'Devuélvemela': el terror más macabro también puede ser conmovedor

El género de terror, que suele contar con presupuestos modestos y un ejército de fans entregados —sobre todo jóvenes—, mantiene una vitalidad extraordinaria. Es uno de los pocos que, en estos tiempos convulsos para las salas de cine, sigue siendo rentable. Además, como la comedia, el terror sigue siendo un vehículo impagable para hablar de asuntos "más serios" sin dejar de entretener (o, en este caso, asustar) al personal.

En 2022, los hermanos australianos Danny y Michael Philippou obtuvieron un gran éxito con Háblame, una de esas películas de terror baratas que triunfan sin previo aviso y se convierten en fenómenos globales. Costó apenas 4 millones de euros y recaudó cerca de 90 en todo el mundo.

Como es habitual en estos casos, los Philippou se han mudado a Hollywood para rodar con un gran estudio (Sony) su siguiente película, en la que continúan explorando muchas de las obsesiones que ya estaban presentes en su debut, como la dificultad de aceptar la muerte de un ser querido.

Si en Háblame era una adolescente la que desafiaba las leyes sobrenaturales para reencontrarse con su madre fallecida —provocando el caos—, aquí es una mujer madura (Sally Hawkins), destruida por la pérdida de su hija, quien intenta devolver la vida a los muertos del modo más macabro posible.

Para que ningún incauto vaya al cine tras ver las cuatro estrellas de esta crítica y salga con ánimo vengativo, que quede claro: Devuélvemela no es fácil de ver. Por momentos, es horripilante. Si Buñuel cambió la historia del arte en los años 30 con La edad de oro matando a un niño, el hecho de que hayan pasado casi 100 años y que el cine ya haya mostrado múltiples asesinatos infantiles no impide que la película de los Philippou resulte una experiencia desgarradora, incluso insoportable.

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Con forma de cuento clásico, al estilo de Hansel y Gretel, Devuélvemela narra la caída a los infiernos de dos niños huérfanos: el adolescente Andy (Billy Barratt) y su hermana pequeña Piper (Sora Wong), ciega, a quien cuida con esmero. Tras perder a su padre víctima del cáncer, los niños acaban en casa de la excéntrica Laura (Hawkins), una mujer que acaba de perder a su única hija y que convive con un extraño y andrógino adolescente que parece salido de Avatar si lo hubiera rodado Haneke.

La violencia en la película es progresiva, gradual. Poco a poco vamos conociendo a una mujer cada vez más perturbada, aunque durante buena parte del metraje no queda claro si se trata simplemente de una vieja excéntrica o de un auténtico monstruo. Los Philippou demuestran tener talento: todo en la película está cuidado y cargado de significado. Basta fijarse en la manera de vestir de Hawkins, que transmite con precisión la clase de chifladura que intenta camuflarse como 'normal'.

Fotograma de 'Devuélvemela'.

Los peores presagios se confirman, y Devuélvemela se desmadra hasta alcanzar lo gore, superando, varias calles, los límites de lo razonablemente sensato. Por un lado, está ese heroico Andy: un niño maltratado, vulnerable, protector de su hermana discapacitada; por el otro, esa mujer terrible que, más que una psicópata, casi logra conmovernos por momentos, al mostrarse como una figura rota, devastada, que en algún punto perdió la cabeza.

Es cierto que en algunos pasajes la película cae en lo previsible (como en la visita de la asistente social, cuyo desenlace es fácil de adivinar), y hay detalles de crueldad que quizá podrían haberse evitado. Pero Devuélvemela no solo resulta terrorífica: también es profundamente dramática, emocionalmente abrasiva y, al final, sorprendentemente conmovedora.