
El cineasta y también actor Brady Corbet, durante la presentación este viernes en Madrid de 'The Brutalist'. Foto: EFE/ Daniel González
Brady Corbet, director de 'The Brutalist': "En Estados Unidos está ocurriendo una nueva Revolución francesa"
El cineasta presenta su aclamada epopeya americana, con Adrien Brody como un arquitecto húngaro que huye del fascismo para toparse con el capitalismo.
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Brady Corbet (Arizona, 1988) es un tipo optimista. Motivos no le faltan, desde que estrenó en el Festival de Venecia The Brutalist, su tercera y probablemente su mejor película, no ha parado de cosechar halagos y premios: el León de Plata a la Mejor Dirección en la Biennale y dos Globos de Oro, uno a Mejor Director y otro a Mejor Película Dramática. Pronto serán los Oscars, donde es más que probable que el filme arrase en varias categorías, pero él tiene la cabeza en otro lado. Está cansado. "He estado en un avión subido desde principios de verano. Estoy en un período muy intenso de mi vida, pero quedan solo seis semanas y se acabó", confiesa aliviado a El Cultural.
Aterriza en Madrid una semana antes del estreno de la película en España, el 24 de enero, para presentarla en la Academia de Cine junto con su protagonista, Adrien Brody y acompañado de Juan Antonio Bayona. No es la primera vez que Corbet visita la ciudad, aunque siempre ha pasado más tiempo en Barcelona. Antes de darle un sorbo al té, el cineasta cuenta que está triste porque, en su corta visita a la capital, no va a coincidir con su amigo Albert Serra, a quien conoció siendo ambos jurados en la Berlinale. "Tengo muchas ganas de ver su película sobre los toros", asegura el cineasta.
Como el filme de Serra, The Brutalist posee grandes dosis de ambición. Requisito imprescindible para contar casi cuatro décadas en la vida de Lászlo Toth, un arquitecto húngaro formado en la Bauhaus que se fuga del fascismo de su país natal para darse de bruces con el capitalismo feroz estadounidense. Protagonizada también por Guy Pearce (Memento, LA Confidential) y Felicity Jones, la película tuvo un rodaje maratoniano de tan solo 33 días y 10 millones de dólares. Cifra escasa, si la comparamos con los 120 millones de Megalópolis (2024), la gran epopeya fallida de Francis Ford Coppola sobre un arquitecto futurista.
"No me gusta rodar durante mucho tiempo si no es necesario. Tener un poco más de dinero y tiempo habría hecho que el proceso fuera más tranquilo, pero cuanto mayor es el presupuesto, el dinero se gasta de manera diferente", señala Corbet, quien es de los que prefiere que "cada centavo termine en la pantalla" y que "la gente se sienta cuidada mientras trabaja en ella".
"Lamentablemente, muchas personas en esta película ganaron cero dólares: los productores, mi esposa (Mona Fastvold, guionista). Yo gané cero dólares haciendo la película. El único problema con eso es que si estás trabajando durante dos o tres años, ¿cómo pagas las cuentas? Así que los cineastas necesitan ganar suficiente dinero para poder mantenerse mientras hacen una película. Pero, aparte de eso, en nuestro rodaje todos fueron bien compensados y cuidados, pero no fue grotesco. Hay tantas películas en las que un actor gana entre 10 y 15 millones de dólares, o incluso más, en algunas pagan entre 30 y 80 millones de dólares. Es desmesurado", opina el cineasta.

El actor Adrien Brody (i) y el cineasta y también actor Brady Corbet. Foto: EFE/ Daniel González
Y añade: "En una industria donde todos hablan de paridad todo el tiempo, generalmente solo lo hablan en relación con el género, pero ¿qué pasa con la paridad entre el electricista y el actor principal? ¿Entre el director y los que están manejando los camiones? Creo en una verdadera paridad. Dependiendo de cuánto tiempo invierta alguien en el proyecto, eso es exactamente lo que deberíamos usar para evaluar lo que deberíamos pagarles".
Rodada gran parte en Hungría, como su primer trabajo, La infancia de un líder (2015), que cuenta la juventud de un futuro líder fascista, el filme abarca desde finales de los años cuarenta hasta la década de los ochenta. Si para su segunda película, Vox Lux (2018), donde captura el ascenso a la fama de una superestrella del pop, tanto Corbet como Fastvold tuvieron que rodearse de productores musicales, para The Brutalist contaron con la ayuda y testimonios de diseñadores y arquitectos de posguerra, como el del recientemente fallecido Jean-Louis Cohen.
Esta mezcla entre El manantial de King Vidor (1949) y el Fitzcarraldo de Werner Herzog (1982) se inspira en personajes como el diseñador húngaro y judío Marcel Lajos Breuer, que huyó de la Segunda Guerra Mundial y de los regímenes posteriores y llegó a los Estados Unidos con el fin de volver a reconstruir su vida. En la película, la primera vez que Lászlo pisa la tierra prometida, vemos la Estatua de la Libertad invertida. La banda sonora de Daniel Blumberg, una de las grandes joyas de la cinta, y una de las frases más célebres de Goethe terminan por prever el porvenir del protagonista: "Nadie es más esclavo que quien falsamente cree ser libre".
Pregunta. ¿Todavía hay gente que sigue creyendo en el sueño americano?
Respuesta. Sí, claro. Para algunas personas funciona y va muy bien, pero luego están todos los demás. Y los datos de nuestro país respaldan que solo funciona muy bien para el 1% de la población. Es una burbuja que va a estallar. Mira lo que está pasando ahora mismo con los incendios en Los Ángeles. Hay una actitud real que está apareciendo por todo Reddit y Twitter, donde la gente dice: 'Dejad arder a los ricos'. O como lo que pasó con el asesino del CEO de UnitedHealthcare (Luigi Mangione). Claro que hay una crisis, está ocurriendo una nueva Revolución francesa y tenemos que empezar a regular esto.
»No tengo problema con las personas que trabajan duro, ganan mucho dinero y eso les permite ciertas libertades. Pero la idea de que haya personas que ganan tanto dinero que pueden influir en los resultados de nuestras elecciones, obviamente es un gran problema. No soy anti-capitalista porque, lamentablemente, el capitalismo parece ser la única alternativa, incluso en países con sistemas socialistas democráticos, pero me gustaría ver un cambio hacia la protección de ciertos derechos humanos, la educación y la atención médica.
Aunque Corbet, bajo el influjo que supone estar releyendo desde hace años los manuscritos del Marqués de Sade, quien "sufrió mucho para proteger sus pensamientos y sus ideas", se muestra preocupado por el estado actual de la cultura, perjudicada en gran parte por el control de los algoritmos.
"Solo leemos las noticias que queremos leer, las que respaldan nuestra propia visión del mundo. Estamos en una especie de uróboro y es muy peligroso para las artes o el periodismo. Si todo el mundo tiene miedo de ser cancelado todo el tiempo, nunca van a compartir realmente sus perspectivas. Ahora se espera que tomes un bando en cinco minutos y que uses tus redes sociales para posicionarte. Espero que empecemos a alejarnos de esta dirección de condenar a las personas todo el tiempo y de llegar a conclusiones tan rápido, y nos acerquemos a como solía ser hace un siglo, cuando había foros donde los académicos se reunían para debatir ideas durante semanas y meses antes de llegar a una conclusión. Es muy importante que sigamos creando espacios seguros para compartir ideas".
Para este actor reconvertido en director—antes actuó bajo las órdenes de Michael Haneke y Gregg Araki—, "el cine es uno de los espacios más seguros para explorar ideas provocadoras". Y The Brutalist podría encajar perfectamente en su idea de provocación. Rodada en celuloide de 70 mm y en formato Vista Vision, inventado por la Paramount en la década de los 50 y prácticamente en desuso, la cinta de tres horas y media, con un intermedio de 15 minutos, tiene la pretensión de convertirse en un evento cinematográfico al nivel del Oppenheimer de Nolan.

Fotograma de 'El Brutalista'.
P. ¿Cree que convertir las películas en experiencias cinematográficas es la única forma de que la gente siga yendo a las salas de cine?
R. Realmente lo creo. No quiero decirle a un cineasta qué hacer. Si quieres rodar una película digitalmente, adelante. Hay muchas películas brillantes que se ruedan digitalmente que no podrían existir en otro formato. Muchas de Lars von Trier o la de Jonathan Glazer del año pasado (La zona de interés). Pero el celuloide versus el digital es la diferencia entre pintar con óleo y con acuarela. Son resultados muy, muy diferentes. ¿Puedes imaginarte ir a un museo y que todas las pinturas al óleo hayan sido arrancadas de las paredes? Creo que es una locura.
»Con IMAX, con 70 milímetros y con proyección de 35 milímetros, estamos viendo algo que no podemos ver en ningún otro lugar. Y creo que los DCP (Digital Cinema Packages) han llegado para quedarse. Son muy baratos de enviar a todo el mundo en comparación con el envío de latas pesadas de película. Pero es importante que se convierta en algo más estándar. En las últimas cuatro semanas hemos tenido funciones de 70mm agotadas en todo el mundo. Claramente funciona, a los espectadores les importa. Eso es lo que hace que la experiencia cinematográfica sea especial. También creo que tiene que ver con el intermedio, esa experiencia común de ver una película y poder tener una conversación sobre ella en mitad de la misma.
P. A diferencia de gran parte de la industria, parece que tiene esperanza en el futuro del cine.
R. Sí, la tengo. Porque si yo puedo hacerlo, cualquiera puede hacerlo. Hemos hecho la primera película independiente estadounidense en ser filmada y estrenada en un formato grande. Es una métrica revolucionaria, significa que en el futuro será accesible para personas que pensaban que no podían permitírselo. Tienes que hacer ciertos sacrificios para que suceda, pero es algo alcanzable.