Image: Siri Hustvedt: Una debilidad nerviosa es una puerta abierta a la creatividad

Image: Siri Hustvedt: "Una debilidad nerviosa es una puerta abierta a la creatividad"

Letras

Siri Hustvedt: "Una debilidad nerviosa es una puerta abierta a la creatividad"

La escritora de origen noruego presenta La mujer temblorosa, un ejercicio de buceo en su biografía familiar

16 noviembre, 2010 01:00

Siri Hustvedt. Foto: Doménec Umbert.

Alta, esbelta, distinguida y con un apabullante aire nórdico que se explica por sus orígenes noruegos, Siri Hustvedt (Minessotta, USA, 1955) presenta en Barcelona su último libro, una obra en la que la autora teje los hilos del ensayo a través de una historia autobiográfica. Y es que La mujer temblorosa (Anagrama) parte de la experiencia vital de Hustvedt a raíz del fallecimiento de su padre. "A los dos años de su muerte -aclara- me invitaron a dar una conferencia en la Universidad de Minessotta. El tema era la pérdida del padre y mi discurso arrancaba evocando su figura y los recuerdos que atesoraba de nuestra relación. Nada más empezar a hablar unos intensos temblores me sacudieron de arriba abajo y ya no me abandonaron hasta que acabé. Mi cuerpo estaba descontrolado, mis manos no podían ni sujetar los papeles y mis rodillas chocaban entre sí pero, por suerte, mi voz sonaba con claridad y mi mente estaba lúcida. Naturalmente me asusté y a raíz de un segundo episodio como este consulté a un especialista y empecé a investigar las respuestas corporales y emocionales en distintas personas ante idénticas situaciones de estrés".

El resultado es un libro escrito desde el más visceral sentido del humor y en el que la autora narra sus vivencias en todo el proceso médico que atravesó hasta dar con el tratamiento farmacológico al que recurre ante este tipo de situaciones. Tres personajes, un psicoanalista, un neurocientífico y un psiquiatra estudian a la paciente, que desgrana la experiencia con la perspectiva del que sabe colocarse al otro lado de la verja para observar con distancia liberadora el césped ajeno y compararlo con el propio. "Siempre me ha interesado la investigación neurológica", explica Hustvedt. "Hace más de treinta años que leo sobre el tema y para escribir este libro me he documentado a conciencia. Todas las pruebas médicas que describo son experiencias reales. Es cierto que muchos piensan que sufrir una cierta debilidad nerviosa es algo muy negativo, pero yo como escritora percibo esta hipersensibilidad como un frente abierto para explorar y abrir puertas a mi creatividad. Ya lo hizo Dostoyevsky. Su epilepsia le sirvió para indagar en las complejidades de la personalidad".

Hustvedt ríe abiertamente al recordar ciertas pruebas truculentas a las que hubo de someterse. "El humor es una buena vía para desdramatizar situaciones", añade esta mujer rubia y transparente a la que es fácil imaginar navegando entre las frías brumas de los fiordos. Confiesa ser obsesivamente compulsiva en lo que respecta al trabajo, ya que su jornada laboral empieza muy pronto: "Hacia la seis de la madrugada, que es cuando me despierto. A las siete ya estoy frente al ordenador y ya no paro hasta las dos de la tarde, ni siquiera como, sólo pico algo ligero. A partir de entonces leo durante dos o tres horas y luego ya salgo a la calle. Este libro lo he escrito en un año, es poco tiempo pero es que trabajo mucho." Confiesa no poder leer a buenos autores cuando está en pleno proceso de escritura. "Hacerlo es muy peligroso (reconoce entre risas). Cuando mi hija era niña a veces le leía pasajes de Dickens antes de acostarla. A la mañana siguiente todo lo que escribía era una burda imitación de Dickens", el autor sobre el que versa su tesis doctoral.

Casada con Paul Auster desde 1981, afirma que "ser escritora y compartir profesión con alguien tan reconocido no es difícil, principalmente porque cuando nos conocimos él todavía no había publicado nada". "En esos años Paul escribió La invención de la soledad y cuando la leí por primera vez me pareció de una belleza sobrecogedora. Al cabo de poco tiempo vino La ciudad de cristal, que fue rechazada por diecisiete editoriales. Fueron años muy difíciles para ambos, y el apoyo emocional que nos dimos el uno al otro fue decisivo para nuestras respectivas carreras. La nuestra es una historia muy completa porque no es sólo una relación sentimental sino también literaria", recuerda esta escritora que confiesa "saborear a Emily Dickinson al menos dos veces por semana, hablar continuamente con Henry James y admirar de verdad a Jane Austen", una autora a la que vuelve una y otra vez atraída por su prosa "absolutamente higiénica". "Me gusta esa manera recta de plantear la escritura, sin perderse en la ornamentación para no distraer la atención del lector hacia lo que no es verdaderamente importante".