Teatro

Thomas Ostermeier: "Dirigir en Berlín es un privilegio"

XXXI Sitges Teatre Internacional

31 mayo, 2000 02:00

"No me interesa el teatro tradicional como maquinaria de ilusiones. Mi inspiración viene del teatro revolucionario ruso de los años 20 y del cine"

Thomas Ostermeier es director de la Schauböhne am Lehniner Platz, centro experimental de la escena berlinesa. Pasa la treintena pero ya se ha convertido en uno de los más prestigiosos directores de escena. Cuando asumió la dirección deesta institución pública, hizo una declaración en la que él y sus colaboradores defendían un teatro político o social. Ahora, visita Sitges para impartir un taller de creación junto con uno de los dramaturgos de su equipo, Marius Von Mayenburg.

-En el manifiesto que usted y su equipo han difundido explican que quieren hacer un tipo de teatro que tenga influencia política en la sociedad. ¿Qué ideología política tiene usted?
-La expresión manifiesto fue creada por la prensa. Nosotros llamamos a nuestro texto "dirigido al público". Es decir, queremos explicar lo que vemos y lo que intentamos hacer en pocas palabras para llegar a un público extenso, no a una elite. Vemos que el teatro ha perdido uno de sus sentidos. Hoy, el teatro que se hace en Alemania es para entretener, es un teatro de estrellas. Nos gustaría recuperar temas y formas contemporáneas y relevantes y ser atractivos para un público que habitualmente prefiere ir al cine o navegar en internet. Esto no quiere decir que nosotros nos inclinemos por representar la reciente corrupción de Helmut Kohl. Preferimos historias que tienen un perfil más universal. Por ejemplo, la división del mundo entre pobres y ricos. Personalmente, todavía me gusta la idea de la justicia y la libertad en el mundo.

-Ha dicho que su idea del teatro político o social difiere del concepto tradicional. ¿En qué?
-No me interesa el teatro tradicional como maquinaria de ilusiones. Mi inspiración viene del teatro revolucionario ruso de los años 20 y del cine. Como director artístico prefiero trabajar con un equipo en lugar de una jerarquía, trabajar con transparencia en lugar de tomar decisiones misteriosas y solitarias.

-Usted rechaza el teatro de ideas. Entonces ¿defiende un teatro basado en la representación de imágenes que puedan conmocionar al público?
-Los alemanes somos famosos por tener ideas y hablar de filosofía. Esta gran tradición nuestra a mí también me gusta. Pero en el teatro prefiero la mentalidad más realista y pragmática de los escritores británicos. El teatro debe mantener un equilibrio entre personajes y lenguaje. Las obras alemanas tienen una tendencia a interesarse más por el lenguaje. Una generación entera de autores copia siempre a los iconos contemporáneos del drama como Möller y W. Schwab.

-¿Cómo vincula a los autores con la representación y por qué es para usted tan importante?
-Nosotros preferimos hablar con los autores antes del estreno de sus obras. Organizamos talleres y lecturas con actores. Dos de los más talentosos autores alemanes, Marius von Mayenburg y Roland Schimmelpfenning, pertenecen al equipo de la Schauböhne y están vinculados en otras tareas.

-Exige a sus actores que se dediquen en exclusiva a su compañía ¿Por qué?
-Tenemos un enorme programa para los próximos dos años. Aparte de los estrenos, necesitamos organizar nuestra forma de comunicación, para lo que necesitamos devoción y concentración. Los actores eligen por sí mismos.

-¿Por qué cree que en una sociedad opulenta como la alemana el teatro no podría sobrevivir sin la ayuda del gobierno?
-Asumimos riesgos artísticos que no podríamos afrontar si produjéramos sólo para teatros comerciales. Esto nos hace frágiles y vulnerables ante una mayoría de público que gusta el teatro de entretenimiento. Pero, desde mi punto de vista, en la sociedad debe haber también un ámbito para ese teatro no comercial.

-Intente situar la Schauböhne dentro del panorama teatral de Berlín.
-Sólo en una gran ciudad como Berlín puede haber diferentes tipos de teatro. En una ciudad pequeña hay uno o dos grandes teatros que cubren las necesidades de la ciudad entera. Afortunadamente hay suficiente gente en Berlín que quiere ver obras nuevas y extranjeras. Es también un privilegio porque la audiencia de una capital tiene un gusto más refinado y, en gran medida, más tolerante, y por tanto no tenemos por qué mentir acerca de la calidad de nuestras obras ni producir para todo el mundo. Pero, por supuesto, todo el mundo es bienvenido a nuestra casa.