Image: Pérez-Reverte: De nada vale una urna si el votante es analfabeto

Image: Pérez-Reverte: "De nada vale una urna si el votante es analfabeto"

Letras

Pérez-Reverte: "De nada vale una urna si el votante es analfabeto"

El escritor Arturo Pérez-Reverte y el ilustrador Fernando Vicente presentan el libro La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), una obra que pretende explicar la historia "de manera objetiva, limpia y sin clichés partidistas".

6 noviembre, 2015 01:00

Arturo Pérez Reverte y Fernando Vicente en la presentación de La Guerra Civil contada a los jóvenes

"Poeta español, académico de la lengua, al cabo de un tiempo se fue a Francia, donde murió". Leer está descripción de Antonio Machado fue el detonante que llevó al escritor Arturo Pérez-Reverte a sentir la necesidad de contarles la guerra civil a los jóvenes. "Este escamoteo de la historia, esta hiperprotección, está dejando a los jóvenes sin memoria y a merced de clichés y manipulaciones". Por eso La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), con textos del autor de Hombres Buenos e ilustraciones del artista Fernando Vicente, es un libro que rehúye el adjetivo y elude la valoración. "Yo podría dar mi opinión, que la tengo y la he expresado muchas veces, pero este libro no trata de eso", explica Pérez-Reverte. La idea es contar un episodio de tanta importancia de manera objetiva, limpia y sin los típicos clichés de trinchera que España lleva arrastrando casi ocho décadas. La obra se estructura en 30 breves capítulos, acompañado cada uno por una ilustración de Fernando Vicente. "Me ha dado mucho trabajo. Tenía escritas veinte páginas para cada episodio, y he tenido que irlas resumiendo, que es lo más difícil, para destilar lo imprescindible, la esencia de cada acontecimiento", cuenta Pérez-Reverte. Hechos puros e indiscutibles, datos libres de cualquier sesgo partidista porque "yo no tengo ideología, tengo biblioteca", asegura. El libro comienza haciendo un resumen general de los antecedentes más inmediatos, creando un marco que nos introduce de forma abrupta en la contienda. En ella se tratan los episodios más relevantes tanto de orden militar como civil, y se destacan personajes representativos como Miguel de Unamuno, protagonista del famoso "venceréis pero no convenceréis, Antonio Machado y su exilio, o los asesinatos de Federico García Lorca y Pedro Muñoz Seca. Pero el texto no se queda en el fin de la guerra, sino que avanza hasta tratar, de forma más somera, la época franquista y la transición democrática. Entre la multitud de fuentes consultadas, el académico destaca como de gran inspiración los textos del periodista Manuel Chaves Nogales, "padrino espiritual de la obra. El hombre que mejor retrató, con lucidez y brillantez, el ambiente de la guerra y que fue vilipendiado por los dos bandos por las mismas causas. Pensaba en cómo se lo contaría él a sus hijos". Pero no sólo el escritor ha consultado multitud de libros. Vicente ha hecho lo propio para acometer las ilustraciones: "Me fui a la feria del libro antiguo e iba caseta por caseta preguntando por libros sobre la Guerra Civil", recuerda. Sobre las ilustraciones, afirma que "como casi toda la documentación estaba en blanco y negro, me lo he llevado a mi terreno, a mi mundo, donde priman los grises, porque los tonos neutros te distancian y te meten en la época". De la técnica dice haber pintado con acrílico sobre papel, como habitualmente trabaja, "y en un caballete, porque soy un clásico". Las 32 ilustraciones originales se pueden ver desde hoy en el Museo ABC, que las expone hasta el día 8 de diciembre en una muestra que también contiene fragmentos del texto de Pérez-Reverte.

La sublevación, ilustración de Fernando Vicente

La Guerra Civil no es para ellos un episodio cerrado. "Es más, aún estamos viviendo sus consecuencias", afirma el académico. De ahí la necesidad de contar, de que la gente no olvide, de que entienda. Y más las nuevas generaciones, que no cuentan con la ventaja que piensa que tuvieron en su época. "Mi generación tiene una versión directa y fresca, ahora solo hay testimonios de segunda mano". Por eso nace este libro, como un mecanismo para hacer de acicate para la curiosidad del lector. "Este proyecto no pretende sustituir a los libros de historia, sino hacer de prólogo, abrir una puerta que ayude o incite a los lectores jóvenes, y no tan jóvenes, a introducirse en el tema". Sus propios hijos, de 12 y 15 años, ejercieron de 'termómetros' de los capítulos que iban terminando: "Lo leímos en tres días diferentes porque no paraban de hacerme preguntas. A raíz de este libro, mi madre que tiene 80 años les contó su experiencia como niña de la guerra, algo que yo juzgaba imposible". Por eso en el caso de los jóvenes, la desafección por la Guerra Civil es, a juicio de Fernando Vicente, "desinterés y desconocimiento", motivado por una educación que pasa de puntillas por el tema en lugar de concederle la relevancia que debería ostentar. "La educación es una papilla neutra y desnatada pensada para no ofender a nadie ni disgustar al mediocre", opina Pérez-Reverte. Detrás de esta mediocridad el escritor señala el papel de los políticos, aunque no ve "intencionalidad ni maldad, sino incultura, desconocimiento e ignorancia". Pero lo que juzga "gravísimo" el académico es el hecho de que los políticos hayan sustituido a los historiadores como contadores de la Guerra Civil, porque "convierten en política un pasado que desconocen para manipular el presente". La historia es precisamente algo que debería mantenerse ajeno a toda manipulación. En este sentido se posiciona Pérez-Reverte al hablar por ejemplo del polémico tema de la exhumación de fosas comunes, un tema del que "no se debería hacer uso político": "Si un bando sacó sus muertos de las cunetas en el 39, porque no va a poder el otro bando sacarlos ahora. Es algo que no debería ni discutirse, que sorprende que no se haya hecho de forma natural". Es ante esta manipulación, para evitar la indefensión que son necesarias obras como esta. "Los niños deben ver y saber, creemos protegerlos pero ocultarles cosas es peor que contárselas mal", reitera el escritor. "Debemos crear ciudadanos no inocentes ni ingenuos, sino lúcidos. Educados con capacidad crítica, que cuando llegue un discurso complejo sepan desmenuzarlo y extraer conclusiones. De nada vale una urna si el votante es analfabeto".