El barítono Igor Voevodin, en el 'Caballero avaro'. Foto: Dolores Iglesias/Fundación Juan March

El barítono Igor Voevodin, en el 'Caballero avaro'. Foto: Dolores Iglesias/Fundación Juan March

Música

'El caballero avaro' purga sus pecados en la Fundación Juan March

La fundación sube a su escenario la obra de Rajmáninov, creada bajo la influencia estética de Wagner y Verdi

25 septiembre, 2022 02:18

Comienza el curso musical en la Fundación March, y lo hace con un plato fuerte que se integra en la apartado, bien servido por la entidad, del Teatro Musical de Cámara: El caballero avaro, de Rajmáninov, un compositor al que se asocia poco con el género lírico, pero en el que escribió tres obras muy estimables. Una es la que ahora se revisa en Madrid (días 25, 28 de septiembre y 1 y 2 de octubre); las otras dos son Aleko y Francesca da Rimini.

Este Caballero vio la luz el 24 de enero de 1906 en el Bolchoi de Moscú. Previamente, en 1904, se había conocido una versión con piano, que es la que se podrá ver y escuchar ahora en Madrid. Seguía el compositor la senda abierta por otros colegas coetáneos: Dargomijski con El convidado de piedra, Rimsky-Korsakov con Mozart y Salieri (programada por la Fundación en 2017) y César Cui con Festín en tiempo de peste; todas ellas basadas en textos de Pushkin. Y a este autor recurrió Rajmáninov para este Caballero.

El veneno de la ópera alimentaba el espíritu creador de nuestro músico, que en 1902 se había dado un buen atracón wagneriano en su visita a Bayreuth. Y hay no poca influencia del compositor alemán en algunos de los rasgos principales de la obra que tratamos. El argumento de El caballero avaro excluye a los personajes femeninos. Los cinco que intervienen son hombres, que se mueven en una intriga que estudia las consecuencias del pecado de la avaricia. La partitura posee, desde luego, una atmósfera oscura y angustiosa que se aleja de la ópera coetánea más tradicional y presenta a un controvertido personaje, el del usurero judío.

El argumento de esta intriga excluye a los personajes femeninos. Los cinco que intervienen son hombres

La ópera tiene un solo acto que se divide en tres escenas trazadas sobre un recitativo melódico continuo, que en la versión con orquesta adquiere lógicamente todo su fulgor y que puede traer el recuerdo de algunas páginas de Verdi; y sobre todo de Wagner. Como señala Piotr Kaminsky, se han detectado influencias de El Anillo del Nibelungo, especialmente en los Gigantes de la introducción, Siegfried en la primera escena y Mime en el retrato del Usurero.

Pero sobre todo en los procedimientos narrativos: continuidad del discurso, empleo de motivos recurrentes. Hay un muy largo monólogo central del Usurero que trae a la memoria la extensa parrafada de Gurnemanz en Parsifal. Es, no cabe duda, la pieza maestra de la obra. Su contenido musical y filosófico desborda el cuadro lírico habitual y pide al intérprete cualidades excepcionales.

[La semana mágica de la Fundación Juan March]

Estas representaciones madrileñas están encomendadas al barítono Igor Voevodin, ucraniano de 1990, alumno de la Escuela Superior de Canto de Madrid. A su lado estarán los experimentados tenores Juan Antonio Sanabria y Gerardo López, el también barítono Isaac Galán y el bajo Javier Castañeda. Sentado al piano y dirigiendo, el seguro Borja Mariño. La dirección de escena es de otro artista competente como Alfonso Romero. La escenografía es de Carmen Castañón, el vestuario de Gabriela Salaverri, el video de Philipo Contag-Lada y la iluminación de Félix Garma. Sonia Gómez Silva es la ayudante de dirección.