Image: Claudio Guillén

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Letras

Claudio Guillén: "A la crítica literaria le falta rigor y le sobra ignorancia"

“A la crítica literaria le falta rigor y le sobra ignorancia”

20 marzo, 2002 01:00

Claudio Guillén, por Gusi Bejer

Pregunta: Para empezar, ¿existen las literaturas nacionales?
Respuesta: La literatura nacional es un concepto de principios del siglo XIX que tuvo una gran vigencia en el ámbito de una cultura cada vez más nacional y que ha seguido siendo válido en la universidad.
P: ¿Y fuera de la universidad?
R: No, no al menos para el escritor, para el creador, para el que la literatura nacional es una institución obsoleta.
P: ¿Por qué?
R: Porque el escritor actual vive en una casa de dos pisos: en el primero están los escritores de su lengua que le interesan o que forman parte de su tradición, y en el segundo está el piso principal, donde se encuentra su antología personal, universal.
P: ¿Hay muchos tópicos nacionalistas en la literatura?
R: Los tópicos del nacionalismo son muchísimos y hoy inundan nuestro ámbito. Es increíble hasta qué punto, ante Europa, nos presentamos como unos pardillos. A nadie, ni en Roma, ni en Londres, ni en París se le ocurre sacar pecho diciendo “somos el centro del mundo” como pasa aquí. Es grotesto.
P: ¿Y a qué se debe?
R: A que andamos cuadriculados y banalizados por los medios de comunicación que andan difundiendo los tópicos nacionalistas. Es muy importante que superemos ese complejo de inferioridad nacional.
P: Hablando de periodismo, ¿qué le falta a la crítica literaria en los medios?
R: Seriedad y rigor.
P: ¿Qué le sobra?
R: Ignorancia.
P:¿Todavía hoy?
R: Sí, aunque hemos mejorado aún estamos muy limitados, nuestro ámbito carece de amplitud. Queda mucho por andar.
P:¿Hacia América?
R: Sin duda, como miembros de la comunidad de lengua castellana, pero también hacia Europa.
P: ¿Cuáles son hoy, aquí y ahora, las mayores virtudes de la crítica académica?
R: La crítica universitaria es responsable de grandes hallazgos porque a la hora de buscar un gran libro sobre Jovellanos o Montaigne, su autor siempre ha hecho un doctorado.
P: ¿Y sus mayores defectos?
R: Los mismos que los de la universidad: caciquismo, aislamiento, endogamia...
P: Hay quien considera que el Estado no hace lo suficiente por la cultura. ¿es una crítica injusta?
R: Es un problema complejo.Quizá haga casi demasiado. Las ayudas al libro, la Biblioteca Nacional, el Museo del Prado son esenciales. Pero otras cosas se hacen mal.
P:¿Qué, por ejemplo?
R:Bueno, podría haber más ayudas a los creadores jóvenes. Se mima demasiado a los consagrados, con premios y honores, y se olvida a los que empiezan. En España hace falta una Biblioteca Europea, por ejemplo.
P: ¿Podría establecer un canon de la literatura hispana?
R: Es imposible. El canon responde a una tradición de la modernidad de convertir la literatura en un campo de batalla, pero el creador modifica el canon, lo tritura, lo convierte en su antología personal.
P: ¿Qué diez autores figurarían en la suya?
R: Diez son pocos. Mi antología personal empieza en Homero y Virgilio, pasa por los trovadores, el siglo de Oro, los simbolistas, Rimbaud, Galdós, Ortega y Gasset, Lorca, Cernuda, Blas de Otero, Bousoño, Hierro y tantos otros de todos los tiempos.
P: Este año se están celebrando los centenarios de Cernuda y Alberti. ¿cuánto hay de literatura y cuánto de necrofilia?
R: Yo no hablaría de necrofilia. Cernuda y Alberti se lo merecen todo, pero esto de los centenarios es enormemente superficial, una rutina descerebrada que compartimos con Europa.
P: ¿Qué recuerdo personal tiene de Alberti?
R: Siendo niño le traté en París, y luego en el Puerto de Santa María, al final de su vida. Le molestaba que le incluyeran en el 27, pero fue leal a sus amigos. Le tengo un cariño inmenso.
P: ¿Y a Cernuda?
R: Le conocí en México, en los años 40. Había sido amigo de mi padre, pero al final se enfadó con todos porque quería ser un poeta maldito. Era muy exquisito. Le hubieran molestado todos estos homenajes.
P: ¿Cuál de sus libros recomendaría a un joven lector?
R: De Alberti, Marinero en tierra y los libros del exilio, como Baladas y canciones del Paraná. De Cernuda, todo.
P: ¿En qué momento se encuentra la filología hispánica hoy y en quiénes se reconoce?
R: Sigue habiendo grandes maestros. Los hubo también en el exilio, los hay que nunca volvieron, como Sobejano o Márquez Villanueva. Entre los filólogos admiro a los que conozco mejor por mis trabajos e intereses, como Francisco Rico, Lázaro Carreter, Alberto Blecua, Begoña López Bueno, Aurora Egido, Pablo Jauralde; como historiadores de la literatura, Mainer y Soria Olmedo.