María  Dueñas. Foto: Sonja Mueller.

María Dueñas. Foto: Sonja Mueller.

Música

María Dueñas, la violinista prodigio: "A veces siento que el violín aprende a hablar por mí"

La joven granadina invoca en la pantalla a Kathleen Parlow en 'Measures for a Funeral' y continúa sumando hitos: dos premios Gramophone 2025 y una gira europea.

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“¿Estás cansada, Kathleen? ¿Alguna vez te resistes a ensayar? ¿Piensas que te has perdido algo al dedicar tu vida al violín?” Así arranca el tráiler de Measures for a Funeral, largometraje de la cineasta canadiense Sofia Bohdanowicz estrenado en 2024 en el Toronto International Film Festival y que pudo verse el pasado 22 de octubre en el Teatro Isabel la Católica como parte del Festival Internacional de Jóvenes Realizadores de Granada.

En él, la joven violinista María Dueñas, nacida en esa misma ciudad en 2002, revive el espíritu de Kathleen Parlow interpretando el Concierto op. 28 de Johan Halvorsen, dedicado a Parlow en 1909 y redescubierto en 2016 tras haber permanecido perdido más de un siglo.

Apodada “la dama del arco dorado”, esta violinista fue la primera estudiante extranjera en ser admitida en el Conservatorio de San Petersburgo, donde estudió con Leopold Auer, y fue pionera también en realizar pruebas de sonido con cilindros de Thomas Edison, pero, pese a su proyección internacional, “su legado y sus logros quedaron –en palabras de Dueñas– en la sombra por prejuicios de género”.

“Afortunadamente, el papel de la mujer en la música clásica ha experimentado una transformación notable desde el siglo pasado”, explica la violinista granadina, que alcanzó notoriedad con 18 años al ganar en 2021 el Primer Premio Senior del Concurso Menuhin.

En esta inusual convocatoria –que se celebró en remoto por la pandemia– ya defendió la Symphonie espagnole, de Édouard Lalo, una obra que la acompaña desde sus inicios y con la que conecta tan directamente que ya se habla de “su Lalo”.

Lejos de dejar que se convierta en rutina, la joven vive cada concierto como algo único e irrepetible: “Cambio mis referencias, me permito improvisar pequeños matices. Asumir riesgos, aunque de vértigo, es lo que mantiene la música viva”, afirma la violinista, que interpretará esta pieza entre el 11 y el 22 de noviembre en una gira por España, Italia, Alemania y Austria con la Chamber Orchestra of Europe bajo la dirección de Antonio Pappano, con motivo de la cual habla con El Cultural.

Más allá de los concursos, las becas y los grandes préstamos han sido decisivos. A los once años parecía que su formación podía truncarse por motivos económicos, pero entonces recibió una beca de Juventudes Musicales de Madrid, “un pequeño milagro” que, al mismo tiempo, sintió como una responsabilidad.

Fue una beca decisiva, junto con el apoyo de su familia, que se mudó con ella para que pudiera seguir estudiando.

Además, están sus joyas: el Stradivarius “Camposelice” (1710), cedido por la Nippon Music Foundation, y un Nicolò Gagliano (1734) del Fondo Alemán de Instrumentos Musicales administrado por la Deutsche Stiftung Musikleben.

Elegir uno u otro no es trivial para ella: influyen la temperatura o la humedad, pero también la obra, la sala o su estado de ánimo. “Cada violín es un pequeño universo. Pasar tiempo con ellos y descubrir cómo responden es como conocer a una persona nueva y compleja. A veces siento que el violín aprende a hablar por mí”.

La humanidad de Paganini

Esa alianza con su instrumento ha cristalizado en su reconocimiento más reciente: dos premios Gramophone 2025, Joven Artista del Año y Mejor Grabación Instrumental por su álbum Paganini: 24 Caprices.

“Quería buscar la humanidad en Paganini, ir más allá de la técnica y arriesgarme a mostrar algo más personal y vulnerable”, resume. La crítica ha elogiado “su técnica luminosa, radiante, de tonos dorados y fluidamente volátil”.

Sobre los caprichos, “hoy se consideran obras de concierto, y nuestra tarea es desvelar la música que hay detrás de la técnica”, afirma en el libreto del disco, en el que también alude a la huella del bel canto en la escritura de Paganini, que buscaba cantar al violín.

En el disco, además, favorece el diálogo entre épocas y lenguajes, al colocar, junto a estos caprichos célebres, otros menos difundidos de compositores como Berlioz o Saint-Saëns y encargos contemporáneos –como los de Jordi Cervelló o Gabriela Ortiz– para reivindicar la vitalidad del repertorio: “Combinar los caprichos clásicos con los actuales es una manera de honrar su diversidad y evolución”.

No es su primera grabación para Deutsche Grammophon, con el que graba en exclusiva desde 2022. Su debut discográfico con el sello amarillo, Beethoven and Beyond (2023), registró su presentación en la Sala Dorada del Musikverein con la Orquesta Sinfónica de Viena.

“Cada violín es un universo. Pasar tiempo con ellos y descubrir cómo responden es como conocer a una persona nueva y compleja”

“En el escenario puedes percibir la energía del público y cualquier grabación se vuelve única e irrepetible”. Esa conexión con la orquesta, con el director y con el público es algo que le hace sentir segura y a lo que está habituada.

En 2024, durante el Adagio del Concierto nº 1 de Bruch que interpretó en el Festival de Salzburgo, se hizo un silencio absoluto en la sala.

“Eso, para mí, es un concierto muy bueno”, declaró entonces. Unos años antes, su actuación con la Filarmónica de Los Ángeles y Gustavo Dudamel ya había sido descrita por la prensa como “absolutamente cautivadora”.

Dudamel también ha visto “algo” en ella, ese duende que la conecta con Lorca. “Tiene alma de artista. Es fuego. Pero al mismo tiempo puede ser agua. Se adapta, pero siempre con esa pasión única y especial que tiene”, ha dicho el reconocido director.

De él, ella destaca “sus ganas y entusiasmo, su capacidad para escuchar y su clara visión de un concepto musical definido en cada obra”, y que tiene claro que “el espíritu de la obra se construye entre muchos”.

En especial, la relación con Dudamel ha sido fértil también en lo creativo. A propuesta del maestro venezolano, la compositora mexicana Gabriela Ortiz compuso para ella el concierto Altar de cuerda, estrenado en 2022 con la Filarmónica de Los Ángeles.

De Ortiz, que ha sido premiada con varios Grammys, le atrae “su libertad y autenticidad” y un lenguaje que es “una mezcla muy poderosa de raíz y vanguardia, capaz de expresar su bagaje musical”.

“Es emocionante ver cómo puede captar lo intangible y transformarlo en música –dice–. Ese concierto es un paisaje lleno de colores y guiños personales, una encrucijada entre la cultura folclorista de México, la tradición maya y precolombina y mis orígenes andaluces”.

Si empiezas a tocar el violín a los cinco años y llegas a ser una figura internacional antes de los veinte, es posible que alguna vez estés cansada, que te resistas a ensayar o sientas que te pierdes algo, y hasta puedes llegar a alejarte de la vida real.

Pero para Dueñas, “la clave está en no olvidarme nunca de quién soy. Vivir momentos tan intensos te puede desconectar, pero lo cotidiano, las charlas con mi familia, salir con mis amigos de siempre, los paseos o simplemente sentarme a escuchar música sin ningún objetivo profesional, son mi cable a tierra. La música es parte de mi mundo, pero en ese mundo hay más cosas que pueden convivir en armonía”.