Image: Fernando Schwartz: Francia olvidó a La Nueve para reparar su orgullo nacional

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Letras

Fernando Schwartz: "Francia olvidó a La Nueve para reparar su orgullo nacional"

19 abril, 2016 02:00

Fernando Schwartz

El escritor publica Héroes de días atrás (Espasa), una historia de amor ambientada en la Francia ocupada que narra la liberación de París por los republicanos españoles de La Nueve.

Dos amantes, separados por la incomprensión y el conflicto, intentan reencontrarse en la Francia de finales de la Segunda Guerra Mundial. Marie, una judía francesa miembro de la Resistencia y Manuel, un diplomático español que huyendo del desastre de la República termina encuadrado en La Nueve, una compañía del ejército de la Francia Libre formada casi íntegramente por españoles. Al hilo de esta historia de amor, el escritor Fernando Schwartz (Ginebra, 1937) construye Héroes de días atrás (Espasa), una novela que funciona como reivindicación y relato épico de la aventura de los españoles de La Nueve. "La historia de esta pareja se integra en un trasfondo que ocupa la totalidad de lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial en Francia: la Resistencia, la persecución de los judíos, el maltrato del gobierno de Vichy a los españoles que cruzaban los Pirineos..." Un macrocosmos que converge al final en la conquista de París llevada a cabo por La Nueve, perdedores de la Guerra Civil pero héroes en Francia, cuyo papel empieza ahora a surgir del olvido. "Es el necesario homenaje a unos soldados valientes, gente de bien que a pesar de sus limitaciones se enfrentan a la mayor cuestión moral de su época y deciden arriesgar sus vidas en la lucha contra el totalitarismo que asola Europa".

Pregunta.- Desde el principio de la novela se establecen dos Francias, ¿cuál es la real, la Francia de la Resistencia o la Francia colaboracionista?
Respuesta.- Este es un tema difícil que aún es muy controvertido allí. La Francia real es la de Vichy y Pétain, la Francia del colaboracionismo, que va despertando gracias a la pelea de un tipo como el general De Gaulle que empieza prácticamente solo a remover a los franceses y a atraerlos hacia sí. Porque hubo un tiempo en el cual la colaboración con los nazis era una cosa muy asentada en el colectivo francés, que pensaba que Alemania iba a triunfar seguro en la guerra. Surgieron dos Francias, pero la de verdad era la colaboracionista. Poco a poco fue ganado terreno la pelea heroica que fue la Resistencia. Sostengo que la aventura de la Resistencia, también la de los españoles que se inmiscuyeron en ella, es el último asalto romántico a la Historia.

P.- ¿Cuál fue la importancia real de la Resistencia, más allá de ese romanticismo y de su factor de triunfo moral?
R.- Los opositores tardaron bastante tiempo en tener un peso real en la guerra. Desde el principio hubo gente que acudió a Londres y se hizo gaullista, y que, gracias a la ayuda nada desinteresada de los británicos, fue penetrando en Francia. Pero el montaje de la Resistencia fue muy lento y no fue apenas relevante desde el punto de vista militar hasta muy tarde, entre los años 42 y 43. París, por ejemplo, no se rebeló hasta 10 días antes de que se acercaran los ejércitos aliados. Más franceses colaboraron que los que resistieron, y más franceses pelearon por el Eje que por los Aliados. Por eso De Gaulle, consciente y brillantemente, construyó el mito de la Francia Libre y la Resistencia que ayudó a cerrar las heridas y reconstruir el país. Es triste, pero así fue.

P.- Con un invasor tan agresivo y unas represalias tan brutales, ¿cuál era la motivación para continuar, para seguir luchando?
R.- La represión fue, en efecto, brutal. Si los combatientes volaban un tren o un puente, los alemanes masacraban a los habitantes de un pueblo entero. La estructuración de la Resistencia contó con un elemento disciplinario fundamental que son los comunistas, que la agrupan y la acuerpan muy bien. Además se generalizó una especie de rebeldía moral, de cansancio, que venía de lejos, ya no solo de la derrota frente al nazismo, sino del desastre de la Primera Guerra Mundial; que por una parte reconoce la autoridad moral de Pétain, pero por otra está acomplejada porque los han barrido totalmente. Los combatientes se mantuvieron firmes por una voluntad absoluta de subsistir y de expulsar al alemán. Pero les lleva mucho tiempo. Durante meses y meses solo ejecutan acciones individuales y muy inocentes, como la publicación de carteles y panfletos. Pero poco a poco se van organizando y preparando hasta que ya con la ayuda que les llega de fuera, sobre todo de Gran Bretaña, empiezan a acometerse acciones serias de combate y sabotaje.

P.- Habla de pasada de la izquierda pasiva, del mundo intelectual, ¿cuál fue el papel de los intelectuales franceses durante la ocupación?
R.- Pues en general los franceses procuraron seguir con sus vidas ignorando, en la mediad de los posible, la ocupación. De forma generalizada, y salvo contadas excepciones, los intelectuales franceses, al igual que la población, aceptaron la ocupación nazi. Sí que ejercieron cierto papel de rebeldía, pero fue una rebeldía más intelectual que otra cosa. Se sentaban en un café y escribían sus textos, pero no llamaban claramente a la acción. Estaban en contra de los alemanes y los criticaban, pero se pronunciaban con mucha dificultad. En lo que respecta a los intelectuales la Resistencia tiene un poco el papel de mito. El colaboracionismo y la autoconservación fueron más fuertes que la Resistencia.

P.- Otro asunto espinoso en el que ahonda es el brutal tratamiento recibido por los republicanos huidos a Francia tras la Guerra Civil, ¿por qué incluso antes de estar sometido a los nazis, el gobierno francés maltrata a los republicanos?
R.- La epopeya de los españoles es terrorífica. Después de la batalla del Ebro empiezan a cruzar a Francia y ahí los esperan para meterlos en unos campos espantosos. El francés era un gobierno entreguista. Los españoles llegaban tras tres años de guerra civil y los franceses les dieron un trato de "refugiados", bastante parecido al que está brindando Grecia ahora. En esa política de obviar la guerra los encerraron y los aislaron. Era la sublimación de la "No Intervención". Además, los gobiernos franceses eran sustancialmente conservadores y habían establecido unas relaciones con los vencedores de la guerra que para ellos eran importantes, por lo que no iban a meter en su casa a esa pandilla de facinerosos derrotados. A los importantes había que facilitarles la huida hacia América y a los demás meterlos en campos.

P.- En este tipo de campos les ofrecían alistarse en la Legión Extranjera, ¿cuál fue el papel de los españoles en el ejército francés?
R.- Al internarlos en estos campo les ofrecen varias opciones clásicas de la etapa del colaboracionismo: o ir a construir cañones a Alemania, o devolverlos a España y a la muerte, o enviarlos a la Legión Extranjera. Muchos, sobre todo los que habían huido al norte de África fueron encuadrados en la Legión a la fuerza, y el resto llegó de los campos del sur del país. Allí, una vez más los maltratan, los hacen trabajar en el desierto, los mandan a campos de castigo... Lo extraordinario es la paciencia, el aguante de todos estos españoles, muchos veteranos de la Guerra Civil, que resisten contra viento y marea. Al desembarcar los estadounidenses, grandes contingentes, entre ellos La Nueve, se sumaron al ejército americano y tuvieron un papel importante combatiendo al Afrika Korps alemán. No los derrotaron porque eran un pequeño cuerpo, pero hicieron un gran papel. Luego los embarcaron hasta Francia y los pusieron de punta de lanza porque eran unos soldados maravillosos.

España Cañí, uno de los camiones de La Nueve, circulando por las calles de París el día de la liberación

P.- ¿Pero cuál era su motivación, por qué morir si no era su guerra?
R.- Su objetivo principal era acabar con Hitler y Mussolini, los aliados que había ayudado a Franco a ganar la guerra en España. Los españoles tuvieron clarísimo desde el principio que tenían que combatir a los alemanes. No porque fuera necesario luchar contra el invasor, como en el caso de los franceses, sino porque arrastraban esa ideología. La mayoría eran comunistas y anarquistas que venían de luchar en España, y esa ideología les influyó para ver la guerra contra los nazis como una lucha de la humanidad entera.

P.- Precisamente, se reitera en la novela la esperanza de estos soldados de, una vez vencidos Hitler y Mussolini, combatir con los Aliados para derrotar a Franco en España. ¿Tenían esta idea realmente?
R.- Totalmente. Ellos se lo creían de verdad, pero los dejaron en la frontera donde los cazaron como a conejos. Ellos estaban convencidos que si los Aliados habían hecho la guerra y derrotado a Hitler y Mussolini, les faltaba la tercera pata. ¿Cómo iban a dejar a Franco en el poder? Se llevaron una desilusión enorme. Pero a la vez la planificación de los americanos fue lo que le permitió a La Nueve entrar en París. Los americanos no querían ni oír hablar de entrar en la ciudad. A nivel de lógica militar era intolerable. Entrar en Paris retrasaría la ofensiva contra los alemanes en el Rin y además les obligaría a alimentar a 4 millones de franceses hambrientos. Así que no entraron y así fue como se dirigió hacia allí el ejército francés del general Leclerc, en el que estaba La Nueve.

P.- El oficial que conquistó la cuidad fue el teniente Amado Granell, que apareció en la portada del diario Libération, aunque en el titular aludía al capitán Raymond Dronne "el primer francés que llegó al Ayuntamiento". ¿Por qué se ocultó en su día que los primeros soldados fueron españoles?
R.- Porque tenían que ser franceses. Francia había reconquistado Francia y De Gaulle tenía que entrar escoltado por soldados franceses. Al ver muchas de las fotografías se complica todo un poco, porque ves los nombres de los camiones y ponían Guadalajara, Madrid, Ebro... Pero lo taparon todo por orgullo, para reparar el orgullo nacional. Aunque los españoles de La Nueve dijeron: "panda de cabrones", les dio un poco igual porque ellos sabían que habían liberado París luchando por la causa de la humanidad y eso lo tenían muy metido en el alma por su ideología de izquierdas.

P.- En 2014 comenzaron los reconocimientos en Francia a estos soldados, ¿se hace por fin justicia histórica?
R.- Desde luego. Hay una periodista alicantina, Evelyn Mesquida, que fue la que allí en Francia se puso a pelear por el reconocimiento de estos héroes. Primero se colocaron placas en determinados puntos de la marcha de La Nueve. Después, ya cuando hicieron alcaldesa a Anne Hidalgo, supongo que un poco por su ascendencia gaditana, otro poco porque le parecía justo; hizo un gran homenaje y les dedicó una preciosa plaza a cuya inauguración fueron los reyes de España. Suprema ironía, un rey ensalzando la labor de un grupo de anarquistas y comunistas.

P.- Ahora que se hacen estos homenajes en Francia y tras tantos años de democracia en España, ¿por qué no se les honra en nuestro país?
R.- España es un caso aparte. He visto en internet mensajes diciendo que la historia de La Nueve es toda mentira, que si los rojos no sé qué... En la España de hoy no me lo puedo creer. Con este asunto existe la misma resistencia que hay a la hora de cumplimentar la Ley de la Memoria Histórica. Aunque empieza a haber iniciativas. Manuela Carmena quiere hacer también un jardín para la Nueve en la calle de los Hermanos García Noblejas, que eran una familia de franquistas, que pretende inaugurar en verano con la visita de la alcaldesa de París. Veremos.