
Alejandro Amenábar durante el rodaje de 'El cautivo' con Julio Peña, el actor que interpreta a Miguel de Cervantes
El divorcio del cine español con los clásicos del Siglo de Oro: Amenábar, al rescate de una mina sin explotar
El director prepara 'El cautivo', sobre los años que Cervantes pasó en Argel, mientras FlixOlé recupera 'El Lazarillo de Tormes' que triunfó en Berlín en 1959.
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Rodada en un glorioso blanco y negro, El Lazarillo de Tormes ganó el Oso de Oro en la décima edición del Festival de Berlín, celebrada en 1959, y acaba de ser rescatada por FlixOlé, que la ha incluido en su catálogo. Uno podría pensar que no hay nada más académico que rodar una versión de uno de los clásicos más prestigiosos y populares de la literatura española. Sin embargo, el régimen franquista consideraba la obra maestra de la picaresca “peligrosa”, lo cual no impidió que la película fuera declarada de “interés nacional”.
El director del largometraje, César Fernández Ardavín, se centra en la infancia de Lazarillo, al contrario que Fernando Fernán Gómez en su versión de 2001 con Rafael Álvarez “el Brujo” como protagonista. En esta, el foco está en su vida adulta, cuando contra todo pronóstico logra triunfar y conseguir un trabajo estable al servicio de la corona como pregonero oficial de Toledo.
Los niños siempre llaman a la empatía y la película de los 50 despierta nuestra ternura. Protagonizada por el italiano Marco Paoletti, el director retrata con sensibilidad esa triste peripecia del “pobre niño pobre” abandonado por su madre y a cargo de una sucesión de “amos” a cuál más tiránico y tacaño. Y cuando le toca uno bueno, un joven caballero, resulta que es casi tan pobre como él y se sigue muriendo de hambre. El hambre es quizá la verdadera protagonista de la película.
La gracia infinita de las aventuras de Lazarillo brilla en pantalla en una película sentimental en el buen sentido. Desde ese famoso ciego que cuando hay comida de por medio parece que recupera la vista como por ensalmo al cura miserable que esconde los bollos en un cofre mientras el niño come tan poco que cree que va a morir.
Estamos en terreno picaresco y parte de la gracia también consiste en ver cómo el niño se las apaña para llevarse algo a la boca con todo tipo de “trapacerías”, como diría Quevedo en otra obra maestra del género, El buscón, que a pesar de su plasticidad y maravillosa trama solo ha tenido una versión cinematográfica de 1979, inencontrable en ninguna plataforma.

Escena de 'El Lazarillo de Tormes' (1959) en la que el ciego y Lázaro se reparten las uvas
Ardavín y Fernán Gómez abordan el mito de Lazarillo desde visiones opuestas. Mientras el primero prefiere centrarse en el aspecto trágico de la historia despertando nuestra compasión, a Gómez le interesa más su astucia, su condición de pillo y superviviente en una España del siglo XVI marcada por una religiosidad extrema en una sociedad supersticiosa y enfermizamente clasista.
Lo más curioso del asunto es que desde hace más de veinte años a nadie se le ha ocurrido volver a llevar a la pantalla una novela no solo tan importante de la literatura española, también tan llena de posibilidades para ser trasladada al cine como Lazarillo.
En Francia, el año pasado se hizo una nueva y lujosa versión de El conde de Montecristo que atrajo a más de 9 millones de espectadores en ese país y también triunfó en el nuestro, y en 2023 renovó el mito de Los tres mosqueteros con dos superproducciones.
En el orbe anglosajón, se acaba de estrenar la enésima versión de Peter Pan (titulada Pesadilla en Nunca Jamás) mientras cada generación de cineastas renueva la grandeza universal de las obras de Shakespeare, Jane Austen, el Sherlock Holmes de Conan Doyle o el Frankenstein de Mary Shelley.
En cambio, la relación de la nueva generación (y no tan nueva) de cineastas españoles con los clásicos es inexistente.
Amenábar al rescate
En octubre se estrenará El cautivo, superproducción de Alejandro Amenábar con el joven actor Julio Peña en la piel de Cervantes. No ha querido contar mucho el director de Mientras dure la guerra —centrada en Unamuno— sobre una película que plasmará los cinco años que el pobre escritor de El Quijote pasó en una prisión de Argel, tratando de escapar una y otra vez de la misma con poca fortuna.
Será una refrescante novedad en un cine español que misteriosamente desprecia un Siglo de Oro fascinante en todos los sentidos. La última película española sobre el Quijote tiene ya 22 años y viene firmada por un veterano como Manuel Gutiérrez Aragón. Se titula El caballero Don Quijote y Juan Luis Galiardo interpreta en ella al caballero de la triste figura. Aragón también hizo una prestigiosa miniserie para TVE con Fernando Rey como protagonista. Desde entonces, aunque una de las mejores novelas de la literatura universal (top 5 si no 3) está escrita en castellano, las nuevas generaciones no tienen un referente audiovisual.
Pasa con todo. Lope de Vega escribió obras de teatro repletas de drama, romance, pasión y reflexiones políticas que siguen siendo modernas. Fue en un ya lejano 2006 cuando Manuel Iborra dirigió una versión de La dama boba con Silvia Abascal y José Coronado. La película, un tanto deslucida, no encuentra la manera de actualizar al mundo moderno la historia, pero tiene, eso sí, un vestuario fantástico de Lorenzo Caprile.

Un momento de 'La dama boba' dirigida por Manuel Iborra (2006)
La mejor versión de Lope de Vega sigue siendo la de Pilar Miró de 1996, hace ya casi treinta años, de El perro del hortelano, ganadora de siete goyas. Con un reparto liderado por unos inspirados Emma Suárez, Carmelo Gómez y Ana Duato, la directora crea una película fantástica, llena de ritmo y gracia en la que el tema de los celos y las diferencias de clase adquieren su resonancia universal.
Además del estreno de El lazarillo de Tormes, FlixOlé ha incorporado varias adaptaciones de la literatura clásica española a su catálogo, comenzando con otro título firmado por Fernández Ardavín: La Celestina (1969). Le han seguido los estrenos de El libro de buen amor (Tomás Aznar, 1975, adaptación de la obra del Arcipreste de Hita), y otra versión de La dama boba realizada por Juan Manuel Font en 1980.

'El libro de buen amor' (Tomás Aznar, 1975)
Fue en 2006 cuando vimos la última superproducción ambientada en el Siglo de Oro: Alatriste, con Viggo Mortensen como protagonista, dirigida por Agustín Díaz Yanes y basada en la conocida novela de Arturo Pérez-Reverte. Aunque fue un éxito de taquilla, arrastra el sambenito de fallida. Merece más respeto. Con una fotografía oscura en un Madrid de espadachines y traiciones, a Alatriste le falta una historia más redonda, pero Díaz Yanes transmite en pantalla con talento ese mundo despiadado en el que se solapaban la grandeza del imperio con la miseria en las calles y donde el honor aun valía algo.
A todas estas, muchas de las mejores películas del Siglo de Oro son de los años del franquismo y quizá por eso, por esa asociación “patriótica” con el régimen, nadie se acuerda de ellas. Algunas, sin embargo, tienen fuerza y nos atrapan. Fuente Ovejuna, basada en la obra de Lope de Vega, brilla en una película de 1947 dirigida por Antonio Román con Amparo Rivelles y Fernando Rey. Y en 1954, José Gutiérrez Maesso dirigió una magnifica versión de El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca.
Ambas tratan un asunto de gran modernidad como el abuso de poder del sistema en su conjunto, ejemplificado en el abuso (sexual) a las mujeres como elementos vulnerables en una sociedad machista. En tiempos del Me Too, su modernidad resuena. Pero parece que nadie está por la labor de rescatarlas.