Tang Wei y Park Hae-il,  en 'Decision  to Leave'

Tang Wei y Park Hae-il, en 'Decision to Leave'

Cine

'Decision to Leave', una filigrana visual entre 'Vértigo' e 'Instinto básico' de Park Chan-wook

Una perturbación psicológica pulcra y sofisticada repleta de suspense y romance. Es lo que nos presenta el coreano en un filme con el que conquistó el premio al Mejor Director en Cannes

20 enero, 2023 02:40

Esta película es, desde su mismo título, un poliedro reflectante. La decisión de abandono es la más difícil. Y en ella están suspendidos todos los personajes. También es posible que sus filigranas visuales y dramáticas expulsen al espectador incauto, alguno que no aprecie el extremo virtuosismo, con anabolizantes digitales, que el autor de Old Boy (2003) despliega con plena conciencia de que está en su mejor forma creativa.

En cuanto a gramática visual, Decision to Leave es el elefante blanco del cineasta que con mayor obsesión y estilizada ultraviolencia deflagró el cine del siglo XXI cuando casi todo en él eran relatos de venganza. Acaso solo los de Tarantino superaron a los de Park Chan-wook (Seúl, 1963) en cuanto a las influencias en las llamaradas de la posmodernidad, algunas de las cuales hoy se antojan inconsistentes o vacías.

Pero desde su inmersión vampírica con Thirst (2009) y la posterior cumbre alcanzada con el terror erótico de La doncella (2016), y su sugerente relectura moral y psicológica de la estética victoriana, el coreano ha conquistado una madurez que le permite sustituir el impacto por el virtuosismo de la puesta en escena, y ello sin perder un ápice de su energía y magnetismo.

Decíamos que la decisión de abandonar es la más difícil. Al menos para el inspector que se ve envuelto y arrastrado por la esquiva, perturbadora sensualidad impasible de la viuda negra. ¿Se trata de otra vuelta de tuerca a la gélida homicida del noir enfermizo? Más que eso.

El detective Jang Hae-joon (Park Hae-il) desarrolla su deseo a partir del pensamiento, y el cine hasta ahora no parecía haber traducido en imágenes esa clase de perturbación psicológica como lo hace Chan-wook. No de forma tan deslumbrante, tan inventiva, tan pulcra y sofisticada.

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La pulsión hacia Song (Tang Wei), principal y unívoca sospechosa de asesinato de sus dos maridos, es el centro de las tensiones, pero por encima o alrededor de ellos el coreano propone unas soluciones visuales que rompen y retuercen las dimensiones del espacio y del tiempo, reforzando así la laberíntica y malsana sensación de desconcierto que siente el protagonista.

Habrá una tercera y hasta una cuarta presencia ejerciendo su poder en esta relación de deseos imposibles. El detective Jang está felizmente casado. Y la decisión del abandono, tal y como le corresponde al detective y a la viuda homicida en un perpetuo trayecto de ida y vuelta, le corresponde asimismo a Jeong (Lee Jung-hyun), la cónyuge del inspector, que de formas insospechadas también acaba envuelta en el venenoso poliedro reflectante que construye el relato de Decision to Leave, escrito por el propio Chan-wook junto a la guionista Chung Seo-kyung mientras le encendían una vela a Hitchcock.

Barroquismo de relojería

El director coreano, que nunca ha sido especialmente comedido con la expresividad de las imágenes, logra que el barroquismo de su poética funcione como un verdadero mecanismo de relojería. La laberíntica trama tiene más que ver con la percepción de los personajes en un relato de obsesión enfermiza, insomne como su protagonista, que encuentra su lenguaje preciso a través de un montaje deslumbrante.

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Así, la forma y el fondo caminan por el alambre de la percepción neurótica, trazando un estimulante círculo entre Vértigo y la abrasiva Instinto básico. Una conquista que no pasó desapercibida para el jurado de Cannes, que premió al director.

En cierto modo, Decision to Leave no deja de ser una exploración sobre las posibilidades del relato cinematográfico, de cómo se percibe y de qué puertas abre al medio. Saltos temporales, desplazamientos espaciales, transiciones sonoras que transforman la imagen, ángulos y planos imposibles (como filmar desde los ojos de un cadáver) y rimas visuales…

Park Hae-il y Tang Wei en un momento del filme

Park Hae-il y Tang Wei en un momento del filme

Toda la incesante retórica visual del filme, que hará las delicias de Brian de Palma y hace palidecer las grandilocuentes estrategias espacio-temporales de Christopher Nolan, está al servicio de su elíptica trama y de unos personajes llenos de matices y posibilidades, en un mundo sometido al control de los dispositivos tecnológicos, que se convierten en otra forma de lenguaje, en el medio en sí mismo de la poética digital que se apropia del relato y se somete a una incesante mutación de puntos de vista.

Como en la mejor tradición del noir, nunca podemos confiar del todo en lo que estamos viendo ni en quién nos está contando la historia. El coreano entiende que la función del cine pasa por alterar nuestros sentidos y alimentarlos de nuevas realidades que solo el cine puede fabricar. Lo hace además con un sentido lúdico contagioso, tanto en la imagen como en el texto, como si el cine fuera todavía un medio lleno de posibilidades.