Un momento de 'La herencia'. Foto: Marta Mas/Teatre Lliure

Un momento de 'La herencia'. Foto: Marta Mas/Teatre Lliure

Teatro

'La herencia', la colosal obra de seis horas que evoca a la generación que sobrevivió al sida

Josep Maria Mestres dirige en el Lliure esta premiada obra de Matthew López que reinterpreta la mítica Howards End de E. M. Forster. 

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Inspirada libremente en la mítica novela Howards End de E. M.Forster, cuando La herencia de Matthew López se estrenó en Londres en 2018 fue uno de los acontecimientos teatrales más importantes del momento.

Ambientada en el Nueva York de 2016, antes de las elecciones que ganaría Donald Trump por primera vez, y después de la crisis del sida, aquel título empezaba con un grupo de jóvenes homosexuales que se reunían para escribir una obra de teatro en un taller de escritura, con la presencia del propio E. M. Forster –“como todos sus íntimos, le llamaremos Morgan”–.

Un arranque metateatral, que le permitía a López ir construyendo su historia. “Poco a poco, la ficción entra en las vidas de estos escritores y las modifica, suple sus carencias y hace que se planteen cuestiones importantes sobre su propia existencia: cómo se relacionan, cómo se quieren o se detestan, cuál es su compromiso con su colectivo, su país, sus amigos y la sociedad”, cuenta Josep Maria Mestres (Calaf, 1959) a El Cultural.

El director, que llevaba años persiguiendo este proyecto desde que lo leyó por primera vez en 2018, plantea aquí una versión fiel a la obra de López, que ha sido considerada por la crítica como una de las más importantes del teatro estadounidense del siglo XXI.

Una experiencia –“realista y trágica, épica, sensual, lírica y cómica”–, de seis horas de duración dividas en dos partes, que pueden verse seguidas o en días alternos, y que Mestres dirigirá en el Teatre Lliure de Barcelona, del 20 de febrero al 16 de marzo.

“Pensamos que solo avanzamos, pero los hechos nos confirman que podemos ir para atrás". Josep Maria Mestres 

“Es absolutamente adictiva, y, al final, no quieres que se acabe nunca porque entras en un mundo que sientes propio. La herencia habla de todos nosotros, seamos gays o no, tengamos 30 o 50 años”, comenta.

Con un reparto encabezado por Carlos Cuevas, Albert Salazar y Marc Soler, y sobre una réplica de la sala de ensayos del propio Lliure que se ha trasladado al escenario, la obra de López nos sitúa en ese 2016 no tan lejano, para reflexionar sobre qué debemos a los que vivieron y amaron antes que nosotros. La generación inmediatamente anterior –representada en escena por Abel Folk y Carlos Martínez–, que fue la que sufrió la epidemia del sida a finales de los 80 y principios de los 90.

“Aquello fue terrible. La enfermedad arrasó con toda una generación. A veces hace falta que nos la recuerden porque, después de aquello, ¿dónde está la lucha?, ¿qué quedó de aquel espíritu?”, se cuestiona el director sobre esta obra que nos habla también sobre el legado generacional.

Lo que se transmite de generación en generación es ético, moral, político y profundoes una herencia, como en la novela de Forster, una casa con un legado espiritual”. Sin embargo, “ahora vivimos de una manera acomodaticia, damos por válidas las conquistas de derechos y libertades que ha consiguido el movimiento LGTBI, pensamos que solo vamos a ir hacia delante. Desgraciadamente, los hechos nos confirman que podemos ir hacia atrás también”. Algo que nos recuerda también La herencia.