Eduardo Vasco. Foto: Jesús Ugalde

Eduardo Vasco. Foto: Jesús Ugalde

Teatro

Eduardo Vasco, nuevo director del Teatro Español: "Me asombra el narcisismo que hay en el teatro hoy"

El director nos avanza los criterios artísticos que regirán el coliseo madrileño y, de paso, las claves de su último montaje, 'Las locuras por el veraneo', de Goldoni.

23 diciembre, 2023 02:17

El Ayuntamiento de Madrid (léase Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura) ha confiado a Eduardo Vasco (Madrid, 1968) la dirección artística del Teatro Español. Se avecina, pues, una nueva etapa en en la que la palabra volverá a ocupar el centro de la escena. Es una cruzada en la que Vasco está implicado desde los orígenes de su trayectoria y que hizo valer en sus años al frente de la CNTC. Antes de remangarse en sus nuevas responsabilidades, el director madrileño estrena Las locuras por el veraneo de Carlo Goldoni en las Naves del Español, que, por cierto, han vuelto a ser desgajadas de su matriz hasta ahora, el propio Español.

Pregunta. Las locuras por el veraneo es la primera parte de una trilogía dentro de la vasta obra de Goldoni. ¿Por qué apostaron por esta comedia en concreto?

Respuesta. No solo es una comedia deliciosa, sino que cuenta cómo, en definitiva, se pueden afrontar muchos problemas desde la moderación y la sensatez, y eso es algo que ahora nos conviene tener en cuenta: que si nos escuchamos más y bajamos un poco los decibelios nos entenderemos mejor…

P. Qué poco vemos a Goldoni por aquí, ¿no?

R. Bueno, vemos poco de casi todo lo que llamamos repertorio universal. Un déficit que afecta a nuestra capacidad de contrastar, de reflexionar y de generar belleza, en definitiva. Y Goldoni es, además, un autor que escribe sin demasiadas estridencias, que apuesta por retratar a sus vecinos y contarles historias para tratar de mejorar la sociedad de una manera elegante, suave y muy divertida. Supongo que no resulta tan atractivo si lo que quieres es hacer rocanroles…

[Eduardo Vasco y la muerte del hámster]

P. De esta respuesta se puede colegir cuál va a ser una de sus apuestas para el Teatro Español.

R. En este Madrid donde hay espacio para propuestas de todo tipo, el Teatro Español debe recuperar su vínculo tradicional con el teatro de texto, con el repertorio universal que siempre ha estado ligado a las grandes preguntas, a la calidad literaria; a la palabra, en definitiva. Reencontrarnos con las grandes obras, con los autores que han marcado las líneas estéticas de la historia del teatro y revisarlos desde la mirada de las gentes de la escena de los estos tiempos tan peculiares, con especial atención a la dramaturgia española.

P. Volviendo a Goldoni. ¿Qué aspectos de su dramaturgia le parecen más valiosos?

R. Me fascina esa capacidad para escuchar en los salones, en las plazas, en los mercados y destilar la esencia de lo que observa –problemas, inquietudes, contradicciones– en comedias que no tienen otro propósito que mejorar a las personas deleitándolas, a la manera de sus clásicos.

“El Español debe recuperar su vínculo tradicional con el teatro de texto”

P. Dicen que Goldoni supone el tránsito de la farsa a la comedia. ¿Comparte esta visión y, en caso afirmativo, cómo la interpreta?

R. Goldoni convierte la Commedia improvisada en un arte tangible. Transforma un género de tablado y plaza, el humo fugaz de los cómicos, en un arte casi pautado y transmitible con un carácter claramente reformista. Podríamos decir que añade lógica, sensibilidad y pensamiento a un género ya en decadencia, tan espontáneo como limitado por las tipologías. La suya fue una evolución lógica en aquellos tiempos de ambiciones ilustradas.

P. Vio a Goldoni representado por algunos compatriotas suyos de tanto prestigio como Strehler y Ronconi, honorables maestros. ¿Qué recuerda de aquellos montajes?

R. Fueron magistrales. Lo más impresionante era su pasión por el teatro, por la palabra; el conocimiento que se adivinaba detrás de aquellos oficiantes. Eran humanistas, talentos que habían dedicado mucho tiempo a la lectura, al arte, a la música y dominaban la manera de relacionarlos. Hablaban a su sociedad con una mirada claramente ideológica, con un afán contemporáneo, pero sin olvidar la tradición, manejando la herencia recibida como un valor. La recuperación del mundo de la Commedia por parte del Piccolo ya es patrimonio de la humanidad.

P. ¿Y ve analogías entre Goldoni y nuestros grandes autores áureos?

R. Sí, claro. Goldoni fue el autor extranjero más representado en el XVIII español. Su estilo bebe del Siglo de Oro a través de escritores franceses como Corneille –que plagió títulos áureos con gran soltura– y sus obras, posteriormente, influyen a nuestros dramaturgos patrios a través de refundiciones, traducciones o plagios directos. Pero sus planteamientos, al atravesar los criterios estéticos de nuestros compatriotas ilustrados, sufren todo tipo de deformaciones, tanto de los rígidos seguidores de los preceptos como de los que se los saltaban a la torera.

P. ¿Cree que una sociedad tan resabiada como la contemporánea está capacitada para asimilar y aprovechar las ‘moralejas’ de un dramaturgo del siglo XVIII?

R. Tampoco hemos cambiado tanto. Pero es muy diferente un autor que te regaña, que te interpela y te dice lo que tienes que pensar a lo que el veneciano propone. Goldoni es mucho más sensible, más inteligente que la mayoría de los dramaturgos ilustrados. No levanta el índice y te instruye sobre lo que tienes que pensar o sentir, cosa que, aunque parece de otro tiempo, ocurre bastante en nuestros días...

P. Es muy crítico con ciertas derivas del gremio teatral en los últimos años. ¿Cuál es la que más rabia le da?

R. ¡Rabia es mucho decir! No es para tanto. Considero que son derivas naturales. Pero reconozco que me asombra el ataque de narcisismo, de adanismo, que afecta a lo teatral en estos últimos años. ¡Hay tanto creador! ¡Tanto genio por metro cuadrado! Da que pensar… ¿Podemos ser todos análogos a los grandes dramaturgos de la historia? ¿Nuestras inanes experiencias se pueden comparar a las que han sustentado el teatro universal durante siglos? Yo lo dudo. Pero, en fin, son cosas que se arreglan leyendo…

P. El último anuario de la SGAE es demoledor en cuanto a las artes escénicas. ¿Qué propone para recuperar el público perdido?

R. No sé si tengo la fórmula correcta, pero siento que es muy difícil ser espectador de teatro hoy. Desde el gremio siempre hemos pedido confianza al público, pero ahora reclamamos casi una fe ciega. Y aquel que pasa por taquilla necesita alguna garantía porque tiene una oferta de ocio muy suculenta y la economía no está para tomar tantos riesgos. Debemos apostar por un teatro vivo y comprometido, ser atrevidos, incisivos, contemporáneos, etc., pero tampoco podemos olvidarnos de la demanda de quien da sentido al teatro.