Image: Marianne Faithfull: Soy una ganadora, no una superviviente

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Marianne Faithfull: "Soy una ganadora, no una superviviente"

9 diciembre, 2014 01:00

Marianne Faithfull. Foto: Eric Guillemain.

La cantante británica, mito del Swinging London sesentero, hace escala en su gira mundial en España. Lo iba a hacer por partida doble, en el Auditori de Barcelona (9) y los Teatros del Canal (10), aunque esta última cita ha sido cancelada. Faithfull lucirá las nuevas canciones de su último álbum, Give My Love to London

Desde aquellos excesivos 60, los del Swinging London, Marianne Faithfull, por entonces la rubia preciosa y con cara de niña buena que lucía Mick Jagger del brazo, mantiene una relación conflictiva con su ciudad natal. La tuvo que dejar a la carrera tras una redada antidroga de la policía en la casa de Keith Richards que la colocó, junto a los bad boys de los Rolling, en la picota de los tabloides. La presión mediática fue tan extenuante que decidió instalarse en París. En la capital francesa ha batallado contra sus adicciones al tiempo que iba alumbrando su periplo discográfico, acaso algo eclipsado por el morbo del personaje público. Le costó mucho emerger de aquella espiral de desenfreno que transitó al lado de sus Satánicas Majestades, por eso hoy le incomodan (mucho) las preguntas inevitables sobre aquel capítulo.

Con Broken English (1979) acreditó que podía volar sola, y muy alto. Ahora conmemora el 50° aniversario de su carrera artística. Acaba de lanzar Give My Love to London (Naïve), una ecléctica colección de temas folk, pop, rock, baladas oscuras..., que ha manufacturado en alianza con Nick Cave, Roger Waters, Anna Calvi... En la primera canción, la que da título al álbum, coloca a sus pies a un Londres en ruinas. Suena a venganza. No en vano cita Pirate Jenny, popular tema entresacado de La ópera de los tres centavos de Kurt Weil, donde el mencionado pirata redime a una doncella asediada. Parece claro el mensaje. A pesar de sus achaques (su espalda y su cadera aún le molestan tras dos fracturas recientes), está en mitad de una gira mundial para presentarlo. A España iba a llega por partida doble: el 9 al Festival Mil.lenni (Auditori de Barcelona) y el 10 al Festival de Otoño (Teatros del Canal de Madrid), aunque este último compromiso ha tenido que suspenderse por los dolores de su cadera, que se fracturó recientemente. Además, Rizzoli publica un volumen de fotografías de su colección personal que recorre su agitada biografía y por la que circulan Orson Welles, Alain Delon, Sofia Coppola, Godard, Bowie, Beck...

-Hace cincuenta años entró por primera vez en un estudio para grabar su primera canción, As Tears Go By, compuesta por Jagger y Richards. ¿Se acuerda bien de aquel día?
-Sí, fue como entrar en un nuevo mundo. Yo venía de estudiar en un convento y de formarme en el terreno de la música clásica. El rock era un lenguaje extranjero para mí que me sedujo de inmediato. Estaba fascinada.

-¿Pensaba entonces que, medio siglo después, podría seguir grabando canciones profesionalmente?
-Bueno, yo esperaba ser profesional en algo: en la música clásica, en la interpretación, en el universo académico... Pero nunca que sería una cantante profesional. Eso ha sido una sorpresa.

-¿Qué queda de aquella adolescente de 17 años en usted?
Nada, por supuesto. Ahora sé lo que hago. Entonces no tenía ni idea: era simplemente una chica joven y guapa.

-¿Cómo diría que ha evolucionado su música en todo este tiempo?
Bueno, diría que mi evolución es muy natural: como no he parado de cantar en todos estos años, creo que ahora soy mucho mejor cantante que antes. No tiene mucho misterio.

-Cuando grabó Broken English, en unas notas que acompañaban el disco aseguraba: "Creía que iba a morir, que era mi oportunidad de lanza un disco. Ahora os voy a enseñar quien soy, bastardos". ¿En qué medida Give My Love to London refleja quien es Marianne Faithfull ahora?
-Sí, era verdad, pensaba que iba a morir pronto y que esa era mi última oportunidad de revelar quién realmente era. Give My Love to London muestra exactamente quién soy ahora y por eso es un disco del que me siento especialmente orgullosa. Es muy claro en ese sentido. En realidad, todos los discos que he grabado desde Broken English son así: en ellos está la verdadera Marianne Faithfull en cada momento.

-Folk, pop, rock, baladas oscuras... Es un disco muy ecléctico. ¿Buscaba ampliar su público con esa variedad?
-Nadie todavía me ha podido colocar una etiqueta exclusiva y nadie lo hará nunca. Esta variedad de estilos es natural en mí, no es nada deliberado para abrirme a audiencias más amplias.

Foto: Eric Guillemain

-Esta vez, buena parte de las letras son suyas. ¿Tiene algo que ver en esa circunstancia la convalecencia forzosa que tuvo que pasar?
-No, no fue porque estuviera en cama. De hecho, cuando estaba postrada, no podía ni escribir. Empecé a hacer lo seis meses después, cuando ya puede sentarme en el escritorio. Paradójicamente, fue un periodo muy productivo y creativo para mí. Tuve tiempo para estar tranquila y pensar. Algo que la gente suele hacer en el paso hacia la edad adulta pero que yo me salté porque llevaba una vida muy acelerada. Me dio tiempo a plantearme, esta vez sí, qué es lo que me importa, qué es lo que quiero hacer, a dónde quiero ir... Todas esas cosas.

-¿Y qué es lo que le importa a Marianne Faithfull ahora?
-Eso es privado y no se lo voy a contar.

-Bien, aunque mi intención no era 'arrancarle' intimidades. ¿Cómo está su espalda ahora?
-Está muy bien, he tenido suerte. Es mi cadera la que me da mis problemas. Me la rompí en Grecia en julio, durante unas vacaciones. La machaqué literalmente. Ahora llevó un implante de titanio, es muy doloroso.

-¿No le molesta cuando se sube al escenario?
-Es duro porque no puedo tomar calmantes debido a mis antiguas adicciones. Sólo tomo dosis muy bajas de paracetamol. Es cierto que no tuve más remedio que tomarlos cuando me rompí la espalda, pero fue un tiempo baldío: bajo su efecto no pude escribir ni una sola canción. Me dediqué sobre todo a ver películas. Ahora lo que peor llevo son los viajes. Ya no puedo estar más de media u hora o tres cuartos de de pie. Pero eso no afecta ni a mi voz ni a mi actitud en el escenario. No estafo a mi público.

-Pues ahora tiene que viajar muchísimo, en medio como está de una gira mundial...
-Bueno, no soy los Rolling Stones. Me lo tomo con mucha calma.

-Ha dejado incluso de fumar, ¿no? ¿No teme perder su voz grave y profunda?
-(Ríe) No, no... De hecho mi voz está mucho mejor. No tendré nunca ya la de una soprano pero bueno, está bien así.

-La convalecencia, cuenta, también fue un alivio: descansó de ser Marianne Faithfull.
-Confieso que no me gusta mucho la imagen pública creada en torno a mí. Soy completamente diferente en mi vida privada. No sé lo que piensa la gente de mí y realmente no me importa. Yo sé quién soy. Ser Marianne Faithfull todo el tiempo sería agotador, pero de vez en cuando me tomo un descanso.

-Vuelve a trabajar con Nick Cave...
-Adoro colaborar con él.

-¿Aunque sea muy exigente?
-Pero él no es así. Es muy fácil trabajar con él. -Pero decía que de usted que era una perezosa cuando sacó su disco de versiones, Easy Come, Easy Go (2008).
-Es que soy muy perezosa. Lleva razón: debería esforzarme más en escribir mis propias canciones. Yo alego el bloque creativo del artista y él contesta: eso es una mierda de excusa. Él me conoce bien. Nick Cave y yo tenemos muchas cosas común. Me encanta su música y me identifico mucho con su raíz literaria. Y hay un vínculo de fondo que nos une, nos entendemos muy rápido sin necesidad de demasiadas palabras.

-Insiste en que este es su mejor disco. ¿Mejor incluso que Broken English, su disco más elogiado?
-Lo creo. The Broken English es muy bueno, sí, pero demasiado frío. Eso era lo que le gustaba a la gente antes de mí: la frialdad y la rabia. Iba con aquellos tiempos. Pero ahora no soy así: soy más cálida.

-La primera canción, que da título al álbum, se la dedica a un Londres en ruinas. Usted llegó a odiar esta ciudad...
-Pare, pare, escúcheme atentamente: yo no odio Londres. No me gusta demasiado, eso es verdad, pero no por la ciudad en sí sino por los periodistas ingleses. Odiar es una cosa terrible.

-Me refería al pasado: lo llegó a afirmar así de categóricamente. Sólo quería saber cuál era su relación actual con su ciudad natal.
-Es buena. Vuelvo allí habitualmente para visitar a mi familia. También durante la promoción de los discos, algo que no me gusta en absoluto, sobre todo allí, porque tengo que encararme con esos periodistas ingleses que me han hecho tanto daño.

-Superviviente suele ser un adjetivo que se asocia usted...
-Yo la considero un insulto. No soy una superviviente, soy una ganadora.

-¿Es verdad prefiere Beatles a los Rolling?
-Bueno, la musicalidad de los Beatles es un hito histórico pero los Rolling también son buenísimos. Me gustan ambos. Pero de esto hace cincuenta años, hombre. ¿A quién le importa ya?