María Valverde durante su entrevista con El Cultural en el Auditorio Nacional, en Madrid

María Valverde durante su entrevista con El Cultural en el Auditorio Nacional, en Madrid Cristina Villarino

Cine

María Valverde debuta como directora: "He aprendido mucho de los momentos en los que no he estado arriba"

La actriz se pone detrás de la cámara en 'El canto de las manos', un documental sobre la ópera 'Fidelio' en lengua de señas, dirigida por Gustavo Dudamel.

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A sus 38 años, María Valverde (Madrid, 1987) ya tiene a sus espaldas más de 20 años de carrera como actriz. Recordemos que en 2003 ganó el Goya a la mejor actriz revelación por su primera película, La flaqueza del bolchevique, y que ha trabajado a las órdenes de grandes directores como Ridley Scott (Exodus), Luca Guadagnino (Melissa P.) o David Trueba (Madrid, 1987).

Entre sus trabajos más populares también están Tres metros sobre el cielo y su secuela Tengo ganas de ti, adaptaciones de las novelas románticas de Federico Moccia, o La mula, una entrañable tragicomedia ambientada en la guerra civil en la que también compartió protagonismo con Mario Casas. Y este mismo año ha rodado una miniserie para Netflix, El problema final, basada en el libro homónimo de Pérez-Reverte, aún sin estrenar.

"He aprendido mucho de los momentos en los que no he estado arriba sino todo lo contrario, o al menos yo me he sentido abajo", afirma en conversación con El Cultural. "Es normal que haya diferentes ciclos en más de 20 años de carrera. Yo me quedo con todo. Alguna cosa no la habría hecho [ríe], pero de todo se aprende".

Valverde llevaba tiempo queriendo ponerse al otro lado de la cámara. Necesitaba, eso sí, hacerlo con un proyecto que tuviera un propósito importante, que se convirtiera en “una misión” para ella, explica a El Cultural. Y lo encontró gracias a su marido, Gustavo Dudamel, uno de los directores de orquesta más destacados de la actualidad.

El resultado es el documental El canto de las manos, que se estrenará en cines el próximo viernes 12 de diciembre.

Una ópera con actores sordos

Como homenaje a Beethoven, Dudamel tuvo la idea de montar su única ópera, Fidelio —que el genio alemán compuso cuando ya se estaba perdiendo la audición—, haciendo compartir escenario a cantantes con actores sordos interpretando los papeles con su expresión corporal y lengua de signos.

“El proyecto que Gustavo quería llevar a cabo a través de Fidelio para celebrar a Beethoven a través de la sordera me pareció fascinante. Reunía todos los elementos que yo buscaba para dirigir un documental”, explica Valverde.

En la producción participaron la Filarmónica de Los Ángeles, de la que Dudamel es director musical y artístico, y el Deaf West Theatre, compañía que crea espectáculos utilizando el lenguaje de señas y la voz para unir a audiencias sordas y oyentes. La actriz dio un paso al frente y decidió plasmarlo todo en un documental, que sería una especie de making-of de todo el proyecto.

Durante el proceso conoció y entrevistó a los miembros del Coro Manos Blancas, que fueron a Los Ángeles desde Venezuela para participar en la ópera. Esta agrupación pertenece al famoso Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela —conocido popularmente como el Sistema, a secas— donde el propio Dudamel se formó desde niño, en su Barquisimeto natal.

María Valverde durante su entrevista con El Cultural en el Auditorio Nacional, en Madrid

María Valverde durante su entrevista con El Cultural en el Auditorio Nacional, en Madrid Cristina Villarino

“Entonces me di cuenta de que el proyecto debía ir hacia otro lado”, afirma Valverde. La historia no estaba allí, en el montaje de Los Ángeles, sino en las historias personales de los miembros del Coro Manos Blancas.

Rumbo a Venezuela

Alberto Arvelo, director de cine para el que la actriz trabajó en Libertador (2013) y en la reciente Todo lo que no vemos (2025, estrenada en el Festival de Tribeca pero no aún en salas), es también el director de escena de este Fidelio. Cuando él y Dudamel decidieron montar el proyecto en Venezuela, y que los miembros del coro interpretasen los papeles protagonistas, el documental tomó el rumbo que María había vislumbrado.

Después de recaudar los fondos necesarios para poder viajar con todo el equipo —multiplicando su número— hasta Venezuela y seguir rodando allí, desembarcaron en Barquisimeto. Allí vemos a Dudamel caminar por calles que conoce bien, y descubrimos más sobre esa “cadena de favores” que es el Sistema, fundado en 1975 por el músico y educador José Antonio Abreu.

Dudamel —en quien se inspiró, por cierto, la serie Mozart in the Jungle para dar forma al personaje que interpreta Gael García Bernal— se formó en el Sistema y sigue ligado a él, como director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y con otros proyectos como este Fidelio junto al Coro Manos Blancas.

Alberto Arvelo y Gustavo Dudamel se funden en un abrazo con varios miembros del Coro Manos Blancas en un momento de 'El canto de las manos'

Alberto Arvelo y Gustavo Dudamel se funden en un abrazo con varios miembros del Coro Manos Blancas en un momento de 'El canto de las manos'

“El documental muestra lo que el maestro Abreu hizo con Gustavo y otros muchos niños y niñas en el Sistema. Y cómo Gustavo le da la oportunidad a los chicos del coro y cómo ellos ahora lo están haciendo con otros chicos”, señala Valverde. “La historia del Sistema es algo digno de mostrar y reivindicar”.

Aunque ha tenido la oportunidad de conocer Venezuela a raíz de su relación con Dudamel, la primera vez que viajó al país fue en 2012, cuando rodó Libertador a las órdenes de Arvelo. “Fue la primera vez que viajé a Latinoamérica. Lo primero que pisé fue Canaima y me pareció uno de los lugares más hermosos del mundo. Desde ese primer momento hasta ahora, he visto diferentes cambios, por supuesto, pero me quedo con el alma, el corazón, la alegría, las ganas de vivir y la generosidad de su gente. Eso es lo importante y a menudo se olvida”, opina la actriz sobre la idiosincrasia del país.

Respecto a la complicada situación social y política de Venezuela, marcada por la precariedad, un régimen autoritario y la amenaza militar de Trump para derrocar a Maduro por la fuerza, comenta: “Todo es muy triste. Es una situación dura porque toda la familia de mi marido está allí, pero tengo fe en el pueblo venezolano y espero que todo se pueda solucionar”.

Tres casos inspiradores

La directora es una presencia invisible en el documental, y hasta Dudamel, aun siendo el principal artífice y el director musical de todo el proyecto, no es más que un personaje secundario, aunque ejerce como narrador de la película.

María Valverde durante su entrevista con El Cultural

María Valverde durante su entrevista con El Cultural Cristina Villarino

El foco está en las inspiradoras historias personales de los tres protagonistas: Jennifer, Gabriel y José Gabriel. “El objetivo era entender la sordera a través de la música, y para eso este proyecto se tenía que contar a través de ellos”.

Los tres tienen historias de vida marcadas por la adversidad y la lucha por salir adelante, así como por la ausencia de sus madres. Uno de ellos, José Gabriel, fue abandonado a los 10 años, y desde entonces tuvo que buscarse la vida él solo. En el momento de grabar el documental, este joven que interpreta a Don Fernando en la ópera vivía de prestado en una casa cochambrosa a cambio de cuidarla y limpiarla.

Gabriel, que interpreta a Florestán, y su novia, también sorda, esperan un hijo. Los padres de ella no les dejan independizarse porque piensan que no serán capaces de valerse por sí mismos.

Y Jennifer, que lleva tiempo buscando trabajo sin éxito, revela que siempre se sintió aislada, especialmente desde que murió su madre, ya que nadie de su familia se interesó nunca por aprender la lengua de signos. Un testimonio desgarrador.

José Gabriel, uno de los tres protagonistas del documental

José Gabriel, uno de los tres protagonistas del documental

“No sabíamos que Gabriel iba a tener un hijo, ni que Jennifer estaba buscando trabajo, ni que iban a conseguir esos personajes en las audiciones. Todo fue fortuito, por sorpresa, y muy natural. Íbamos a sus casas y grabábamos su día a día, sin guionizar ni modificar nada. Ha sido en la fase de montaje donde hemos construido la historia”, explica Valverde.

La labor de montaje, en efecto, ha sido crucial, además de trabajosa: tenían 400 horas de grabaciones que tuvieron que condensar en una y media.

Para no perderse nada, tuvieron que valerse de 14 intérpretes de lengua de señas venezolana. “Muchas veces grabábamos intuitivamente, pero no entendíamos muy bien lo que estaba pasando”.

Después de tanto tiempo sumergida en el proyecto, la actriz y directora ha llegado a aprender algo de la lengua de señas venezolana y de la que se usa en Estados Unidos —además de algo de la española—, porque en el proyecto han participado personas de ambas procedencias. “Cada comunidad de personas sordas genera sus propias señas. Ocurre como con las personas oyentes, que tenemos muchos idiomas distintos”, explica.

María Valverde durante su entrevista con El Cultural

María Valverde durante su entrevista con El Cultural Cristina Villarino

“Pero hay algo fascinante: usando distintas lenguas, se entendían, porque hacen por entenderse. Para ellos es muy importante comunicar, tener la posibilidad de expresarse, de sentirse escuchados. De eso he aprendido mucho también”, reconoce la directora.

Esa voluntad de comunicarse y de comprender queda reflejada perfectamente en una de las secuencias más emocionantes del documental. El día en que los actores sordos conocen a los cantantes que pondrán voz a sus respectivos papeles, Jennifer pone la mano en el pecho de la soprano que canta su personaje, Leonora. La fuerte vibración de su caja torácica la deja asombrada, entusiasmada. En ese mismo momento comprende la cantidad de energía y el carácter que debe imprimirle a su interpretación.

Otro momento clave del documental llega cuando los miembros del Coro Manos Blancas reciben la noticia de que, gracias al éxito de su Fidelio, en ese mismo momento pasan a formar parte de las agrupaciones profesionales del sistema; es decir, que tendrán un sueldo. En ese momento la cámara enfoca a una emocionada Jennifer, a la que habíamos visto repartir currículums desesperadamente en los comercios de su ciudad.

"El logro es de ellos, de nadie más. Nosotros hemos sido espectadores de todo lo que han conseguido", afirma Valverde. "Me siento muy orgullosa de Jennifer, porque está estudiando en la universidad ahora. Yo buscaba un proyecto que tuviera una misión, que dejara huella, y lo hemos conseguido. Es una manera preciosa de honrar al maestro José Antonio Abreu y a Beethoven".

María Valverde, como dijimos al principio, ganó un Goya con su primera película como actriz. ¿Logrará la misma hazaña con su primer documental como directora? “Los premios son algo hermoso, pero muy difícil, sobre todo para un proyecto pequeño como el nuestro”, responde la actriz y ahora también directora. “Lo único que quiero es que la gente vea este documental, fomentar el encuentro entre las personas sordas y las personas oyentes y generar justicia a través de la belleza”.