Un momento de 'Soldadescas'. Foto: Yeses

Un momento de 'Soldadescas'. Foto: Yeses

Teatro

Yeses, la compañía integrada por reclusas que cumple 40 años de libertad sobre las tablas

Nacida en la antigua cárcel de Yeserías e impulsada por la directora Elena Cánovas, regresa al Festival de Almagro con una obra ambientada en la rendición de Breda que retrató Velázquez.

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Construido a finales de la década de 1920 como asilo de mendigos, fue centro de reclusión durante la posguerra, conocido ya como Yeserías y, más tarde, la cárcel de mujeres de Madrid. Fue allí donde, en 1985, Elena Cánovas, una funcionaria que se había licenciado en Dirección escénica en la RESAD, fundó un particular grupo de teatro llamado Yeses, integrado por reclusas. Desde entonces, cuenta su directora, habrán pasado por esta peculiar compañía unas mil mujeres. “La única que sigo soy yo”, bromea.

Premio Max de las artes escénicas a la labor social en 2017, a lo largo de estos cuarenta años, la iniciativa ha cosechado otras distinciones como el Dionisos de la Unesco (2007), la Medalla de Oro al Mérito Social (2019) o, en Italia, el Gramsci de Teatro en la cárcel (2023). De Yeserías a Carabanchel y de ahí al Centro Penitenciario de Madrid I Mujeres en Alcalá de Henares, sede actual de Yeses, ahora la calidad de vida ha aumentado.

Hoy tienen un confort razonable, aunque aún quedan cosas por mejorar. Antes la mayor parte de estos centros estaban aprovechados de la guerra, no eran cárceles como tal –recuerda su directora–. Los departamentos tenían una capacidad de 40 mujeres y las camas estaban dispuestas en los laterales, una detrás de otra, hasta el fondo. Hacía mucho frío. Incluso para el personal penitenciario era duro trabajar allí”.

Aquellos eran, además, los años de la heroína. “Las chicas que eran muy jóvenes estaban enfermas y tenían que pasar el síndrome sin ayuda. En ese mundo difícil nació Yeses”.

Un mundo que nos mostraron ellas mismas en obras como Mal bajío (1990), sobre la vida de las internas en prisión, por la que recibieron el Premio Calderón de la Barca, o La balada de la cárcel de Circe (2000), donde evocaban sus vidas antes de llegar al penal.

"Yo no hago actrices, sino mujeres capacitadas para reinsertarse y para mirar de frente". Elena Cánovas

Allí el teatro se fraguó como un espacio de libertad, un reducto que les ha permitido, a pesar de sus circunstancias, hacer giras fuera de los muros –esposadas y escoltadas, al principio, hoy con permisos penitenciarios–, llegando incluso hasta Berlín, durante un Encuentro Europeo de Teatro y Prisión. “Y así 40 años, que no es poco –celebra Cánovas–. Ahora hasta vamos a festivales”.

Este es, de hecho, el tercer año consecutivo que regresan a Almagro –lo hicieron antes con Hijas de la comedia y La traición de la amistad–, en esta ocasión con Soldadescas, de Julieta Soria, este martes 22 y el miércoles 23, en el Corral de Comedias.

Ambientada en la rendición de Breda a las tropas españolas en 1625, que Velázquez representó en su célebre pintura Las lanzasla obra simula un momento en que el general Spínola, tras la deserción de su ejército, se queda solo, a excepción del pintor y de cinco valerosas mujeres, las Rodaderas, que le ayudan a conseguir la victoria.

Interpretada por Andrea Plata, Mariana Popoca, Andrea Bellomo, Sonia Aranda y Cristina Cobaleda, además de Carlos Manrique, Rubén Cobos y Pilar Manso, estas Soldadescas,cuenta su directora, “eran mujeres que iban a la guerra, desde la retaguardia, para ayudar a los soldados como cocineras, lavanderas o curanderas. Ellas van a hacer la guerra de otra manera y las vamos a conocer a través de lo que dicen”.

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También de lo que muestran. En una especie de teatro dentro del teatro, “suben, bajan y cantan”, señala Cánovas sobre su aspecto más musical, compuesto por Juan Cañas, de Ron Lalá. Sin olvidar a su particular Velázquez. “Un personaje con una alegría especial. Un hombre de sombrero, pluma y capa que se aliará con ellas, mientras va construyendo su célebre pintura sobre las tablas”.

En ese contexto bélico, la obra propone un diálogo entre la historia y la ficción y reivindica el papel de la mujer. Ellas son ahora las protagonistas. Aquí han llegado gracias al rigor de la compañía. Cánovas tiene fama de ser exigente y perfeccionista.

“Tienen que memorizar y volcar sus emociones, pero también convivir. En el teatro desarrollan la solidaridad, la tolerancia, el respeto hacia sí mismas y hacia el grupo. Yo no hago actrices, sino mujeres capacitadas para reinsertarse y para mirar de frente”, apunta.

“Cuando miro atrás y veo el camino que hemos recorrido con tan poquísimos medios. ¿Cómo íbamos a llegar hasta aquí? Era impensable. Sin embargo, aquí estamos, como un bastión que resiste”, celebra.