Letras

El reino animal

Sergio Ramírez

13 julio, 2006 02:00

Sergio Ramírez. Foto: Mercedes Rodríguez

Alfaguara. Madrid, 2006. 224 páginas, 15 euros

Los relatos pueden tener incluso una escasa relación con los animales que los habrían inspirado. Por ejemplo, uno de los más extensos es "Aves canoras", y trata, por consiguiente, de una característica de las aves, pero "Por qué cantan los pájaros" describe la vida de tres mujeres que coincidieron en un internado de monjas. Todas recuerdan la figura de una de sus profesoras que publicó un libro con el título del cuento, pero sólo una lo conservará y el autor nos ofrecerá una síntesis de sus existencias en tres jalones temporales, marcados por la infelicidad. "El día que habló la carpa" es, a la vez, un cuento de judíos en los EE.UU. y la denuncia de la situación de los "sin papeles" en aquella comunidad. El autor se sirve del humor inverosímil para suavizar la denuncia social.

El elefante merece, como el tigre, dos relatos. Uno de ellos sobre la memoria, la figura de la matriarca y sus costumbres sociales. El paralelismo con el ser humano se torna inevitable. El segundo se sitúa en Luna Park, un parque espectáculo donde el elefante jugará un papel importante. Pero cuando Topsy mata a uno de los guardas es condenada a pública ejecución mediante un complejo sistema equivalente a la silla eléctrica. La competencia entre Edison y Westinhouse por la naturaleza de la corriente contribuyen a conferir a la salvajada la naturaleza de farsa. En cambio, en el caso del tigre, uno de los relatos se sitúa en el hotel MGM-Mirage de Las Vegas, donde se practica también un espectáculo que casi acaba con la vida de un domador ("Padres e hijos"). La interpretación procede de la psicología humana ("Montecore desarrolló un secreto rencor en contra del mago por haber suplantado a su padre biológico...") Parecido análisis advertimos en "Terrible simetría", donde el tigre Ming vive en un apartamento de Harlem que su dueño debe desalojar. Junto al tigre conviven una boa y un caimán. éste y el tigre resistirán el acoso de la policía que pretende desalojarlos. Ramírez adopta el punto de vista del responsable policial y desarrolla el relato a través de un sugestivo diálogo. Junto al análisis de estas situaciones plenas de imaginación, descubriremos también el velado relato social, como la denominación de "La pulga", porque así se conoce a un niño drogadicto, "Gallinita del Monte", un adolescente pandillero o "El Zanate", dedicado a robar las radios de los automóviles. La denuncia de la situación social en Nicaragua podemos advertirla en exóticos y degradados paisajes rurales, incluso en "Miss Junie persigue a Miss Junie". La existencia de especies en las que se practica la homosexualidad (tema que ya trató Gide) ha de llevarnos a otras consideraciones ("Tribulaciones de la señora Kuek"). Pero su reino animal es el nuestro de cada día. Con su imaginación nos lo acerca.

Pese a un diferenciado tratamiento formal la intención moralista tampoco está tan alejada. Se nos ofrece a modo de lección, aunque lo exótico, como la foca desorientada que acaba en pleno Trópico asimilándose a los perros callejeros, prevalezca en ocasiones. El excelente lenguaje narrativo enriquecido con el habla popular convierten esta obra menor en excelente literatura.

Diecinueve especies animales sirven de motivo no siempre esencial a los relatos que el nicaragöense Sergio Ramírez (1942) ha reunido bajo título tan genérico. Cada uno de los animales al que hará referencia el relato figura en el libro con una fotografía y una descripción más o menos "científica". Pero hay mucha ironía y humor en este libro de Ramírez, bien conocido en España tras lograr el premio Alfaguara en 1998, su paso por la política en el gobierno sandinista, donde fue vicepresidente y haberse prodigado aquí en libros y apariciones en los medios.