Un momento de 'Las cosas que perdimos en el fuego', adaptación de Leonel Schmidt de los relatos de terror de Mariana Enriquez. Foto: Reinaldo Altamirano

Un momento de 'Las cosas que perdimos en el fuego', adaptación de Leonel Schmidt de los relatos de terror de Mariana Enriquez. Foto: Reinaldo Altamirano

Teatro

El terror cotidiano de Mariana Enriquez irrumpe en los Teatros del Canal con la adaptación de sus cuentos

Leonel Schmidt sube al escenario los relatos de 'Las cosas que perdimos en el fuego' como parte del programa del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.

Más información: Vuelve el Festival de Otoño: cinco propuestas escénicas imprescindibles

Publicada
Actualizada

Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) siempre quiso escribir terror, pero al principio no le salía bien. Eso confesaba la propia autora en una entrevista publicada en El Cultural con motivo de la reciente llegada a España de su novela Cómo desaparecer completamente (Anagrama, 2025), que vio la luz originalmente en Argentina en 2004.

Con el tiempo aprendió y se doctoró con honores, hasta el punto de ser uno de los referentes del género en nuestro idioma.

Tanto es así que al periodista, dramaturgo y director Leonel Schmidt (Río de Janeiro, 1991) se le revolvieron las tripas cuando durante la pandemia cayó en sus manos un ejemplar de Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama, 2016), el segundo recopilatorio de cuentos de la argentina.

Era ya aquel el trabajo de una autora de terror más que consolidada, con una importante e ilustre medalla colgando sobre su pechera: en 2019 se había hecho con el Premio Herralde gracias a su novela Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019)

Fue ese galardón el motivo por el que Schmidt supo de la existencia de la escritora argentina y lo que le animó a sumergirse en su universo con Las cosas que perdimos en el fuego.

Y tanto le impresionó que se decidió a llevar a escena algunas de las historias recogidas en el libro en un proceso de selección cuyo criterio estuvo a caballo entre "el gusto personal y la forma en la que encajaba en la nueva versión", cuenta el director durante su conversación con El Cultural.

Finalmente, seis de ellas superaron el corte, a saber: "La hostería", "Bajo el agua negra", "Verde, rojo, anaranjado", "El patio del vecino" y, para terminar, la que da nombre tanto al recopilatorio original como a la versión teatral de Schmidt, "Las cosas que perdimos en el fuego".

La adaptación vio la luz por primera vez en Montevideo en febrero de 2024. Casi dos años después, y tras una gira por Argentina, aterriza en los Teatros del Canal en tres únicas sesiones los días 7, 8 y 9 de noviembre como parte del programa del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.

"Desde la lectura del primer cuento estuve convencido de que había algo ahí con lo que mi lenguaje dramático podría dialogar y construir combinaciones muy potentes", recuerda Schmidt. "Yo creo en el teatro como un motor para generar complicidad, una respiración acompasada entre el público y los actores. Tiene la virtud de conseguir que las emociones estén a flor de piel. Mariana [Enriquez] produce el mismo efecto en sus textos. Por eso supe que, si juntaba ambos factores, su narrativa y el efecto del teatro como manifestación viva, se podría conseguir algo explosivo".

"La emoción que sienta el espectador es lo de menos. Lo importante es que le atraviese"

Una sinergia que promete despertar en los espectadores el terror hacia lo cotidiano que es tan propio de la narrativa de Enriquez. ¿Pero ese miedo será de la misma naturaleza que el que encontramos en los textos de la argentina? Schmidt no sabe si será igual, pero sí está convencido de que no dejará indiferente a nadie.

Para ilustrarnos, nos recuerda las dudas que invadieron al equipo los días antes al estreno: "Durante los ensayos nos preocupaba no producir ese efecto de inquietud y horror tan habitual en la escritura de Mariana. Como ocurre en todos los oficios, uno tiende a perder la sensibilidad de las cosas que hace por culpa de la rutina. Les ocurre a los médicos y también a nosotros. Por eso, éramos capaces de ver el mecanismo del miedo, su engranaje, pero no sabíamos si el efecto sería el deseado".

Una escena del montaje de 'Las cosas que perdimos en el fuego'. Foto: Reinaldo Altamirano

Una escena del montaje de 'Las cosas que perdimos en el fuego'. Foto: Reinaldo Altamirano

Por suerte, sus temores no se cumplieron: "Felizmente vimos durante las representaciones en Uruguay y Argentina que algo se revolvía dentro de los espectadores. A veces era una emoción nueva y distinta a la que generaban los textos y otras era algo muy cercano. En ocasiones, incluso, nos contaban que no era terror, sino adrenalina. En realidad es lo de menos. Lo importante es que lo que está ocurriendo en las tablas atraviese al espectador".

Hilvanando cada uno de los relatos que forman la obra, Schmidt introduce la figura de una antropóloga, quien pondrá la lupa en la naturaleza de las acciones que veremos sobre las tablas y, reconoce el regista, es una suerte de trasunto de Enriquez: "Es ella sin ser ella. Vi todas sus entrevistas, escuché todos los pódcasts en los que participó. De lo que aprendí salen muchas características de este personaje. Lo que las une es ese amor por la investigación y la fascinación ante la certeza de que el monstruo, por encima de cualquier cosa, es humano".

De esta última reflexión surge la segunda influencia para este papel: "La creé —apunta Schmidt— con Hannah Arendt en la cabeza, en el sentido de que cuanto más miremos a los que perpetran estas atrocidades y los identifiquemos como monstruos y no como personas, más lejos estaremos de darnos cuenta de que la maldad es humana".

Y es que las historias son retazos fabulados de la más cruda realidad: feminicidios, infanticidios, abusos del poder... Nada más que el pan nuestro de cada día. ¿Se necesita algo más para estar aterrorizados?