Image: Fedra se rebela en Mérida

Image: Fedra se rebela en Mérida

Teatro

Fedra se rebela en Mérida

José Carlos Plaza abre hoy el festival con una nueva visión del mito

12 julio, 2007 02:00

Ana Belén protagoniza la versión de Plaza de Fedra. Foto: Sergio Enríquez

El Festival de Teatro Clásico de Mérida comienza esta noche en el Teatro Romano de la localidad extremeña con Fedra. La obra, una versión de Juan Mayorga que dirige José Carlos Plaza, inaugura un certamen que, hasta el próximo 26 de agosto, ofrecerá 18 espectáculos de teatro, danza y música, de los que ocho serán estrenos absolutos.

El rastro maldito de la transgresión planea sobre Mérida. La Fedra inmersa en una tristeza infinita y sumergida en un dilema ético sin solución, la esposa del héroe Teseo y madrastra enamorada de su hijastro, Hipólito, levanta esta noche el telón del Teatro Romano del festival de la capital extremeña en una versión de Juan Mayorga que recorre la historia del teatro europeo. El dramaturgo madrileño ha partido de las miradas que sobre el mito griego hicieron Eurípides, Séneca y Racine para crear una síntesis poética que, "a pesar de ser una interpretación libre, está en deuda con todas ellas", puntualiza Mayorga. No obstante, esto no significa que su Fedra sea una versión modernizada con pantalones vaqueros o gángsteres ni que esté bañada en un aroma exclusivamente clásico, sino que está situada en un tiempo mítico, "siempre actual y sin fronteras, indefinido y confuso, en el que todo es posible y las pasiones permanecen en su pureza", según apostilla el director del montaje, José Carlos Plaza.

En ese espacio atemporal y aparentemente idílico será donde se geste la inevitable tragedia de una mujer que, raptada primero y transformada después en reina a raíz de su matrimonio con Teseo (Chema Muñoz), se enamorará de su hijastro, Hipólito (Fran Perea), durante la ausencia de su marido. Culpable e inocente, torturada por el deseo y por los remordimientos, y atrapada por una pasión a la que se resiste y que irremediablemente la vence, Fedra, introducida en el cuerpo de una reversible Ana Belén, confiesa su pasión a Hipólito, empujada por el consejo de su confidente Enone (Alicia Hermida).

Papel sobrecogedor. Horrorizado, el joven la rechaza. "Y es que Hipólito es un personaje que reniega del amor", explica el malagueño Perea. "Es un chaval joven que, en teoría, va a acceder al trono. Algo que tampoco le preocupa. él sólo intenta construir su vida más allá del poder y de los sentimientos".

El desprecio de Hipólito y el temor por el posible castigo de Teseo al regresar a casa no revocará, sin embargo, el amor de Fedra, "capaz de arrastrar con todo lo que se encuentre a su paso", apunta Mayorga, quien confiesa haber ideado este sobrecogedor papel pensando exclusivamente en la actriz y cantante de Madrid.

"Cuando José Carlos me propuso escribir esta obra con Ana Belén como protagonista, inmediatamente acepté entusiasmado", apostilla el autor madrileño. Con este título, la actriz regresa a Mérida doce años después de protagonizar La bella Helena, que interpretó también bajo las órdenes del ganador del Premio Nacional de Teatro en 1967, 1970 y 1987, frente al público del Teatro Romano. Pero esta vez lo hará, asegura el director, "para romper con todos los moldes, mostrar su versatilidad e introducirse en la hondura del mundo interior de un ser completamente en llamas".

Plaza, en un intento por ser coherente con su propia definición de ser "un director de actores para el que lo más importante es la interpretación del personaje, sus miradas, gestos e interrelaciones", ha huido de todo lo anecdótico para crear un montaje esencial en el que nada desvirtúa el significado de la obra.

Canto a la libertad. Una isla sobre un mar negro y un espejo será la única escenografía sobre la que se ubique este canto a la libertad en el que la luz juega un papel esencial "al confeccionar un brutal desenfoque sobre los elementos materiales y centrarse, engrandeciéndolos, en cada uno de los personajes".

Pero, ¿por qué ese juego fundamentado en el espejo-negro? "Porque ambos tienen una significación muy concreta. El espejo es el único lugar donde nos miramos continuamente para vernos a nosotros mismos. El negro es el color del destino", determinada el director, sobre el que aún resuena el aplauso de los más de 100.000 espectadores que fueron testigos de su estelar Yo, Claudio, una producción con la que también abrió el Festival de Mérida en 2004 y por la que recibió dos premios Max de teatro el año pasado. Un reconocimiento por el que Plaza prefiere pasar casi de puntillas, entre otros motivos porque "a estas alturas ya no tengo problemas de éxito. Al fin y al cabo, el éxito ya no depende de mí, sino de un teatro que está en manos de un mercado muy difícil de comprobar", lanza con un cierto tono de crítica. "No confío en los éxitos; sólo en el espectador, sean muchos o pocos".

Con la única intención de que sea el público quien se aproxime a Fedra, Teseo e Hipólito, "para ver si se nos pega un poco de su grandiosidad y nos limpia de tanta mediocridad que se está acumulando sin cesar sobre nosotros", Plaza recupera para la Mérida de las heroínas una Fedra reprobable y repulsiva, a la vez que admirable y atractiva, que ha sido fuente de una rica literatura dramática. ésa que "toca el alma, aproxima a las raíces humanas y proporciona las auténticas fuentes para la creación". Y que puede servir de contrapeso a una realidad bastante desagradable.

"Actualmente, estamos inmersos en una sociedad mediocre, movida por el miedo a todo, al terrorismo, a lo incierto, a no tener suficiente dinero... Ese pavor es el que está provocando que todo se transforme en mezquino. Tengo la sensación de que la evolución de esta sociedad tiende a crear cadáveres domesticados", increpa Plaza.

Tras su paso por Mérida, donde permanecerá en cartel hasta el próximo 22 de julio, Fedra viajará al Grec de Barcelona (del 1 al 5 de agosto), para después recalar en Madrid, donde abrirá la temporada del Teatro Bellas Artes el 7 de septiembre. En el coliseo madrileño estará hasta el 28 de octubre. Después, serán Bilbao, San Sebastián y Valencia los siguientes destinos de una Fedra consciente de que vivir es un riesgo esencial y un camino hacia el precipicio.

Guerra, exilio y lucha por la igualdad

La mujer es la flecha que conduce el Festival de Mérida. Su rastro muestra algunos de los poblemas que tiene hoy en día, como son la guerra, el exilio o la lucha por la igualdad. Para ello, el festival, que además de la representación de Fedra, cuenta con varias obras con título femenino. Tras el montaje dirigido por José Carlos Plaza, el Teatro Romano acogerá Las Persas, obra de Esquilo que Calixto Bieito ha subtitulado Réquiem por un soldado. Aunque más bien debería decir soldada, ya que la protagonista de la obra es una militar del ejercito español, interpretada por Natalia Dicenta, destinada en Afganistán. Luego llegará un viaje al pasado con Lisístrata. Más de 25 años después de debutar con la obra de Aristófanes en el festival, el autor Manuel Martínez Mediero y el director Antonio Corencia recuperan el texto para un reparto con Miriam Díaz-Aroca al frente. Y la mirada del otro lado del Atlántico se posará sobre Eurípides con la Andrómaca que interpreta un elenco nicaragöense encabezado por Magelda Campos. El resto del programa incluye también la rebelión de Antígona que tendrá lugar en el nuevo espacio de la Alcazaba.