Carmen Machi (Creonte) y Manuela Paso (Antígona) en la versión de Miguel del Arco del clásico de Sófocles. Foto: Luis Castilla

Las leyes del cielo contra las leyes de la tierra; el individuo frente al Estado; la familia frente a la sociedad; vida y muerte; juventud y vejez; obediencia frente a libertad... Muchos de los conflictos esenciales del ser humano aparecen en la Antígona de Sófocles, una de las tragedias griegas más representadas de la historia del teatro. Probablemente se deba a esa capacidad para reflejar los dilemas a los que nos enfrentamos como especie desde tiempo inmemorial, esos conflictos que siguen siendo los mismos que cuando se escribió la obra, hace casi 2.500 años. "No hemos cambiado, hemos progresado en muchas cosas pero en lo básico seguimos dando vueltas al mismo caldo", señala Miguel del Arco, adaptador y director de la versión que estrenó en 2015 en el Teatro de la Abadía -en el marco del proyecto Teatro de la Ciudad que desarrolló junto a Alfredo Sanzol y Andrés Lima- y que posteriormente pudo verse en Mérida y otros escenarios como el Festival de Teatro Clásico de Olite y el Teatre Lliure de Barcelona. Dos años después la obra se repone del 9 de agosto al 3 de septiembre en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid, que Del Arco regenta junto al actor Israel Elejalde desde hace un año.



En esta Antígona, la escenografía (diseñada por Eduardo Moreno, Alejandro Andújar y Beatriz San Juan) es mínima porque el texto, adaptado en octosílabos y alejandrinos para mantener el ritmo musical del original, no necesita añadidos. Un amplio espacio oscuro y una gran esfera ceden todo el protagonismo a dos actrices "de raza", con "muchas horas de vuelo encima", que sostienen la batalla dialéctica en el escenario: Manuela Paso y Carmen Machi. Interpretan, respectivamente, a Antígona y a Creonte, el rey de Tebas.



La acción comienza después de la batalla por el trono que libraron los hermanos Polinices y Eteocles. Heredaron el poder de su padre, el rey Edipo, con la condición de que se lo turnaran anualmente, y así lo hicieron hasta que Eteocles se negó a poner fin a su turno. Entonces Polinices atacó Tebas con un ejército extranjero, pero perdió la guerra y ambos hermanos se mataron entre sí. Les sustituyó en el poder su tío Creonte, que prohibió a Antígona, hermana de ambos, enterrar el cuerpo de Polinices como castigo por su traición a la patria. Pero Antígona desoyó la ley y cumplió con el deber familiar y divino de celebrar el rito fúnebre de su hermano, garantizando así su entrada al más allá. Esta desobediencia le costó la condena a muerte, pero también llevó la desgracia a la casa de Creonte.







Creonte, en femenino

El Creonte original es un hombre, pero Del Arco decidió convertirlo en personaje femenino (no es una actriz interpretando a un hombre, como el Segismundo de Blanca Portillo, sino que el personaje se ha convertido aquí en mujer) porque no le interesaba reflejar un conflicto de género en esta obra. "Hace 2.500 años por desgracia la mujer no pintaba nada en la democracia griega. Creonte no es un misógino, bebe de su tiempo. A mí lo que me interesaba en esta obra son los problemas derivados del ejercicio del poder", señala el ganador del Premio Valle-Inclán de Teatro de 2013.



"Creonte no es el típico malo malísimo. Si fuera así, no habría conflicto, y el teatro es conflicto. Creonte llega al poder con la intención de hacer las cosas bien. Pero le toca ejercerlo en tiempo de guerra, cuando las decisiones son complicadas", opina el director. "Creonte cree ser honesto, y Antígona también, lo que los convierte en dos ciegos peleando".



Carmen Machi y Manuela Paso se dan la réplica cada una al servicio de la otra. "Sus personajes, como ocurre siempre con los grandes actores y actrices, se completan al 50 % en los ojos de la compañera", asegura Del Arco. Hay un momento concreto de la obra en el que esta compenetración hace saltar las chispas entre las dos protagonistas, "una escena larguísima en la que se desarrolla todo el conflicto, desde el ámbito íntimo hasta que pasa a ser una cuestión de estado, con amenazas, el juicio y la condena a muerte. Es una escena que me sigue dejando pegado al asiento, me quedo sobrecogido", reconoce el director y autor de la versión.



A Machi y Paso las acompaña Ángela Cremonte, que interpreta a Ismene, hermana de Antígona que se niega a ayudarla a desobedecer el mandato de Creonte. También estarán Yon González (en sustitución de Santi Marín) y Silvia Álvarez como corifeos; José Luis Martínez como guardia, Raúl Prieto como Hemón, prometido de Antígona e hijo de Creonte, que se enfrenta a su padre por su decisión de condenarla a muerte; y Cristóbal Suárez como Tiresias, el adivino que vaticina graves presagios contra Creonte por su tozudez. "Esta reposición forma parte de nuestro espíritu de teatro de repertorio. Antígona la hicimos poco, tuvo una gira pero en La Abadía estuvo poco tiempo porque Carmen Machi tenía una agenda apretada", afirma Del Arco.



El guardia (José Luis Martínez), Creonte (Carmen Machi) y el resto del elenco

Del laboratorio a las tablas

Este montaje nació en el Teatro de la Ciudad, el proyecto de investigación y producción escénica que pusieron en marcha tres gigantes del teatro español contemporáneo: Miguel del Arco, Alfredo Sanzol y Andrés Lima. En su primera temporada, decidieron abordar el género de la tragedia griega y, como resultado, vieron la luz esta Antígona, la Medea de Lima (que valió el Valle-Inclán a Aitana Sánchez-Gijón) y un Edipo Rey dirigido por Sanzol.



Todo empezó con unos talleres a los que fueron invitados varios actores en los que los tres autores y directores estaban interesados, así como a otros intérpretes y oyentes. "Al principio no me gustó la idea de abrir los talleres al público, de hecho me negué, pero afortunadamente Andrés y Alfredo me convencieron", recuerda Del Arco. "Incluimos a los oyentes en todo el proceso, probábamos cosas antes de escribir y luego llegábamos a la escritura de las versiones con mucho adelantado. Todo el proyecto fue fabuloso, parecía imposible que los tres pudiéramos juntarnos para hacer algo en común". No obstante, Del Arco tuvo que abandonar el Teatro de la Ciudad porque sabía que otros proyectos iban a acaparar su agenda, entre ellos la gestión del Teatro Pavón Kamikaze, cuyas riendas tomó en junio de 2016, y la dirección de su primer largometraje, Las furias, que rodó en el verano de 2015 y estrenó a finales del año siguiente.



También ha mantenido ocupado a Del Arco el Hamlet que dirigió para la Compañía Nacional de Teatro Clásico en febrero del año pasado y que, al igual que esta Antígona, fue una versión libre y centrada "en el espacio mental" más que en el espacio físico e histórico de la obra; así como La noche de las tríbadas, versión de la obra de Olov Enquist que estrenó a finales de año en el Kamikaze, y Refugio, texto propio que dirigió hace unos meses en el María Guerrero.



Entre septiembre y noviembre, el Pavón Kamikaze acogerá los estrenos absolutos de Venus, de Víctor Conde; Ensayo, de Pascal Rambert; Un cuerpo en algún lugar, de Gon Ramos; y Smoking Room, de Julio Walovitz y Roger Gual. También acogerá en su cartelera la versión que Israel Elejalde ha hecho de La voz humana, de Jean Cocteau, y repondrá El amante de Harold Pinter, en versión de Nacho Aldeguer; El ascensor, de José Masegosa; y Barbados, etcétera, de Pablo Remón. Por su parte, Natalia Menéndez, que acaba de dejar la dirección del Festival de Teatro Clásico de Almagro, dirigirá a Elejalde y a Pablo Espinosa en Tebas Land, de Sergio Blanco.



Por su parte, Del Arco volverá a dirigir en noviembre Arte, la célebre comedia de Yasmina Reza, con los actores Roberto Enríquez, Cristóbal Suárez y Jorge Usón. Ya con vistas a 2018, Del Arco se debate para su siguiente montaje entre dos textos ajenos, uno clásico y otro contemporáneo, de los que prefiere no avanzar nada.



Para Del Arco, este avance de la programación de la próxima temporada demuestra que el Pavón Kamikaze seguirá apostando por "la nueva dramaturgia, fundamentalmente española", y "la mirada contemporánea", una mirada que, como dice el director, "no es poner a Hamlet en vaqueros. Es que Hamlet esté diciendo cosas que te afectan directamente ahora, como ciudadano del siglo XXI”.



@FDQuijano