Image: Atlas Mnemosyne

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Letras

Atlas Mnemosyne

Aby Warburg

3 diciembre, 2010 01:00

Aby Warburg: Atlas Mnemosyne. Plancha 42, 1929

Akal. Madrid, 2010. 192 páginas, 38 euros

La obra inacabada de Aby Warburg es la base para la exposición de la temporada en el Museo Reina Sofía: Atlas. ¿Cómo llevar elmundo a cuestas?, comisariada por Georges Didi-Huberman.

A Warburg se le ha calificado, muy ilustrativamente, como "el famoso desconocido". Y es que, hasta ahora, muy pocos lo habían leído... A este historiador del arte se le identificaba, más que como autor, con un instituto y una biblioteca. Pero, ¿por qué este desconocimiento? Existen varias razones. La escritura de Warburg, aunque sugerente, es críptica y difícil. La suya, además, es una obra fragmentaria y asistemática. Nunca escribió lo que llamaríamos una "obra definitiva", ni siquiera un libro en el justo sentido del término, sino una larga colección de artículos sobre los temas más diversos. Su aproximación -discontinua, inacabada- desborda los cauces por los que discurre el discurso académico, en los que se asienta -todavía hoy- la historia del arte... Todos estos aspectos, que lo alejaron de las plataformas del saber oficial, lo hacen particularmente atractivo a los ojos modernos.

La postura de Warburg se gesta en oposición al esteticismo -a esa idea de "noble simplicidad y serena grandeza" con la que los herederos de Winckelmann se enfrentaban al arte clásico- y el formalismo (Wölfflin) de su tiempo. Heredero de Jacob Burckhardt, entiende la historia como una interrelación de aspectos sociales, económicos y culturales. Abordó, además, la investigación con instrumentos propios de la antropología y la psicología. Con ello, ampliaba la disciplina más allá del historicismo, los estilos, las influencias y la cadena de relaciones causa-efecto. Más aún, influido por Nietzsche, buscaba una historia del arte viva, que respondiera a sus preguntas íntimas.

Existen muchos aspectos que interesaron a Warburg: la transmigración y la pervivencia de los símbolos, la astrología y los saberes esotéricos, la función del mecenazgo artístico, el intercambio cultural norte-sur… Pero se diría sobre todo atraído por los contenidos oscuros, no codificados o filtrados por la cultura, de la obra de arte. "Dios -dijo alguna vez- está en los detalles". Y es que lo que le interesaba era el reverso, el elemento inconsciente de la imagen, aquel que pervive soterradamente, al margen de épocas, formas y estilos.

El Atlas Mnemosyne, que concentró las energías del historiador en sus últimos años y que quedó incompleto a causa de su muerte, tendría que culminar su proyecto. Originalmente, se trataba de unos plafones con fotografías de obras de arte, fragmentos, imágenes de la prensa o tomadas de la realidad, reunidas en virtud de sus analogías internas. Cada conjunto, encabezado por un epígrafe textual funcionaba como un dispositivo para interpretar las imágenes. Pero todos aquellos que se han dirigido al Atlas con el ánimo de descifrarlo se han sentido desconcertados. Tal vez se tenga que hablar de Warburg como de aquel personaje de Borges que se encerró en una habitación para escribir un libro y hacer un laberinto. A su muerte, lo único que encontraron fueron miles de hojas manuscritas dispersas sin orden alguno por toda la cámara. Lo que nadie comprendió -comenta Borges a modo de conclusión- es que con ello había realizado las dos cosas a la vez: un libro que era un laberinto. De alguna manera, la biblioteca de Warburg es una suerte de Wunderkammern o gabinete de curiosidades y, como tal, representa una visión o interpretación del mundo. También, el Atlas Mnemosyne, -desdoblamiento visual de su biblioteca- implica una cosmovisión susceptible de recomponerse una y otra vez a través del juego de las asociaciones.

Se trata de una máquina para pensar las imágenes, un artefacto diseñado para hacer saltar correspondencias, para evocar analogías. Éste es el mensaje de Warburg inscrito en el reverso del Atlas Mnemosyne.