Image: Llenad la Tierra

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Letras

Llenad la Tierra

Juan Carlos Márquez

2 septiembre, 2011 02:00

Juan Carlos Márquez. Foto: Itziar Fullaondo

Menoscuarto. Palencia, 2011. 168 páginas, 12 euros

Con tres libros de relatos en su haber Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967), seleccionado en las dos mejores antologías del género en la actualidad (de Valls y Neuman), es uno de los valores más sólidos en la promoción que viene tomando el relevo en la buena marcha del cuento español en el siglo XXI. En Llenad la tierra, título del Génesis, ha reunido 23 cuentos protagonizados por una variopinta fauna de personajes que van desde los más excéntricos hasta los más comunes en situaciones cambiantes y con actitudes diferentes, estrafalarias casi siempre, tomadas de una realidad observada en escorzo, distorsionada por medio de la hipérbole, el misterio, el horror y el humor absurdo hasta llegar a visiones irracionales y surrealistas.

Los cuentos tienen una extensión muy desigual y también sus estrategias narrativas resultan muy variadas. Hay cuentos de naturaleza realista y composición clásica, como "Belgrado 1976", sobre las tensiones y conflictos entre los miembros de la selección alemana (con nombres de futbolistas bien conocidos) durante su concentración en vísperas de aquella final. En otros el realismo se vuelve crudo, como sucede en el final cortazariano que aguarda al asesino de "Llegado el momento", e incluso se llega al realismo sucio en la macabra degradación humana del marginado que en "Restos" se alimenta de lo tirado en los contenedores de un hospital. Pero a veces el realismo se complace más en lo cotidiano, adoptando una mirada original y lúdica sobre la peripecia vivida por una "Mujer desfallecida" y en los vencidos de la vida que se arrastran por los mostradores de los bares en "Subterfugios".

Algunos relatos son fantásticos, no tanto por desarrollar invenciones ajenas a la realidad sino por distorsiones de la misma gracias a la metalepsis, el paso de un elemento real a otro plano distinto del que le corresponde. Así ocurre en "El corazón de mi padre", donde se consideran las transformaciones operadas en la familia a causa de las mutaciones producidas en el corazón del progenitor. En otros, la fantasía se une con el humor y el disparate, como en "La meteorología": los apuros de un hombre para recuperar a su familia empeñada. En situaciones así es un acierto expresivo que la prosa se nutra de una adjetivación tan disparatada como acorde con la peripecia: "el cielo se va volviendo biodegradable, cetáceo, pluscuamperfecto y granujoso como el interior de una granada" (p. 107).

Hay cuatro relatos dialogados, cinco si incluimos "Sopla". Entre ellos se cuentan algunos de los mejores, desde "Mamá recitando a Neruda" hasta el "El orden integral". Son muy pocos los descuidos y no enturbian el alto mérito literario de una larga docena de cuentos.