Los miembros de Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos de Madrid.

Los miembros de Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos de Madrid. Cristina Villarino

Música

El éxito cañón de Alcalá Norte: "Todo el mundo está deseando que nos demos la hostia"

La banda de Ciudad Lineal culminará la gira de su álbum debut con un triplete en La Riviera de Madrid. Ya están preparando un nuevo disco y su primer asalto al Movistar Arena. 

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Alcalá Norte podría ser lo más parecido a un milagro. Quién habría dicho que una banda de treintañeros de barrio publicarían el mejor disco de 2024 cantando himnos generacionales de principios del siglo XX.

Su canción más famosa, La vida cañón, surgió de un recorte de prensa de la revista Mundo Gráfico de 1935 en el que un señor de una corrala de Lavapiés contaba qué haría si le tocase el gordo de la lotería.

Podrían ser otra banda indie de las que se han multiplicado en los últimos años, pero ninguna se había atrevido a cantar sobre la Primera Guerra Mundial, Jünger, Goebbels y Cristiano Ronaldo.

Sus letras son extravagantes, retorcidas, ingeniosas y frescas. Su sonido oscila entre el post-punk británico y el pop-rock ochentero de la Movida. Con su debut homónimo, editado por la discográfica Balaunka, han agitado la escena nacional de guitarras y se han recorrido toda España.

Una centena de conciertos después, culminan su Gira Cañón con tres shows en la Riviera de Madrid el 20, 21 y 22 de diciembre, para los que ya cuelga el todo vendido, y otro el 24 de enero en Barcelona antes de cruzar el charco a México en marzo.

Nos adelantan, además, que el recinto madrileño ya se les ha quedado pequeño. En febrero de 2027 tocarán en el Movistar Arena con un nuevo disco, que saldrá en otoño de 2026. “Queríamos tocar en Las Ventas pero allí, por el formato, no podemos hacerlo como nos molaría”, cuentan.

El quinteto va batalla a batalla y este frente queda lejos. “El futuro es ahora”, dicen. Su cabeza está en la Riviera. Quedamos con ellos dos semanas antes de esta cita en el parque de la Quinta de los Molinos, cerca de su local de ensayo y a una parada de metro de lo que ellos llaman “la sede”, el centro comercial del barrio de Ciudad Lineal que bautizó a la banda.

Desde fuera, parece el recreo de una clase de diversificación de 4º de ESO. Álvaro Rivas, vocalista, virtuoso letrista y una bomba de relojería cuyo temporizador solo sabe manejar Jaime Barbosa, baterista y jevi de tobillo fino.

Estos dos amigos, junto al antiguo guitarrista Juampi Juliá, fundaron la banda en 2019. En este lustro han desfilado hasta cinco músicos por sus filas y fueron dos las veces que casi se disuelven.

Pero en 2023, Carlos Elías, ‘Dr. Rock’, productor y guitarrista, vio en directo a “un frontman que se comía el escenario y unas canciones con una personalidad arrolladora” y supo que debían hacer un disco. “Él va a más conciertos que nadie, así que si está en el tuyo es que tienes una oportunidad”, dicen sus compañeros.

Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos, Madrid.

Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos, Madrid. Cristina Villarino

Después, se unieron Pablo ‘Admin’ Prieto, bajista y genio detrás de la estrategia machacona en redes sociales que avivó la fama del grupo, y la teclista Laura de Diego, capaz de amainar con su sonido psicodélico el exceso de testosterona.

Aparentemente no tienen nada que ver entre ellos –se han ganado la etiqueta de grupo Frankenstein–, pero han conseguido entenderse a costa de “mucho hablar” y “de muchas peloteras”. “Las bandas que no discuten me dan miedo”, asegura Elías. “Lo importante es que las canciones salen y de gira nos llevamos bien”, añade Rivas. “Si estuviésemos mal entre nosotros no aguantaríamos”, dice la teclista. “Yo sé más de un grupo que en la furgo ni se hablan entre ellos”, reitera el Dr. Rock.

Un pelotazo masivo

Alcalá Norte se ha consagrado tocando incansablemente en salas y festivales. “Lo normal sería no tocar tanto para generar expectación, pero tenemos que comer y queremos ganar dinero”, asume Rivas.

No es lo más habitual, teniendo en cuenta que la industria musical mide cada vez más el éxito en streaming y reproducciones.

Ellos se “han salvado de los singles” y de colaboraciones forzadas. “No hay nadie que funcione peor en digital y gane tanta pasta en directo como nosotros”, reconoce el vocalista.

“Tenemos fans fieles, que compran discos, beben cerveza y van a conciertos”, explica el bajista, aunque asegura que “hay peña, y también carcas, que no tienen pasta para venir. Me escribe mucha gente por Twitter e Instagram diciéndomelo. Me acuerdo de un chaval de 17 años de Algeciras, que no tenía con quien ir y no tenía un duro. Le dije: yo te invito. Porque me hubiese gustado que lo hubiesen hecho conmigo en aquella época en la que yo no tenía pasta tampoco”.

Aun así, más cercana a la generación X que a la Z, la media de edad de sus conciertos no les sorprende. “Ninguno tenemos cara de joven”, dice Barbosa y apostilla: “Yo no he sido joven nunca”. Basta echar un vistazo a su atuendo de auténtico jevi de Gran Vía para comprobar que es cierto.

“Me hace mucha ilusión que señores de 60 digan: llevaba 30 años esperando un disco como este. Porque a los jóvenes hoy les gusta pero mañana quieren ser raperos. En cambio sé que ese señor más viejo que Carracuca se va a llevar a la tumba el álbum de Alcalá Norte”.

Dar el pelotazo tan rápido y de forma tan masiva les ha cambiado la vida, al menos, en lo básico. Trabajar solo de esto les ha permitido, y de algún modo presionado, a pensar ya en un segundo disco.

“Barbosa y yo somos personas muy poco ambiciosas, nos conformamos con muy poquito, por eso con esto estamos atendiendo a las expectativas de otros. Lo bueno es que nos está presionando gente de la que nos fiamos mucho, como nuestro manager”, dice Rivas. “Todo está consensuado. No se da un paso sin preguntarnos a nosotros, tenemos esa suerte inmensa de que nuestro equipo está de nuestro lado”, señala Elías.

"Tenemos fans fieles, que compran discos, beben cerveza y van a conciertos”, Pablo ‘Admin’ Prieto, bajista

Con este nuevo proyecto no buscan pegar ningún volantazo –“Queremos hacer Alcalá Norte 2”–, un álbum “continuista”, en el que “ahora hay más heavy metal”, dice el cantante. Barbosa no discrepa, aunque matiza: “Está en el plan que haya más”.

Todavía se encuentra en proceso de composición, pero Rivas cuenta que ha tenido que volver a llenarse de aquello que le interesa, como “la guerra y la técnica”, temáticas arraigadas al peso de la historia. “Si escribo sobre cosas cotidianas, corre el peligro de que al día siguiente ya no me molen”.

Sus compañeros dicen que siempre está escribiendo, en cualquier lado. Él, autoexigente y algo neurótico, se ha desencantado de algunas canciones del álbum debut pero, al mismo tiempo, teme perder la frescura y la autenticidad con la que componía en sus inicios.

Le aterra hacer productos y no canciones. “Profesionalizar este impulso mío me parece de puta broma”. Barbosa, sin acritud, le corta: “Te has contradicho siete veces durante la entrevista”, y añade: “El único que habla de la palabra ‘producto’ eres tú”.

Se enzarzan, ante la mirada cómplice de sus compañeros, en lo que podría parecer una discusión, si no se intuyera el cariño que ambos comparten.

“Siempre te he dicho: esto lo veo y esto no. Y eso siempre va a ser así”, le advierte Barbosa. “Hay un control de calidad muy efectivo en el grupo y es él. Aunque sea el batería, está atento a todo lo que ocurre en el estudio, no pierde detalle y sabe si algo es o no Alcalá Norte”, interviene Elías.

Rivas cede ante su amigo: “De ti, me fio”. Aunque relativamente. “Lo sigo viendo insostenible en el tiempo. Tienes que ser un sociópata de manual para tener éxito”. Lo dejan estar, saben que hace tiempo que su cantante solo piensa en el horror.

Los miembros de Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos de Madrid.

Los miembros de Alcalá Norte en el parque de la Quinta de los Molinos de Madrid. Cristina Villarino

La banda se enfrenta ahora a la maldición que rodea a los segundos discos. “Todo el mundo está deseando que nos peguemos la hostia”, admite Barbosa y añade: “Es una cosa muy española y muy humana, y no hay nadie más humano que un español. Cuando estamos mal, todos somos la hostia, pero que se te ocurra sacar un poquito la cabeza, que te la cortan. Esto es deporte nacional”.

“A mí, tercia Elías, me toca la fibra. Con lo que cuesta llegar hasta aquí y ya me estás cuestionando en vez de alegrarte. Hay bandas que se tiran toda la vida para conseguir hacer un álbum que les represente, que a la gente le guste, dar con la tecla… Siempre hay alguien que está esperando a que se pegue la hostia la banda de turno, les pasó a los Sexy Zebras o a Carolina Durante, y mira ahora”.

¿Prefieren ser una banda de culto, con pocos discos como sus queridos Stone Roses, o dedicarse toda la vida a esto, aunque no siempre implique acertar? “Prefiero hacer discos mediocres, porque sé que los habré hecho con la mejor intención posible. La otra alternativa sería ser una cobarde”, asegura De Diego. “Algunos dirán que es mediocre, pero a ti te habrá parecido el mejor puto disco que has hecho, aunque no le gustase a nadie”, afirma Barbosa.

“¿Qué cojones es el indie?"

La banda de Ciudad Lineal forma parte de una escena musical, liderada por Carolina Durante, que ha conseguido que la gente vuelva a interesarse por la música que se hace en España, pero cuestionan ese cajón de sastre en el que quieren encasillarles a todos y evitan medirse con el resto.

“¿Qué cojones es el indie?”, pregunta Barbosa. “Cada banda es una puta empresa que tiene su movida, su manera de relacionarse con su público y que se forra o no de una manera concreta. Y cuanto más te compares con otros grupos, más la vas a cagar”, advierte el cantante.

Todos coinciden en que los Carolinos han desbrozado el camino de las bandas de guitarras. “Han construido una senda, igual que lo hicieron Los Planetas antes, que nos los hace más fácil y eso es la hostia. Que los grupos de nuestro rollo vayan al Movistar Arena lo han conseguido ellos”.

Sobre esto, hablan de un cambio de paradigma musical “esperanzador”, pero también de burbuja de la música en directo. “Esto no ha sido normal nunca, fue a partir del Covid”, opina el baterista. “No encuentras una sala de Madrid para tocar así como así, está todo reservado a ocho meses vista”, apunta Dr. Rock.

No creen que vaya a explotar de momento y planean seguir tocando casi tanto como este último año. Ahora pueden presumir de hacerlo mejor que en sus primeros bolos. Se han comprado instrumentos nuevos y han hecho callo.

“Podemos tocar en cualquier circunstancia difícil”. Pero no siempre fue así. “Las hemos pasado putas muchas veces”. Dicen que son “el grupo con menos crew de la historia”. Sin técnicos de sonido fijos, sin técnicos de monitores –encargados de la mezcla que permite a los músicos escucharse bien entre ellos en el escenario–, y cargando ellos mismos con el material.

Había dinero, pero decidieron ser austeros para cuando hubiese hambre. Van paso a paso y saben que en la siguiente gira podrán permitírselo.

Tras más de una hora de conversación, la sensación de estar presenciando una estrella fugaz se disipa. “Nosotros siempre tuvimos el runrún. Éramos una cosa muy de nicho, muy pequeña, pero siempre llenábamos las salas”, dice Rivas. Y seguirán llenándolas.