Image: Tándems para subir el telón

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Escenarios

Tándems para subir el telón

6 octubre, 2017 02:00

Luis Luque y Paco Bezerra. Foto: Francisco Úberda Llorente

Autores que opinan sobre la escenografía y directores que cortan el texto sin despeinarse. Son los nuevos tándems teatrales, sociedades artísticas que convierten en éxito todo lo que tocan. Con motivo del estreno de Dentro de la tierra (el próximo día 11 en el Valle-Inclán), de Paco Bezerra y Luis Luque, hablamos con algunos de los más importantes sobre su forma de trabajo, sobre los motivos que les han llevado a juntarse y sobre las paradojas que les asaltan con la creación a cuatro manos.

El Teatro del Arte no hubiese sido lo mismo sin la colaboración entre Stanislavski y Chéjov. Obras como La gaviota, Tres hermanas y Tío Vania no habrían tenido el mismo impacto sin la sociedad formada por este tándem emblemático. La escena contemporánea tampoco hubiese sido la misma sin la pareja formada por el autor Bernard-Marie Koltès y el director Patrice Chéreau, que dieron a conocer al mundo obras como Roberto Zucco o En la soledad de los campos de algodón. Son sólo dos ejemplos -salvando tiempos, distancias y formatos- de lo mucho que se puede construir sobre las tablas cuando prende la fascinación entre dramaturgo y director de escena.

Es lo que ha ocurrido entre Paco Bezerra y Luis Luque, uno de los tándems más prolíficos de nuestro teatro actual que estrena, el próximo 11 de octubre en el Valle-Inclán, Dentro de la tierra, precisamente la obra de Bezerra con la que entraron en contacto. "Conocí a Paco en su primera lectura", señala Luque a El Cultural. Desde entonces han puesto en escena La escuela de la desobediencia, Ahora empiezan las vacaciones, El señor Ye ama los dragones, El pequeño poni y Lulú (con la que volverán en febrero al Teatro Bellas Artes). "Nuestro teatro se basa en una mirada renovada hacia los prejuicios y conflictos que nos rodean -explica el director-. Hablamos mucho de la mentira y de nuestra necesidad de ver la verdad por muy cruda que sea".

Reuniones, paseos, comidas en restaurantes vegetarianos... todo vale para que Luque y Bezerra lleguen a encontrar la versión definitiva. "Paco puede llegar a realizar más de cuarenta, como ocurrió con El pequeño poni". Según Bezerra, el dramaturgo siempre ha sido un apestado del proceso creativo: "Me niego a quedarme en casa mientras los demás trabajan. Hay mucha gente que no entiende qué hace el dramaturgo en las pruebas de vestuario, dirigiendo el diseño de un cartel o decidiendo sobre la escenografía. Soy mejor dramaturgo así".

Alfonso Plou y Carlos Martín. Foto: Equipo Angula

Alfonso Plou y Carlos Martín, autor y director del Teatro del Temple, compañía formada en 1994 con títulos como Luces de Bohemia o La vida es sueño, trabajan para que el montaje permanezca vivo el mayor tiempo posile. "Estamos juntos en todos los ensayos y una vez estrenado -señala Plou- nos ocupamos de seguir las actuaciones. Es muy difícil prever la aceptación de los espectáculos". Plou, que firmó también el texto de la celebrada Transición, prepara junto a Martín El criticón, de Baltasar Gracián, y reivindica, por encima del dúo, el "cuarteto" en el actual Temple junto al actor José Luis Esteban y la productora María López Insausti. "La compañía es fundamental, es el barco en el que uno navega por encima de las individualidades".

El proceso creativo en permanente formación es también el motor que dirige a Paco de la Zaranda (director) y a Eusebio Calonge (autor). La veterana compañía andaluza, Premio Nacional de Teatro 2010 con montajes como El grito en el cielo, La extinta poética, El corazón entre ortigas y Ahora todo es noche (que puede verse estos días en el Romea), entiende el teatro "desde el riesgo de lo vivo más que desde los anaqueles de la historia". Paco de la Zaranda considera el libreto como un desbroce y los ensayos como una senda hacia la obra: "Es vital que quien escribe sea una parte activa de esa creación, pues ese texto que acompaña a los actores hasta la boca del escenario frecuentemente necesita podas que lo fortalezcan. Deben recoger aquellos hallazgos que se den sobre el escenario".

Eusebio Calonge y Paco de la Zaranda. Foto: Carlos Torete

Los nadadores nocturnos

Un autor vivo tiene que encontrar el director que entienda su poética. Es la contundente afirmación de Carlota Ferrer, tándem de referencia, junto al dramaturgo José Manuel Mora, del teatro más arriesgado y vanguardista. A trabajos como Los nadadores nocturnos, Fortune cookie y Los cuerpos perdidos, se añade ahora Esto no es la Casa de Bernarda Alba, que se estrenará en los Teatros del Canal el 14 de diciembre. Ferrer entiende el teatro como un animal al que hay que dar de comer hasta el estreno para que no se muera. "El texto final lo cerramos, en el mejor de los casos, a una semana de estrenar. Pobres actores (ríe)". El tándem, reconoce, mejora el viaje: "Cuando trabajamos, José Manuel lo hace con un desapego al texto literal y un apego muy fuerte hacia el espectáculo. Aunque pelea mis decisiones de corte o cambio de orden nunca lo hace desde el ego, siempre buscando un sentido. Otras, le tacho dos páginas y ni se despeina..." Mora destaca en Ferrer su intuición poderosa, capaz de dar forma al río pantanoso que fluye en la entrelínea del texto: "Amo y odio el texto. No tengo ningún sentido de propiedad hacia él. Por eso rompemos juntos sus costuras desde la escena", explica el autor.

Por los cerros de Úbeda

Las funciones de dirección y escritura se difuminan, sin embargo, en parejas como Laila Ripoll y Mariano Llorente. Los autores, directores e intérpretes de El triángulo azul (Premio Nacional de Literatura Dramática de 2015) mezclan labores siguiendo las necesidades de cada espectáculo, aunque Ripoll -que llega el 13 al CDN con Cáscaras vacías haciendo tándem también con Magda Labarga- se haya decantado por la dirección y la dramaturgia. "Yo puedo tirar por los cerros de Úbeda pero está consensuado y masticado con el otro -dice Llorente-. Y entonces elijo esa dirección pleno de confianza y con la vista puesta en el total de la obra". Ultiman Donde el bosque se espesa, que se verá en mayo en el Teatro Español.

De la escena alternativa, de la sala madrileña La Casa de la Portera, arranca la relación entre el autor Antonio Rojano y el director Víctor Velasco. Con Furiosa Escandinavia culminaron una colaboración que empezó con Ascensión y caída de Mónica Seles. Pese a lo que pudiera parecer, ninguna pareja teatral ha inspirado sus pasos. Más bien ha sido el cine de David Lynch y Mark Frost el que les ha guiado, según admite Rojano: "Cuando Víctor dirige no traspasa la sala de ensayos. Allí trabaja con los actores desde un espacio más orgánico y menos cerebral. Yo me encargo de tomar notas y de revisar el texto. Quiero pensar que los dos tenemos un poco de Frost y otro tanto de Lynch".

Otro dramaturgo que se mira en tándems de cine es José Ramón Fernández, que ve en Frank Nugent y John Ford un modelo de excelencia colaborativa. Pese a declararse "promiscuo" escénicamente hablando -histórica y rupturista fue su Trilogía de la juventud con Yolanda Pallín y Javier García Yagüe o sus colaboraciones con Fernando Soto, Luis Bermejo (El minuto del payaso) y Jorge Lavelli, entre otros- ha sido con Ernesto Caballero con quien ha cosechado sus éxitos más recientes. Ahí están La colmena científica y El laberinto mágico (sobre la obra de Max Aub). "No siento tanto la idea de tándem como la de equipo, en la que Ernesto tiene la difícil responsabilidad de dar la última palabra".

Marc Monserrat e Ignacio García May. Foto: David Ruano

No hay, sin embargo, claves intelectuales ni profesionales para explicar la sociedad formada por Ignacio García May (autor invitado de la próxima Muestra de Alicante) y Marc Monserrat-Drükker, responsables de éxitos como La ola o Relato de un náufrago.

Un viaje entre colegas

"Diseñamos primero el texto hasta en sus más mínimos detalles, de manera que cuando empiezan los ensayos hay ya una idea clara de hacia dónde va la producción. Nos lo planteamos como un viaje entre colegas en el que hasta las dificultades son entretenidas", dice García May, mientras prepara para el director la adaptación de Master Class, del estadounidense Terrence McNally.

Completa este recorrido la pareja formada por Eduardo Vasco y Yolanda Pallín, muy centrados en los últimos tiempos en clásicos como el Ricardo III que pudo verse en enero en el Teatro Español protagonizado por Arturo Querejeta. Obras de Pallín como Lista Negra, Los motivos de Anselmo Fuentes o Hiel han subido al escenario también de la mano de este binomio prodigioso. Libertad de acción y no renunciar a nada son, para Vasco, algunas de las claves de su permanencia.

Lluïsa Cunillé y Paco Zarzoso, Angélica Liddell y Sindo Puche, Àlex Serrano y Pau Palacios... La lista podría continuar. Autores y directores de nuestras tablas tienen que encontrarse, como afirma Carlota Ferrer, para compartir sus poéticas, para conseguir que el tándem mejore el viaje y para que ese animal llamado teatro quede saciado hasta el momento mismo de subir el telón.

@ecolote

Lorca y Cipriano, Buero y Gustavo...

Margarita Xirgu entre Lorca y Rivas Cherif (arriba) y Nieva, Buero y Pérez Puig en 1989. Foto: Archivo CDT

Una de las colaboraciones escénicas más fructíferas de nuestro teatro fue la de Federico García Lorca y Cipriano Rivas Cherif, en la mayoría de las ocasiones con Margarita Xirgu completando un trío que hizo historia. El 24 de diciembre de 1930 protagonizaría La zapatera prodigiosa con la compañía El Caracol que dirigía Rivas Cherif. De esta colaboración surgieron también los estrenos de Yerma y Doña Rosita la soltera en 1934 y 1935, respectivamente. Otra de las obras del poeta granadino que se subió al escenario gracias a Rivas Cherif fue Mariana Pineda, también protagonizada por la Xirgu. Entre los ‘tándems' históricos de nuestra escena destaca también el que se produjo entre Antonio Buero Vallejo y el director Gustavo Pérez Puig, que subió al escenario del Infanta Isabel, en 1985, Diálogo secreto (con Ismael Merlo y Natalia Dicenta en el reparto). Un año después, en el Maravillas, estrenaría Lázaro en el laberinto con escenografía de Manuel Mampaso. Los nombres de Buero, Francisco Nieva y Pérez Puig se unieron en 1989 con Música cercana en el Arriaga de Bilbao, y diez años después, éste último llevaría al Español, con Mara Recatero, Misión al pueblo desierto. También Puig protagonizó otro tándem escénico (que no ideológico) con Alfonso Sastre, del que montó Escuadra hacia la muerte, Cargamento de sueños y El viaje infinito de Sancho Panza.