Jeremy Allen White, en el filme
'Springsteen: Deliver Me From Nowhere': un frío viaje al cuarto donde habitan los demonios de The Boss
Scott Cooper logra destilar verdad en los pasajes en los que vemos al músico componer en soledad, con un estilo crudo que concuerda con el del mítico disco 'Nebraska'.
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Tras los fuegos artificiales de biopics musicales recientes como Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) o A Complete Unknown (James Mangold, 2024), que aplicaban la fórmula de la nostalgia en su blando acercamiento a iconos musicales como Freddie Mercury y Bob Dylan, respectivamente, llega ahora el turno de la película sobre The Boss.
Springsteen: Deliver Me From Nowhere, más allá del reclamo que es en sí mismo el músico de Nueva Jersey, cuenta como gancho con la presencia como protagonista de Jeremy Allen White, quien ha alcanzado el estrellato (al menos, mediático) gracias a su papel de torturado cocinero en la enervante serie The Bear (Christopher Storer, 2022-?).
En el filme, el actor no recurre a caracterización de ningún tipo, ni siquiera trata de imitar las maneras del autor de Born to Run, sino que opta por una intensa contención, apropiándose del drama que pone en funcionamiento el director estadounidense Scott Cooper (Abingdon, 1988).
Curiosamente, bajo la dirección de Cooper, Jeff Bridges conquistó en 2010 el Oscar al mejor actor por Crazy Heart, interpretando al músico country ficticio Bad Blake. Allen White pone todo de su parte para lograr la misma suerte en Springsteen: Deliver Me From Nowhere. Veremos si cuenta con el beneplácito de los académicos.
La película se sitúa en 1982, año en el que Bruce Springsteen acaba de terminar una exitosa gira con la E Street Band y se encuentra al borde del estrellato que alcanzaría poco después. Sin embargo, el músico atraviesa una crisis personal, atormentado por un trauma infantil no resuelto y por un trayecto que bien conduce hacia la fama o la autodestrucción.
En ese contexto, el visionado en la televisión de Malas tierras (1973) de Terrence Malick abre en Springsteen una vía para enfrentar sus demonios, a través de la creación de Nebraska, un álbum de folk minimalista, grabado en su habitación en un viejo casete de cuatro pistas.
Cooper logra destilar gran verdad en los pasajes en los que vemos al músico sufrir y componer en soledad, con un estilo desnudo y crudo que concuerda con el de su ya mítico disco. También destaca la interpretación de Odessa Young, cuyo personaje sintetiza varias relaciones de la futura estrella.
Jeremy Allen White y Odessa Young, en el filme
Si el drama personal de Springsteen es convincente (aunque la emoción nunca se desborde), menos interés tiene la trama vinculada al productor y mánager Jon Landau (Jeremy Strong), que parece directamente sacada de otra película. Si es cierto que la película nunca pretende insertarse en el género del musical, sí cae en esquemas trillados a la hora de narrar la peripecia de lanzar las canciones en su rudimentario estilo original, ante una discográfica realmente desconcertada.
Aunque quizá sean las explicaciones psicologistas del trauma, esos flashbacks en blanco y negro sobre la difícil relación de Springsteen con su padre –al que interpreta un buen actor algo encasillado en ese rol como Stephen Graham–, lo peor de un filme desigual, que no logra convertirse en el Nebraska de los biopics musicales.
Springsteen: Deliver Me From Nowhere
Dirección y guion: Scott Cooper.
Intérpretes: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Odessa Young, Paul Walter Hauser y Stephen Graham.
Año: 2025.
Estreno: 24 de octubre