Image: Los príncipes valientes

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Letras

Los príncipes valientes

Javier Pérez Andújar

3 enero, 2008 01:00

Javier Pérez Andújar. Foto: Eugeni Forcano

Tusquets. Barcelona, 2007. 233 páginas, 17 euros

La infancia es una mina de material literario. O, como dijo Rilke: "La patria de un hombre es su infancia". Pues de eso, de patrias y de infancia trata esta estupenda primera novela de Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, Barcelona, 1965), quien después de publicar algunos ensayos y trabajos periodísticos debuta en la ficción con una novela que de invención parece tener poco, y que se insiere directamente en esa veta de la autoficción que tan notables dividendos está lanzando a nuestras mesas de novedades. No está lejana esta obra, desde luego, a El mundo, de Millás, por muchas razones. La principal es el territorio elegido para esa mirada nostálgica y exegética del adulto. La del personaje de Pérez Andújar es una infancia de suburbio urbano, con nostalgias rurales, iluminada por la presencia de la amistad -qué magnífico personaje es ese niño serio, formal y lector que se llama Ruiz de Hita- y deslumbrada por otra presencia que le da sentido a todo: la de los libros.

Y es esto lo que le da sustancia a esta novela y la aleja de otras que parecían tener el mismo propósito. La patria de la que nos hablan estas páginas no es una sola: es la del mestizo paisaje de una gran ciudad -Barcelona en los 70- o de la propia familia. Aunque en realidad todo eso queda difuminado ante el descubrimiento de la verdadera patria, aquella que no viene determinada por el linaje sino por el corazón, a la que se arriba tal vez de la mano de un amigo verdadero, y que no es otra sino la de los libros. Pérez Andújar entona en esta novela un verdadero canto al descubrimiento de la literatura, al amor por las historias, a la carga de descubrimientos que trae cada nuevo autor. Y se atreve a analizar esa pasión lectura por lectura, a encontrarle los porqués y los cómos, de modo que todos los que alguna vez hemos sido lectores descubriendo el maravilloso mundo de la letra impresa no podemos más que emocionarnos hasta los tuétanos, alabar la valentía del autor, su estilo poético, su riqueza léxica, su sentido del humor, y recomendar con viveza la lectura de esta inusual, magnífica primera novela.