo de estas Obras Completas que encontraron en Casanova “un alma gemela” y “un modelo. Incluso nuestras respectivas melenas coincidían con la suya”. De hecho, lo adoptaron a título póstumo como miembro del grupo CLOC, del que formaban parte, porque era “como nosotros queríamos ser: irreverentes, anticonvencionales, surrealistas, propensos a un tipo de humor que admitía con naturalidad las notas negras”. Su deslumbramiento, insiste, “fue inmediato y todavía prevalece”. Pero entonces, en los últimos 70, los devotos del culto a Casanova eran pocos, muy pocos. Tras su muerte en la bañera de su casa por inhalación de gas, a los 19 años, el recuerdo del Rimbaud español fue sepultado por un abrumador silencio de treinta y cuatro años, “demasiados e inexplicables para un talento y una vida (y una muerte) como la del joven poeta canario”, afirmaba en estas páginas Blanca Berasátegui, en un reportaje publicado en enero de 2010 que supuso el primer aldabonazo reivindicativo del poeta y narrador. Coincidía además con la reedición de su única novela, El don de Vorace. Después vendrían las publicaciones de Yo hubiera o hubiese amado, su diario personal, y la antología poética Cuarenta contra el agua, todas ellas publicadas por Demipage.

Una expresión singular

Lo que el lector va a encontrar en estas Obras Completas es un volumen de más de 700 páginas que reúne la novela, su diario, cuatro poemarios escritos en solitario y considerados válidos por el autor, 11 poemas sueltos, tres cuentos y tres libros de versos compuestos con su padre. Se incluye un apéndice documental, con la entrevista que le hicieron dos días antes de morir, una carta y un manifiesto redactado con Ángel Mollá, donde expresaba su rebeldía frente a la literatura convencional. También hay una treintena de fotografías, 15 de ellas inéditas (dos acompañan a estas páginas).

“Para Casanova, los juegos estaban en el mismo lugar que la hondura artística. Combina la ironía y el desgarro”, explica Irazoki

Al hablar de las dificultades que ha planteado el libro, el editor de la obra, Francisco Javier Irazoki, explica que se han respetado las peculiaridades ortográficas de los originales. “La ausencia del primer o segundo signo de interrogación o exclamación, algunos cierres sin punto final, ciertos nombres propios escritos con minúsculas, etc. son deliberados. Las colaboraciones de José Bernardo Casanova, hermano de Félix Francisco, y Ángel Mollá han sido especialmente valiosas”, destaca. Para Irazoki, el lector que se acerque por primera vez a la obra de Casanova va a descubrir, ante todo, “una expresión singular. Su talento literario le permite superar velozmente las etapas. En muy poco tiempo pasa de la exuberancia a una sobriedad enigmática. Ahí están los versos de Una maleta llena de hojas. Son poemas transparentes, pero inagotables. Y la sorpresa de la novela El don de Vorace, escrita a los 17 años. Con ella hace saltar por los aires una superchería que niega a los escritores jóvenes la aptitud para crear novelas importantes”, y añade que, pese a conocer casi todos los textos del poeta, el placer de la relectura ha sido completado “por unas huellas: imágenes inéditas, collages, dibujos. Materiales menores que también están libres de la convención”. Adelantado a su tiempo, es imposible no plantearse hacia dónde hubiese evolucionado su poesía. Irazoki reconoce que es imposible saberlo, aunque dice que en los últimos textos, agrupados en Agua negra, “amplía su libertad. Algunos amigos imaginan a Casanova convertido en un músico con gran fuerza poética”. Sería una forma de cerrar el círculo creativo del poeta, ya que sus primeros versos fueron, en realidad, la traducción del inglés de las letras de sus canciones.

“El sueño es donde vivo”

Cuarenta años después de la muerte de Casanova, estas Obras Completas demuestran hasta que punto siguen vivos sus versos incendiarios. Hay mucha provocación, mucho talento, mucha muerte también en estas páginas. Y sueños, claro: “Ahora pienso que el sueño es lo maravilloso. Nos sueñan nuestros amigos y amigas, alguien sueña conmigo en la cama, arropado hasta el hocico. En su sueño es donde realmente vivo”, escribe el 2 de mayo de 1974 en su diario, para anotar un mes después: “He sufrido un sueño en el que me arrancaba la piel y tenía otra debajo, me crecían pelos en la lengua... ¡Horrible!”. Son sólo dos muestras que confirman lo que dice Irazoki, que Casanova aportó a nuestras letras “su originalidad” y que “nunca renunció a la riqueza del léxico. Usaba vocablos como moheda, cándano, flojel, azafate, zuindá, etc. Nacido y residente en Canarias, emplea un término que sólo se utiliza en mi tierra de origen, Navarra: ejarbe. Sin embargo, nada de ello dificulta la comunicación con el lector. Sus palabras fluyen sin la mancha del trabajo. Su inteligencia brilla festiva. Para Casanova, los juegos estaban en el mismo lugar que la hondura artística. Y combina, con mucha gracia verbal, el refinamiento, la ironía, el desgarro”. Son los rasgos esenciales del Rimbaud español, completo al fin.