
Thierry Fremaux, en el Festival de San Sebastián. Foto: Archivo Festival de San Sebastián / Gari Garaialde
Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes: "Lo más justo sería equiparar a los Lumière con Rossellini"
Estrena 'Lumière, la aventura continúa', segunda parte de su documental sobre los padres del noveno arte, a los que considera verdaderos cineastas con pretensiones artísticas.
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El público no conoce su rostro, pero Thierry Frémaux (Tullins, 1960) manda mucho. Es el director del Festival de Cannes, “guardián del buen gusto” cinematográfico, capaz de elevar a un desconocido autor finlandés o moldavo hasta la gloria. Frémaux, además, está al frente del Instituto Lumière, en Lyon, que cuenta con un museo sobre los orígenes del cine, una biblioteca y una sala que proyecta clásicos. Entre los tesoros que guarda la institución, más de 1.400 filmaciones originales restauradas de los hermanos Auguste y Louis.
Frémaux considera que es un error pensar que esas obras cortas de finales del siglo XIX y principios del XX, entre las que no encontramos ficción, tienen un valor puramente histórico o documental. El capo de Cannes defiende que los Lumière son verdaderos cineastas y que sus grabaciones tienen una cualidad artística. Para reivindicarlo, en 2016 dirigió ¡Lumière! Comienza la aventura, con 108 películas restauradas. Este viernes, estrena Lumière, la aventura continúa, con un centenar más.
Contesta en castellano, con esfuerzo, y al ser preguntado sobre por qué la sección oficial de Cannes no es muy favorable al cine español, explica que, entre nuestros cineastas, “a veces ha existido la tradición de no ir al festival”.
Pregunta. ¿Quedaban muchos tesoros por recuperar de los Lumière que hacían obligatoria esta segunda película?
Respuesta. Hay mucho que decir todavía sobre ellos. Tengo el privilegio de conocer muy bien su patrimonio. Desde mi posición, debo cuidar de estas películas, las primeras que se hicieron en el mundo, y eso implica tanto restaurarlas como mostrarlas en la gran pantalla, el lugar al que pertenecen. En el año 1905 el cine de los Lumière desapareció de las salas de cine. Hasta 2016, con mi primera película, no habían regresado. Es algo emocionante.
P. Entre las 1.425 grabaciones restauradas de los Lumière, ¿cómo ha realizado la selección para ambas películas?
R. No tenía ni idea de cómo empezar esta segunda entrega para que no fuera como la primera. Aunque era consciente de que había dejado algunos temas en el tintero, lo cierto es que lo importante era reivindicar que ellos inventaron el cine, porque otros también desarrollaron la maquinaria para capturar la imagen en movimiento. Sin embargo, los Lumière fueron olvidados como cineastas, solo se hablaba de ellos por sus contribuciones técnicas.
P. En el filme, vemos como los hermanos experimentan con los travellings, la puesta en escena o los distintos tipos de planos. ¿Hasta qué punto cree que eran conscientes de que estaban cambiando el mundo?
R. Esa cuestión es muy interesante porque no hay documentos escritos de los hermanos, no hay archivos, no hay nada… Hay algunas cartas del año 1895, pero ya está. Del proceso de creación existe el testimonio de Louis al final de su vida, cuando ya era muy mayor y sus recuerdos no eran muy sólidos. Todo lo que aporto en el filme es pura hipótesis construida a partir de las obras, como si interpretas La Gioconda, de la que en realidad no sabemos nada, para hablar de Da Vinci. Existe la leyenda de que no creían en el futuro de su invento, pero es falso. No hubieran rodado más de mil películas si no hubieran creído en el cine.
El placer de lo antiguo
P. ¿Se les puede considerar como artistas?
R. El problema es que Louis era un hombre muy modesto y no se consideraba un artista. Y yo digo que sí lo era. No es verdad eso que se dice de que los Lumière inventaron el cine, pero que Georges Méliès fue el primer director. Se conocían, eran amigos. Creo que sería más justo equipar a los Lumière con Rossellini, porque registraban la realidad, y a Meliès con Fellini, porque la inventaban. Pero ambas posturas forman parte del cine. Ahora que las cosas van muy rápido, está bien sentarse en una sala para mirar otra vez esas películas antiguas, ese mundo en blanco y negro que nos provoca tanto placer. El cine de los Lumière nunca será “viejo”, del mismo modo que Shakespeare tampoco lo será. Al contrario, siempre será muy moderno.

Una imagen de 'Lumière, la aventura continúa'
P. ¿Cree que es importante educar al público en la historia del cine como hacemos con la literatura o la música?
R. Dentro de poco abriremos una plataforma para que todo el mundo pueda acceder a las películas de los Lumière. Es importante mostrar el cine desde la infancia. En el Instituto Lumière hacemos proyecciones para alumnos de colegios sin explicaciones ni conferencias. La idea es que simplemente sientan el placer de ver una buena película. Cuando era niño no me gustaba ir al cine con la escuela porque luego siempre había que hacer una tarea al respecto. Por eso lo hemos eliminado, para que disfruten sin más. ¡O se aburran! A veces aburrirse es bueno.
P. En la película dice que las obras de los hermanos tenían “belleza y verdad”. ¿Qué quiere decir?
R. Los Lumière expresan la verdad a través de la belleza y la belleza, a través de la verdad. Para ellos el mundo es bello, por eso sus películas son sinceras.
Españoles en Cannes
P. Hablemos de su labor en Cannes. ¿Por qué hay tan pocas películas españolas en la sección oficial?
R. Es muy importante que recibamos las películas, porque parece que no existe entre los cineastas españoles la tradición de ir a Cannes. Me gusta mucho vuestro país, vuestro idioma, y sin duda esperamos vuestras películas, claro que sí.
P. Se produce muchísimo contenido audiovisual. Como director del Festival de Cannes, ¿cree que va a ser cada vez más difícil distinguir el buen cine del que es del montón?
R. No, ese es mi trabajo. Acierte o me equivoque, tenemos el gusto que tenemos, que a mí me parece bueno. Creo que la prensa y el público nos dan la razón. De todos modos, al final será siempre el tiempo el que decida. La película francesa más famosa de la historia es La regla del juego, del año 39, de Jean Renoir. En su momento fue un gran fracaso. Así que también tenemos que ser humildes. Para mí lo fundamental de las películas de los Lumière sigue siendo su modernidad. Todo ha cambiado mucho desde 1895 y a veces hemos perdido el sentido de lo que es la imagen en movimiento. Y también nuestra capacidad para contar historias gracias a la estética. Pero creo que el cine protege su identidad. Es verdad que se produce mucho, pero sigue habiendo buen cine.