Varias versiones de Superman

Varias versiones de Superman

Cine

Vida y milagros de Superman, un mito volátil: así ha cambiado el héroe con el paso del tiempo

El personaje ha ido evolucionando en función de los cambios políticos y sociales, pasando de ser “el campeón de los oprimidos” a dudar a la hora de salvar o no a la humanidad.

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David Hernando
Publicada

Imagina que vas por la calle. Camino del trabajo, a casa, a ver a un amigo o de paseo. De repente percibes cómo la gente a tu alrededor se detiene. Todos miran y señalan el cielo. Levantas la vista y distingues a un hombre, sobrevolándoos a todos. ¿Qué sentirías?

En 1938, el año de origen de Superman, esta visión probablemente generaría sorpresa y algo de alegría y esperanza entre los viandantes. Pero hoy, en 2025, nos asaltaría la incredulidad y el miedo. Dudas. ¿Qué quiere? ¿Quién es? ¿Qué va a hacer? Una sociedad global y cínica como la actual, inclinada a mezclar fake news con noticias reales, acostumbrada durante décadas a desconfiar de sus gobiernos, se cuestionaría esa presencia y, probablemente, experimentaría temor.

Superman apareció por primera vez en 1938 de la mano de Jerry Siegel y Joe Shuster, hijos de inmigrantes pobres que pelearon todo lo posible por hacerse un hueco en Estados Unidos. Siegel y Shuster volcaron sus preocupaciones en el enérgico personaje, por ello en sus primeras comparecencias el superhéroe se define a sí mismo como “campeón de los oprimidos”.

Sus aventuras no iban entonces de enfrentarse a científicos locos o extraterrestres. Sus enemigos eran un hombre que maltrataba a su mujer o una empresa de minería que explotaba a sus trabajadores, como reflejan, respectivamente, el hito original de la serie, Action Comics #1 (de junio de 1938), y el Action Comics #3 (de agosto del mismo año).

En los años cuarenta, Superman y el resto de héroes de la editorial DC, como Batman o Wonder Woman, se erigieron en embajadores de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno distribuía ejemplares para motivar a los soldados a luchar o para brindarles una fuente de escapismo.

En las portadas de los cómics, figuraban con tanques o soldados, y en el interior de los mismos incluso se animaba a los lectores a comprar bonos para financiar la contienda. El mejor ejemplo de ello es la portada del Action Comics #59 (abril de 1943), dibujada por Jack Burnley, en la que Superman abre de par en par un tanque con el emblema nazi, amedrentando a los soldados que lo manejan. El arraigo de Superman en la sociedad estadounidense en aquella época era muy profundo.

En los años cincuenta, con la Guerra Fría en plena escalada, se dispararon los recelos: tu vecino podría ser un espía ruso y la hecatombe nuclear, capaz de arrasar el planeta, no era una posibilidad remota… En ese contexto, la idea de un superhéroe empezó a parecer ridícula. Sobrevino un miedo más abstracto, más complicado de identificar. ¿Qué podría hacer Superman ante un holocausto atómico? Su razón de ser se tambaleaba.

Christopher Reeve, en 'Superman'

Christopher Reeve, en 'Superman'

Todo aquello tiene otro efecto secundario: al joven de la capa le empiezan a tildar de fascista, por el uso autoritario de sus poderes. Todo lo que diez años antes era positivo, los mismos actos y las mismas capacidades especiales, era visto ahora como motivo de sospecha. Para sobrevivir, la editorial decidió dar un giro a las historias, abrazando la ciencia ficción, haciendo que Superman moviese planetas enteros si resultaba necesario y rodeándole de más seres con fuerzas hercúleas, de toda una ‘Superfamilia’.

Entraron en escena Supergirl y una serie de animales: Krypto, el superperro; Streaky, el supergato; Beppo, el supermono; y Comet, el supercaballo; por citar unos pocos de estos años locos. El mensaje era claro: no estamos solos. La idea era ofrecer consuelo a esa sociedad asustadiza a la que se dirigía.

En los decenios siguientes se intentó devolver el personaje a una dimensión más terrenal. Lo logró Superman: la película (1978), de Richard Donner, cuyo enfoque basado en la verosimilitud asentó el camino para una reinvención del superhéroe en los cómics de los ochenta. Tras escándalos como el Watergate, la desconfianza ya no solo se proyectaba hacia el extranjero. La propia casa había dejado de ser un espacio seguro.

Por ello, Superman pudo relanzarse durante esos años con unas historias que abrazaron el culebrón, que se centraban en cada número en la evolución de los personajes secundarios y que reinventaron el principal villano al que se enfrenta, Lex Luthor. Este pasó de científico loco a empresario multimillonario e intocable, un perfil turbio que eclosionaba en el mundo real. Así lo mostró el autor John Byrne en su relanzamiento del universo de Superman en la miniserie Man of Steel (1986).

De hecho, la evolución de los villanos de Superman desde maltratadores a tiburones financieros, pasando por nazis o científicos locos, también refleja de manera fiel la sociedad que consumía los cómics del superhéroe en cada coyuntura histórica.

Esta evolución culmina en una historia de principios de los 2000, en la que Luthor decide presentarse a las elecciones y convertirse en presidente de Estados Unidos cuando, incapaz de posicionarse por encima de Superman, ve una noticia en la que aparece el héroe dándole la mano al presidente. Esta escena, que tiene lugar en la historia corta con el más que acertado título de El porqué, la escribió Greg Rucka, con dibujos de Matthew Clark, y apareció en el especial Superman: President Luthor Secret Files (marzo de 2001).

El villano sabe que, si llega a la cúspide de las instituciones, su némesis no tendrá más opción que obedecerle. Esta trama de Luthor acabando en el Despacho Oval, que tanto eco nos genera hoy, hizo a Superman cuestionarse su papel en el mundo, algo que pocas veces se había visto antes. Luthor no terminó su legislatura, porque a medio camino afloró el villano que es y Superman, con ayuda de Batman y el resto de héroes del Universo DC, expuso a la opinión pública lo que estaba haciendo en realidad. Su etapa en la Casa Blanca se extendió, no obstante, por todas las colecciones de la editorial entre enero de 2001 y marzo de 2004.

Por su parte, las películas, salvo el Superman Returns (2006) de Bryan Singer –concebida como secuela directa del Superman II (1980) de Richard Lester–, lo han colocado en un marco temporal que más o menos se corresponde con el año de estreno de cada una de ellas. De esa manera, el Superman de Christopher Reeve se ambienta a finales de los años setenta. Vemos cómo el resto de personajes solo cuestionan su aparición de manera superficial. Se nota que tienen ganas de aceptarlo.

Henry Cavill como Superman en 'El hombre de acero'

Henry Cavill como Superman en 'El hombre de acero'

En El hombre de acero (2013) de Zack Snyder, por el contrario, observamos que el mundo lo recibe con miedo y suspicacia. Interpretado por Henry Cavill, Superman es mucho más oscuro y duda a la hora de salvar o no a la humanidad, incluso llega a matar a uno de sus villanos.

Ahora, en 2025, surge otra lectura de Superman, de la mano del cineasta James Gunn. Parece que el director, para alejarse de la versión lúgubre de Snyder, ha decidido presentar a Superman en un presente alternativo que no tiene demasiado que ver con el nuestro.

Y es que, aquí y ahora, la mayor amenaza para él sería la inmensa crisis de prestigio de las instituciones y los medios de comunicación, con la abundancia de fake news que pueblan las redes sociales. Sin embargo, Superman todavía vuela para satisfacer nuestra necesidad de escapismo, de huir del día a día, que es para lo que en realidad nació.

David Hernando es director de Planeta Cómic y autor de Superman, la creación de un superhéroe (Minotauro).