Lilja Ingolfsdottir. Foto: David Zorrakino / Europa Press
Lilja Ingolfsdottir, la nueva sensación del cine europeo: "Algunas mujeres se sienten avergonzadas de serlo"
La cineasta noruega estrena 'Adorable', película premiada en Karlovy Vary, que analiza la crisis de un matrimonio en el marco de la "polarización de sexos".
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Adorable, dirigida por Lilja Ingolfsdottir (Oslo, 1976) y premiada en la edición más reciente del festival Karlovy Vary, es un delicado drama noruego sobre el derrumbe emocional y la reconstrucción interior de una mujer que afronta una dolorosa ruptura matrimonial.
La protagonista, Maria (Helga Guren), es madre de cuatro hijos y vive atrapada en el cuidado de los niños y el hogar. Para ello, ha debido renunciar a su carrera como artista en favor de un marido, Sigmund (Oddgeir Thune), que siempre está de viaje entregado a su éxito profesional.
Cuando le pide el divorcio tras una discusión, Maria se ve obligada a afrontar su dependencia emocional y los miedos que arrastra desde hace años. Inicia así un viaje de autodescubrimiento de sus propios traumas emocionales que la llevará a entender su propio comportamiento. Mientras, Sigmund realizará su propio viaje emocional.
Adorable no trata sobre "una mujer traicionada por un mal marido que descubre que sola se es mucho más feliz". Con un retrato psicológico preciso y emocionante, la película muestra la necesidad de la protagonista de mantener la relación porque, como dice la directora, una de las nuevas sensaciones del cine europeo, somos seres relacionales y esto es lo que da sentido a nuestra vida.
En tiempos de redefinición de los papeles de género y cierto "caos", como dice Ingolfsdottir, Adorable huye de estereotipos en un filme sobre personajes que, afrontando sus heridas, logran sanarlas y recuperar la conexión.
Pregunta. En la película cambiamos de "bando" todo el rato, a veces parece ella la culpable y a ratos, él. ¿Quería mostrar que no hay un solo culpable?
Respuesta. Me interesaba una historia sin "malos". En los conflictos de pareja casi nunca hay una sola verdad. No quería un relato donde él traiciona y ella sufre, sino algo más complejo: cómo cada uno lleva consigo heridas, patrones y traumas que proyecta sobre el otro. Ambos se aman, pero no son conscientes de su propio equipaje emocional.
P. ¿Ella es víctima o cómplice?
R. No la veo como víctima, al menos no de algo externo. Lo es de sus propios patrones, de la historia familiar, de una educación que le enseñó a reprimir su vulnerabilidad. Su madre la obligó a ser fuerte e independiente porque no podía darle lo que necesitaba. Así aprendió a avergonzarse de sus emociones más profundas. Durante el filme pasa de ser dura y frágil a ser suave y fuerte. Es su viaje.
P. ¿Y él?
R. Es un hombre acostumbrado a cuidar, a renunciar a sí mismo. Aprendió que pensar en sus necesidades era egoísta. Ella ve en él protección; él ve en ella libertad. Pero se enamoran de las máscaras. Cuando esas máscaras caen, llega el conflicto. Él descubre que ella es más dependiente de lo que creía, y ella que él desea ser libre. Es el choque entre las necesidades reales y las apariencias.
"Las mujeres salieron de un sistema que las oprimía, pero en ese proceso han sentido que deben ser como los hombres para tener poder"
P. ¿Vivimos una crisis entre hombres y mujeres?
R. Sí, una crisis profunda. La polarización actual entre los sexos no beneficia a nadie. Las mujeres salieron de un sistema que las oprimía, pero en ese proceso han sentido que deben ser como los hombres para tener poder.
»Algunas mujeres se sienten avergonzadas por ser mujeres, por el hecho de serlo. Y los hombres, al sentirse prescindibles, buscan validación en movimientos extremos. Estamos descolocados: las mujeres agotadas por hacerlo todo solas y los hombres confundidos por no saber qué lugar ocupar. Hay que reconciliar esas energías, no enfrentarlas.
P. ¿La independencia femenina puede ser también una trampa?
R. No, pero se ha confundido independencia con soledad. Las mujeres no quieren estar solas, quieren poder elegir desde su autenticidad. Necesitan respeto y apoyo, no paternalismo. El problema es cuando, por orgullo o por vergüenza, negamos nuestras necesidades más profundas. Eso genera resentimiento y distancia.
"Se ha confundido independencia con soledad. Las mujeres no quieren estar solas, quieren poder elegir desde su autenticidad"
P. La protagonista siente frustración profesional. ¿Renuncian muchas mujeres a sus carreras o sus sueños para favorecer al hombre?
R. Sí, y vuelca esa frustración contra él. Pero también hay una falta de autoestima. Muchas mujeres no se permiten proteger su espacio creativo. Se sienten culpables si no están disponibles para los hijos, la casa, los demás. Mientras, los hombres suelen poder concentrarse solo en una cosa. No es mejor ni peor, simplemente distinto. Ella no se respeta a sí misma y luego le culpa a él. Ambos fallan: él no la apoya emocionalmente, ella no se escucha.
P. ¿El trabajo es más importante para los hombres?
R. No debería ser, pero culturalmente sigue siendo un pilar de su identidad. A muchos se les educa con la idea de que su valor depende del éxito profesional. A las mujeres, en cambio, se les permite conformarse con menos ambición. Eso genera desigualdad y, también, culpa. Es un círculo vicioso que afecta a la pareja.
P. ¿Cuál es el papel de los traumas infantiles?
R. Todo. Si no sanas tus traumas, tus relaciones los mostrarán. Llevamos dentro los patrones familiares y los repetimos sin darnos cuenta. Puedes cambiar de pareja, pero los problemas se repiten hasta que los afrontas. Las relaciones son espejos: muestran lo que no quieres ver de ti mismo.
"La cultura actual vende la autosuficiencia como felicidad, pero es una ilusión. Nadie puede ser plenamente feliz aislado"
P. ¿Es posible amar sin haberse curado?
R. No hace falta estar completamente "sanado". Podemos crecer dentro de una relación si hay conciencia y diálogo. Pero si esperamos que el otro cure nuestras heridas, solo generaremos frustración. La clave es asumir responsabilidad emocional. Amar no es buscar a quien te complete, sino compartir el camino.
P. Hoy se valora mucho la soledad elegida.
R. Ser capaz de estar solo es valioso, pero no suficiente. Somos una especie relacional. Necesitamos vínculos, comunidad, contacto. La cultura actual vende la autosuficiencia como felicidad, pero es una ilusión. Nadie puede ser plenamente feliz aislado. Las relaciones nos confrontan, sí, pero también nos construyen. Nos dan sentido.
P. ¿La conexión humana es una necesidad vital?
R. Sí, literal. Los estudios lo confirman: la gente que vive más y mejor es la que mantiene lazos afectivos sólidos. Más que hacer deporte o comer sano, lo que más protege la salud es amar y sentirse amado. La conexión es el alimento más profundo del ser humano.
»Amar es comprender que el otro también sufre. Que lo que te hiere de él es, muchas veces, su propia herida. Solo así puede nacer la compasión. No se trata de justificarlo todo, sino de mirar con verdad. Cuando dejamos de culpar y empezamos a entender, el amor se vuelve maduro. Adorable habla de eso: de cómo amar cuando ya no somos inocentes.