Image: Camilo José Cela

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Letras

Camilo José Cela

Poeta inédito a sus veinte furiosos años

24 enero, 2008 01:00

Antes de pisar la dudosa luz del día, es decir, entre 1934 y 1936, en vísperas de una guerra que iba a transformarlo todo, un joven poeta de veinte años llamado Camilo José Cela escribió un buen puñado de poemas que han permanecido inéditos hasta ahora, a pesar de que, en palabras del futuro premio Nobel, marcaban "la trayectoria de mi poética". Se encontraba entonces en sus años "más osados e irascibles" y, aunque en sus versos resuenen ecos de Juan Ramón, Salinas, Lorca, Aleixandre, Alberti y Neruda, es posible descubrir aquí la voz más libre, inocente y feliz de Cela. El Cultural anticipa hoy,de la mano de Adolfo Sotelo Vázquez, que explica su origen y avatares, estos poemas de juventud desconocidos, que permanecían custodiados por la Fundación CJC de Iria Flavia y que formarán parte como anexo de la nueva edición de Pisando la dudosa luz del día que lanzará la orensana editorial Linteo próximamente.

Poema nº 59 (Visión)
A L. R. S., mujer.

¡Como te veo en mí ahora que estás lejana!
¡ahora que ya te tengo segura para siempre
como te veo en mí!
¡ahora que la distancia te conserva sincera,
ahora que no resisto tus ínfimos silencios,
como te veo en mí!

¡Ay tu amor que no existe como se siente en mí!
¡Ay tu amor que no existe!
¡Ay las nubes que siento que salen de mi pecho,
como son toda imagen!
¡Y este espejo inocente o esta húmeda yedra
como me traen tu cuerpo violeta como el agua!
Ahora que son tus ojos tan hondos como lagos
un purísimo goce de mis manos,
ahora que son tus senos presentidos magníficos y leves
dos azules hortensias,
ahora que no te acuerdas de que yo te he querido…
ahora: en este mismo instante en que me siento inmenso
en que me noto fértil como paloma o rosa,
te presiento tan fija que temo reencontrarte
que temo y que deseo como la voz al aire,
como la mano al seno que aún es flor de almendro
como el cuerpo a ser sombra que no es bastante bella
como el pez a las rachas de frío de tus ojos…
…¡y siempre vuelvo a ti!
(¡Ay tu amor que no existe!
¡Ay tu amor que no existe!
¡Ay tu amor que no existe!...)


[Manuscrito inacabado] (1936-1937)

La luna sobre el mar. Lirio encelado
volcándose en la noche sin orillas.
Tierna amante la muerte, de rodillas
por las más hondas copas, lado a lado,
de la plata. El azul ensimismado […]


Poema nº 54 (Conocimiento)

ciudad desesperado ser o abril todo radiante
ay espiras ay nubes
ay semanas delgadas como juncos
es la larga escalera de la noche y el día
dilatada en el tiempo yo no sé
oh luminaria
oh rectilínea virgen de los días espléndidos como ventana o sexo
ahí tenéis los patios oscuros de redondas esquinas
o el viento almacenado está en las piedras
a mí que desconozco el sabor de las puertas
o los campos feroces que me hunden los ojos
y se sienten dolores idénticos a niño derribado como planeta o árbol
escucha hortensia o seno que necesitan tiempo
o la culebra estéril que muere como un pito
escucha

(el perro de la ociosidad difumina los muslos)

yo quisiera entonar sin prescindir de los brazos
laureles
como un mirlo o un río
ya viento como árbol agudísimo
los amores apremios que salen de tus oídos
oh ciudad
estupefacto punto o estrella bebedora
por tus espacios ya suenan los pasos de mi pecho
que sustenta la noche
ya trasponen las líneas con que el día nos aísla
ay concreto demasiado pertinaz
o nos sujeta fiero a cualquier pavimento
de donde no nacían ni rieles ni rictus
oh día en las espaldas desconchadas
esperanzas fallidas de árboles con espejo
yo os amo con hormiga en todo mi interior
quizá con un remordimiento de alfileres tardos oh ciudad
de alfileres como pies fríos que tanto odian la suela
que tanto húmedo aman la muerte en las esquinas
o el cerebro afrentoso que tanto aman los bueyes
yo igual os amo
turbio escapar del cable que nos ahoga largo
o del túnel que corta la sangre en nuestras venas
oh ciudad confluencia
oh azul azul la tregua y la ciudad

C. J. C.

(la técnica de este poema exige empezar todos los versos,
incluso el 1º, con minúsculas)

Llegada de la seriedad

A un amigo muerto.

¡Ay los serios caballos, amargos como oprobios!
Por estepas de hule, cabalgando tijeras
O desmontando peces, bostezando cenizas
O remarcando mundos, llega la seriedad
Como un amable establo, a limitar mi boca
Por dos muros azules.

¡Ay los veranos serios cual espejos cumplidos!
Mi amigo es un muerto con granizo en las manos.
Y un beso como un serio vals de remordimiento,
Es un amigo muerto con nieve en las axilas.
Yo estoy serio de pena como una dulce mano
Que se helara de pronto.

Y mi traje se rompe por la lluvia de lunas
Que brota de mis ojos como una enredadera
De humedad y de hueco. Un amigo es un muerto
Que mira a las estrellas.
29-X-36