Image: Mahler Competition, tras la batuta total para el siglo XXI

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Teatro

Mahler Competition, tras la batuta total para el siglo XXI

26 mayo, 2016 02:00

El director de Singapur Kahchung Wong. Foto: Michael Trippel.

El concurso de jóvenes directores más prestigioso y exigente del mundo corona a Kahchung Wong (Singapur) | Asia confirma su pujanza e Iberoamérica sigue ganando influencia en el mapa sinfónico

Una buena manera de sondear el perfil de directores que dominarán los auditorios en las próximas décadas es asomarse a la Mahler Competition, organizada cada tres años por la Sinfónica de Bamberg. Catorce directores de menos de 35 años, seleccionados de entre casi 400 postulantes de todo el mundo, se han disputado la corona que se ciñó en su primera edición, celebrada en 2004, un Dudamel veinteañero. En la bella ciudad alemana, con sus casas de vigas de madera a la vista, su plácido río y su cerveza ahumada escanciada a discreción en sus numerosos biergärten, el maestro venezolano empezó a expandir su energética personalidad por el viejo continente. Tan exitoso precedente inspira y alienta a otras jóvenes batutas, determinadas a repetir la misma ruta (con Bamberg como punto de partida) hacia las cumbres sinfónicas.

Entre el 6 y el 13 de mayo, todos ellos han afrontado un exigente repertorio para demostrar sus virtudes sobre el podio. Tras varias rondas eliminatorias, en la final se impuso Kachung Wong, de Singapur, que se embolsó 20.000 euros y el derecho a dirigir a la Sinfónica de Bamberg (¡a la que está abonada el 10% de los habitantes de la ciudad!) en uno de los programas diseñados para la próxima temporada. Por detrás quedaron el ruso Sergey Neller y el ucraniano Valentin Uryupin. Wong hizo gala de claridad y orden, aunque hubo quienes echaron de menos en sus modales un punto más de arrebato.

Para el ecléctico jurado fue, en cualquier caso, el candidato más completo, el que mejor media obtuvo en las distintas facetas sometidas a su escrutinio. "Nuestro examen abarca los 360 grados de su labor", explica a El Cultural Marcus Rudolf Axt, intendente de la orquesta y uno de los miembros de un 'tribunal' en el que convergen los directores Jonathan Nott (titular de la Sinfónica de Bamberg) y Neville Marriner, la cantante y también directora Barbara Hannigan, la presidenta y CEO de la Filarmónica de Los Ángeles, Deborah Borda, el fundador de la poderosa agencia Askonas Holt, Martin Campbell White, la mismísima nieta del compositor bohemio, Marina Mahler... No basta para ganar el dominio de la técnica, hay que desenvolverse bien como comunicador que conecte con los tendidos. Carisma y marketing combinados. "En el siglo XXI un director debe estar a la altura en muchos más frentes que en el XX", puntualiza Axt.

Rodolfo Barráez. Foto: Fundación Bolívar.

La pujanza asiática ha vuelto a quedar patente, como en todos los concursos musicales que se celebran hoy en el mundo. Aunque en este caso es un poco engañosa. "Hoy día hay muchos directores orientales que se han formado en Europa o Estados Unidos. Algunos inclusos tienen pasaportes de estos lugares. Las diferencias de estilo y de actitud son cada vez más estrechas. El criterio eficaz para clasificarlos es la escuela de la que proceden o los maestros históricos con los que se identifican y tratan de emular: Abbado, Maazel...", apunta Axt.

Echamos en falta presencia española. Y resulta también paradójica la escasez de aspirantes germanos (sólo uno: Georg Khöler), si tenemos en cuenta que el torneo se disputa en 'casa' y Alemania es la gran potencia orquestal europea. Axt tiene su teoría: "Nuestro sistema de educación musical no está especialmente orientado hoy día a la dirección, como sí ocurre en países como Venezuela, con su famoso 'Sistema', o en Finlandia, donde resalta la labor de Jorma Panula. También en Estados Unidos hay muchos centros donde se trabaja específicamente este campo. Son factores que propician el surgimiento cíclico de nuevas generaciones de directores. Aquí no tenemos nada parecido. El esquema de crecimiento profesional se ha visto, además, radicalmente alterado. Antes lo normal era combinar el estudio de un instrumento y la dirección en el conservatorio. Y cuando terminabas eras rápidamente absorbido por una amplia red de orquestas: como asistente, maestro de capilla... Karajan es buen ejemplo de esta trayectoria: él empezó en un teatro pequeño y mira dónde acabó. Ahora ya no funciona así, por la globalización y la eclosión oriental".

Otra eclosión llamativa es la de Iberoamérica. Es muy notable en el canto lírico: ahí están Juan Diego Flórez, Javier Camarena, Rolando Villázón, Ramón Vargas... Y lo va siendo también en la dirección: muchas batutas distinguidas ha surgido de allí en los últimos años, con Dudamel como líder fulgurante. Esa fertilidad tuvo su reflejo en Bamberg. Rodolfo Barráez y Paolo Bortolameolli defendieron el pabellón iberoamericano. El primero es un nuevo canterano de la factoría Abreu. Buscando en internet competiciones de directores en Europa encontró la Mahler Competition. "Tenía la ventaja de que no te pedían dinero por la inscripción, algo que es habitual en concursos de este tipo, pero me intimidaba su tremendo prestigio y el hecho de que su límite de edad fuera 35 años, porque yo sólo tengo 22. Pero apliqué, no tenía nada que perder", recuerda. Finalmente le seleccionaron y originó un revuelo mediático en Venezuela: "Todo el país sabe que estoy aquí. Desde que la ganó Dudamel es una cita muy famosa". Había una gran ilusión de que reeditase su victoria pero no hubo suerte: cayó en la primera la ronda, no sin antes dejar destellos de su empaque y su talento.

Paolo Bortolameolli. Foto: Kristan Toczko.

Bortolameolli, chileno de 34 años, alcanzó las semifinales: "Ha sido una experiencia magnífica. La Mahler Competion es única porque te permite dirigir a la orquesta completa, en su propio hall. Sus músicos se entregan al concurso. Son inmediatamente reactivos. Cuando intentas trabajar un detalle y no sale a la primera, paras y lo vuelves a intentar. En ese momento ves en sus ojos que se están conjurando para que salga como les has pedido. Es algo que te tranquiliza, humaniza la competición y, en definitiva, favorece la música. Me impresionó". Impresionado también quedó Barráez cuando le llegó su turno: "Yo era el penúltimo de la primera ronda. Tenía que empezar a las 6 de la tarde y ellos llevaban desde las 10 de la mañana trabajando con otros candidatos, pero a ninguno le faltó una sonrisa".

Tanto Barráez como Bortolameolli forjaron su vocación en el seno de sistemas de educación musical concebidos con una finalidad social. Barráez lo hizo en el 'Sistema' por antonomasia, que, con sus 41 años, "está en su mejor momento", sentencia. Él, con 14 años, se levantaba a las dos de la mañana para ir a las clases de violín en Caracas, a donde llegaba tras 7 horas de trayecto en autobús desde su ciudad natal, Falcón. En la actualidad hay en torno a un millón de jóvenes embarcados en él y sigue creciendo. El modelo se ha replicado por toda Iberoamérica. En Chile también lo han importado. Allí existía una iniciativa similar, impulsada por el compositor Jorge Peña Hen, pero el golpe de Pinochet truncó el proyecto. En los últimos años ha sido retomado por influjo del éxito venezolano. "Cada vez hay más orquestas en Chile. Estamos en un momento crucial, pasando de esa fase de integración social a la eclosión artística de un verdadero semillero de directores", remacha Bortolameolli. Veremos si ese proceso se encumbra en Bamberg.