Juan Maroto y Carlos Manrique en 'Cielo Calderón'. Foto: Yiwei Li

Juan Maroto y Carlos Manrique en 'Cielo Calderón'. Foto: Yiwei Li

Teatro

El cielo de Calderón o la vanguardia de Lorca

Sergio Adillo lleva a Clásicos Alcalá el montaje de 'La vida es sueño' con el que el poeta granadino puso a rodar La Barraca en 1932

10 junio, 2022 03:15

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Los primeros pasos de Clásicos Alcalá han estado dedicados a la poesía. Además de Isidro 400, de Julio Vélez y Daniel Migueláñez, y Alma y palabra. San Juan de la Cruz, de José Carlos Plaza y Lluís Homar, el certamen complutense presenta, este viernes 10, Cielo Calderón o La vida es sueño, el espectáculo con el que Federico García Lorca puso en marcha La Barraca en 1932.

"Debemos a La Barraca haber considerado por primera vez al público del mundo rural en una sociedad donde los políticos, los artistas y los empresarios solo hablaban a los consumidores urbanitas". Sergio Adillo

Escrito y dirigido por Sergio Adillo (Peraleda de la Mata, 1982), el montaje, producido por la Compañía del Instituto del Teatro de Madrid-UCM, ha realizado su montaje partiendo de la puesta en escena de Lorca, asentada en la vanguardia musical y teatral del momento (con influencias de los ballets rusos de Serguéi Diaghilev) y, especialmente, en las corrientes plásticas de los figurines y la escenografía del pintor Benjamín Palencia.

Interés por lo didáctico

“Sobre esta base historicista hemos tratado de reconstruir la propuesta de Lorca –explica Adillo a El Cultural–, pero desde la dramaturgia y la interpretación hemos buscado el contraste de géneros y registros: en el trabajo con el auto a veces nos acercamos a la tragedia, pero sobre todo hay un interés por lo didáctico y por la comedia muy del gusto del teatro popular, en comunicación directa con el público, casi propia del teatro infantil. En los interludios en los que vemos a los actores de La Barraca estamos más cerca del sainete o del vodevil pero en algún momento nos adentramos en el territorio del drama”.

Cielo Calderón entra dentro de un proyecto de investigación del Instituto del Teatro de Madrid sobre reconstrucciones históricas de autos sacramentales bajo la dirección de Julio Vélez. Hace tres años Jara Martínez Valderas montó la versión barroca del mismo texto a partir de las “memorias de las apariencias” del propio Calderón.

Arte por el arte

Ahora le toca el turno a la versión de Lorca, de la que se conservan, según Adillo, alguna grabación, fotos de la escenografía, figurines, y apuntes musicales: “El montaje tenía muchos nexos en común con lo que se estaba haciendo en Europa: el teatro simbolista, toda la tendencia del arte por el arte... La Barraca, por vicisitudes políticas, se vería obligada a dar un giro hacia el teatro de agitación y propaganda y Lorca montó Fuenteovejuna.

“A mí, como hombre del siglo XXI, el texto de Calderón me interesa porque presenta la libertad humana como un don -añade el autor y director-, como el más precioso de los regalos que se nos han concedido, pero sin olvidar que se trata de una libertad con límites, una libertad que debe ser usada con responsabilidad”. En la dramaturgia que se verá en Clásicos Alcalá, Adillo también se pregunta sobre los límites de la libertad de los creadores, de qué pueden hablar los artistas, cómo se dialoga con la tradición, quien es el responsable de que el público pueda llegar a sentirse ofendido por lo que se haga, se diga o se escriba...

El Siglo de Oro

“En mi opinión le debemos a la sensibilidad de La Barraca haber entendido la cultura como un valor en sí, más allá del negocio del entretenimiento, haber recuperado para la escena el repertorio del Siglo de Oro y haber considerado por primera vez al público del mundo rural en una sociedad donde los políticos, los artistas y los empresarios solo hablaban a los consumidores urbanitas”, sentencia Adillo, que el 15 de junio estrena en el Festival de Cáceres Menina, soy una puta obra de Velázquez.