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Ópera

Händel toma un té con Virginia Woolf en Peralada

El Festival de Peralada ofrece desde este viernes una versión de 'Orlando' firmada por el imaginativo regista Rafael R. Villalobos, dirigida por Dani Espasa y protagonizada por Xavier Sabata

30 julio, 2021 10:20

Si estudiamos, sin ánimo de exhaustividad, la historia de la ópera, muy rápidamente hallamos arias o ariosos en los que los autores, tanto libretistas como músicos, colocan a alguno de los protagonistas en la situación que conduce a la más desquiciada vesania. Sin duda una de las primeras muestras, y de las más bellas, es la que protagoniza Orlando en la ópera de Händel así titulada, estrenada en el King’s Theatre, Haymarket, de Londres en 1733.

La obra partía de la adaptación de un antiguo libreto de un colaborador de Händel, Carlo Sigismondo Capece, ilustrado en 1711 por Domenico Scarlatti. Última ópera dedicada al castrato Senesino, que acabó riñendo con el compositor. Se recuperaría solamente en 1922, en Halle, y desde entonces sería una de las óperas más frecuentadas del autor. Orlando es un personaje contradictorio, que dispone de números musicales que tocan los afectos más diversos, de las arias de carácter heroico hasta las meditativas. Siempre se ha alabado como uno de los momentos más logrados la escena de la locura de final del segundo acto en la que el protagonista, alterado al contemplar los nombres de Angelica y Medoro grabados sobre los árboles, se imagina que se encuentra en el infierno. Acomete primero un recitativo accompagnato, Ah! Stigie larve!, de gran originalidad, vigoroso, cada vez más lento, con armonías ambiguas y cambiantes.

Una escritura frenética

La última sección viene constituida por un rondó, de línea bastante simple, aunque lleno de emoción, que adopta un ritmo de gavota. Son dos los episodios o couplets que separan el refrán: el uno, Vaghe pupille, a lomos de un basso ostinato cromático; el otro, Ma, sì, pupille, que marca el tránsito de Orlando a un humor vindicativo, aparece dominado por una frenética escritura de los violines. Con todo ello Händel logra comunicar desorden y caos; eso sí, mediante una organización musical perfecta, rectilínea. Lo consigue con la yuxtaposición de ideas y ritmos, y el sentido de las progresiones armónicas subyacentes. Sólo en su futura Hércules obtendría Händel similares efectos.

Todo este cúmulo de bellezas, junto a las otras muchas que atesora la partitura —una más de las escritas sobre el mismo asunto—, podrán ser disfrutadas en la nueva producción que se presentará en el Festival de Peralada este viernes 30 de julio y que lleva la firma del inquieto e imaginativo Rafael R. Villalobos, uno de nuestros registas más revolucionarios, que juega con referencias literarias y cinematográficas tratando de recuperar la esencia de aquellos primeros años del siglo XX, tan influyentes para la cultura de nuestros días, protagonizados por el famoso Grupo inglés de Bloomsbury agavillado en torno a la escritora Virgina Woolf. Una propuesta curiosa y atractiva.

Para dar vida al personaje central se cuenta con el contratenor Xavier Sabata, voz oscura y sugerente, de técnica probada y línea de canto bien perfilada, que tendrá a su lado a dos estupendas sopranos, la gentil y aérea Sabina Puértolas (Angelica) y la virtuosa y bien asentada Marie Lys (Dorinda), al tonante y musical barítono José Antonio López (Zoroastro) y a la consistente mezzo lírica Eve-Maud Hubeaux (Medoro). El escrupuloso y sesudo clavecinista Dani Espasa dirigirá a su grupo Vespres d’Armadi.