Escenarios

Andrés Lima contra la manipulación del miedo

20 enero, 2017 01:00

En los años cincuenta el dramaturgo Arthur Miller, consagrado ya a nivel mundial gracias a Muerte de un viajante, fue víctima de la caza de brujas orquestada por el senador McCarthy. Señalado por el director de cine Elia Kazan como sospechoso de cultivar afinidades peligrosas, en mayo de 1957 fue declarado culpable de desacato al Congreso por negarse a revelar nombres de supuestos miembros del Partido Comunista. Finalmente no tuvo que ingresar en prisión porque el Tribunal de Apelación de los EEUU anuló la sentencia. Años antes, concretamente en 1953, antes de que la caza de bujas del McCartismo le salpicara directamente, Miller ya había denunciado la represión de la época en Las brujas de Salem, una obra que llega ahora al CDN dirigida por Andrés Lima, adaptada por el recientemente galardonado con el Premio Cervantes Eduardo Mendoza y protagonizada por Lluís Homar.

El texto de Miller soporta tantos planos distintos que sus resonancias pueden llegar hasta la actualidad y no siempre es necesario leerlo en clave McCarthy. "Yo busco un paralelismo entre la obra y la situación actual", explica Lima. "Una de ellas podría ser el renacimiento del fascismo en Europa. Renacimiento que creo que es fruto de las políticas que se aplican y que son en cierta manera consecuencia del fracaso del capitalismo".

Las brujas de Salem hace referencia a un famoso episodio del periodo de la colonización de los Estados Unidos, que tuvo lugar en 1692 en un pequeño pueblo del actual estado de Massachusetts. Como efecto colateral de las luchas internas entre familias coloniales por la posesión de la tierra y de los fanatismos puritanos revestidos de paranoia, diecinueve personas (principalmente mujeres) fueron condenadas a muerte acusadas de brujería y se encarceló un número todavía más grande. "El conflicto que plantea la obra original, los juicios en Nueva Inglaterra, también responde a las consecuencias del poder absoluto del Estado, de un Estado- Iglesia en este caso", continua estableciendo paralelismo con la actualidad Lima. "La Iglesia en nuestro tiempo, las enseñanzas de una moral católica, el ambiente ortodoxo y cerrado que vivimos muchos de nosotros durante años, no hace tanto tiempo, puede verse reflejado en la historia de Miller".

Salem era una comunidad rural con unas estrictas normas religiosas que regían el día a día de sus habitantes. Esta realidad se vio completamente trastornada ante el rumor de que una de las chicas del pueblo era víctima de un maleficio. Los habitantes de Salem lo acusaron de brujería y la histeria colectiva se apoderó del pueblo. "Es importante también observar la manipulación de Estado a través del miedo, algo que vemos en la actualidad y en la obra de Miller", explica Lima. "En una sociedad de orden, éste solo se conserva mediante la represión, el terror incluso. Esto puede verse claramente en la obra".

La obra, que se estrenó en el festival Grec en 2016 y que estará del 20 de enero al 5 de marzo en el teatro Valle-Inclán, apuesta por una puesta en escena realista, aunque no naturalista. En ella Lluís Homar ejerce de narrador. "No es un narrador absolutamente ajeno a la obra, pero sí es alguien que nos guía en la función", comenta el director. "Nos introduce en la obra y nos ayuda a entender la trama. Procuro que esto se haga sin merma de lo artístico". Homar interpreta también el papel del vicegobernador Danforth, y el reparto lo completan, Nora Navas, José Hervás y Nausicaa Bonnín y un grupo de actores jóvenes, para algunos de ellos su primera interpretación profesional.

La estética de la obra se inspira en las iglesias de Nueva Inglaterra, construidas por los mejores arquitectos y también en sectas como los amish y otros grupos puritanos. En cuanto a la escenografía pretende recrear el mundo de los colonos americanos, de aquellas sociedades que buscaban su propio paraíso. "Todos trabajaban juntos para construir la iglesia o el granero comunitario", explica Lima. "Hemos querido recrear esto en la puesta en escena. La escenografía se va construyendo a lo largo de la función por el grupo. Salem es para ellos la nueva Jerusalén. Tienen un marcado espíritu de comunidad. Dictan sus normas porque son buenas y útiles para conseguir sus objetivos. Quería que se viera este espíritu de comunidad en la escena que en sí mismo no es malo, al contrario, es positivo. Lamentablemente siempre hay grupos de poder y el poder se mantiene con la represión y el miedo. El miedo corrompe a esa sociedad. Es un planteamiento más político que religioso y muy actual, a mi entender".