Bailarines de La Veronal durante su interpretación de 'La muerte y la primavera'. Foto: Silvia Poch
El último desafío de La Veronal: bailar a ritmo de Mercè Rodoreda
La compañía presenta en el Teatre Nacional de Catalunya su versión de 'La muerte y la primavera', la novela póstuma e inacabada de la escritora catalana.
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Si ya con Totentanz, el anterior espectáculo de La Veronal, la compañía lograba conmocionarnos, con su última creación, que da un pasito más hacia la muerte, se ha propuesto conducirnos a una especie de trance artístico.
Más oscura e introspectiva que aquel, la nueva pieza que firma Marcos Morau (Onteniente, 1982) hunde sus raíces en el fantástico universo de la emblemática escritora catalana Mercè Rodoreda a partir de La muerte y la primavera, obra que dejó inacabada tras fallecer a los 74 años a causa de un cáncer.
“Vivimos en un mundo en el que la muerte está muy aceptada y ya nada nos afecta. Todo está integrado en nuestra retina. En ese sentido, en Totentanz, que era algo mucho más político, estaba esa idea de banalidad –reflexiona el director artístico con El Cultural–. No sé si estamos hablando de un suicidio o de un agotamiento de vivir, pero Rodoreda trata el óbito como una liberación, una puerta o una salida”.
Publicada póstumamente, La muerte y la primavera supuso el gran desafío literario de la autora, que la había empezado a escribir en 1960, en su exilio en Ginebra, poco después de terminar La plaza del Diamante, convencida de que aquella sería su gran novela.
Desencantada con la España del momento, en ella reflexionaba sobre cómo la naturaleza pasaba inmutable por encima de las vidas humanas y volvía a resurgir. “Para ella, no somos capaces de comprender la vida, la vida, en cambio, se comprende perfectamente a sí misma y vuelve a renacer cada primavera”.
Autora de títulos como Espejo roto o Aloma, en esta alegoría sobre el poder del arte “oscura e incluso macabra”, la escritora se distanció de su trabajo anterior y escribió “desde un dolor, una rabia y una violencia impropia en sus otras novelas, de corte más costumbrista; feminista, pero doméstico. En este caso, ella fue capaz de redactar y de darle forma a este dolor, como madre, mujer, escritora, artista y catalana”, explica quien, atraído por este enfoque, ha trabajado con La Veronal, “sin intentar representarla ni reproducirla”.
Su propuesta es, por tanto, algo diferente. “Hemos intentado darle forma de concierto, no de palabra, pero sí de canciones y de cuerpos en movimiento. Esta es una novela difícilmente representable porque no existe un lugar así en el mundo. La realidad es mucho peor. Pero ella la retrata como algo aparentemente inocente que se va convirtiendo en terror y en violencia”.
“Esta novela está escrita desde un dolor, una rabia y una violencia impropia en sus otras obras". Marcos Morau
Así que, se plantea Morau ¿cómo representar esto sin ser violentos, ilustrativos, figurativos o literales? “Yo intento inventarme un mundo a partir del mundo. Esto me da también cierta libertad, me inspiro, me apoyo, salto y a veces caigo en un lugar que desconocía o a veces caigo en un lugar donde me siento cómodo. Pero la novela siempre es una excusa para intentar reflexionar sobre cómo estamos”.
Sintética y minimalista, los bailarines se mueven a través de un suelo lleno de tierra, entre una camioneta que transporta cuerpos, un tronco, varias cuerdas y un órgano. “No representa un lugar concreto. Me gusta esta cosa del espacio liminal que no es nada. Podría ser en un bosque, un polígono o un cuento. Esta indeterminación para mí es cómoda. Colocamos al espectador y al intérprete en un lugar indefinido y transitorio para que ellos completen lo que no está”, dice.
Un momento de 'La muerte y la primavera' de La Veronal. Foto: Silvia Poch
Esa indeterminación cobra forma, no obstante, con la música de Maria Arnal, que bebe del folclore catalán y mediterráneo, acompañada de la polifonía de los bailarines que declaman, hablan, cantan –con letras inspiradas en la novela– y, por supuesto, bailan. “Los instrumentos van desde los sintetizadores digitales y electrónicos, a cosas más naturales como los tambores, la piel, la voz humana o el sonido gutural”.
Estrenada el pasado mes de agosto en la Bienal de Danza de Venecia, con gran ovación del público, La muerte y la primavera se representará en el Teatre Nacional de Catalunya hasta el 9 de octubre, antes de pasar por el Temporada Alta de Girona y el Matadero de Madrid, entre otros.