Un fotograma de 'Alegrías riojanas', dirigida por César Velasco Broca

Un fotograma de 'Alegrías riojanas', dirigida por César Velasco Broca

Cine

Velasco Broca: curas, marcianos, blemitas y la historia alternativa del cine

Poseedor de un universo único y difícil de descifrar, el director ha triunfado en el Festival de Sitges y de Austin con 'Alegrías riojanas', un “corto largo” que reivindica lo analógico

15 octubre, 2022 02:52

Las imágenes de Alegrías riojanas nos atrapan, nos seducen y nos conmueven pero antes de contestar “de qué va” probablemente la mayoría se lo pensará dos veces antes de contestar. Construida como un puzzle, vemos a un marciano con pinta de “marciano” a la antigua usanza, un cura poco ortodoxo, un oftalmólogo con problemas de pareja, un profeta con barba y levita, un “blemita” (o sea, un tipo con ojos en el pecho) y una pareja de intelectuales italianos. Ambientada en 1989, Velasco Broca (Amurrio, Alava 1978) recrea el imaginario audiovisual de la época en un trabajo que rezuma poesía aunque él diga que el cine es “un uno por ciento de poesía” y el resto es un “combate contra la realidad”, y una refrescante capacidad para crear asombro.

Dice el director: “Habla del cine y de la historia del cine. En Alegrías riojanas me pregunto cómo inscribirse en una tradición histórica. Es como una evolución alternativa de la historia del cine. Lo que yo digo es que a partir de 1960 podría haber ido por este lado. Para ello, hago un planteamiento formal de puesta en escena, montaje y sonoro”.

Asegura Velasco que no hay nostalgia en su mirada, aunque no oculta cierta decepción con el panorama actual: “Algo sucede más o menos en 1994 con la evolución del CGI (Computer-generated Imagery), o sea, los efectos visuales digitales. El punto de inflexión para mí es Jurassic Park (1993). En ese momento, entra en duda el carácter inicial de la huella cinematográfica y es sustituida por una representación pura”.

Lo simbólico y lo real

El fin del viejo “cartón piedra” ha procurado películas que reproducen con detalle desde el antiguo mundo romano a planetas alienígenas remotos pero en su perfección formal, en su ocultación del artificio, también quizá han perdido algo de su capacidad evocadora y poética. O al menos, algo parecido piensa Velasco Broca: “Para mí lo específico del cine no es la imagen en movimiento como su carácter fotográfico. Planteo otro tipo de evolución porque no estoy satisfecho con lo que hay. Es un lugar predigitalizado que estoy explorando. Es un sitio en el que el futuro se me antoja con cierto optimismo, con cierto asombro”.

El interés del cineasta por esa época también está relacionado con lo coreográfico: “Entonces había una máquina específica para cada una de las funciones, hoy todo se centraliza en el ordenador o el Iphone, sirve para trabajar, enviar un correo, ver futbol, hacer fotos. Es una centralización en un solo aparato, lo cual es muy poco cinematográfico. Antes, si te llamaban por teléfono, había que levantarse del sofá para ir a cogerlo y para poner un disco, lo mismo. Las acciones físicas actualmente están obsoletas y yo hago cine para que los personajes se desplacen por los espacios. No es nostalgia, es que necesito que se muevan”.

Con una duración de 25 minutos, Alegrías riojanas deja notar en cada plano un sofisticado trabajo de fotografía, sonido y puesta en escena: “Soy muy concienzudo, cada toma de decisión es el resultado de un trabajo anterior casi de años, plano a plano. Trabajo mucho previamente para evitarme los problemas durante los rodajes aunque hay un margen amplio de inventiva, de espontaneidad y de reacción. Se trata de domar la realidad a unos moldes preconcebidos por el guion, muy intangibles, que en el rodaje se convierten en problemas muy físicos”.

Además de director, Velasco Broca es profesor de Estética Cinematográfica en la ECAM, lo cual se nota en su discurso: “Se me ha intentado emparejar con el misticismo pero no es cierto, soy totalmente sensualista. Por eso hago cine. El cine es extraordinariamente físico. Lo simbólico parece muy abstracto pero tiene una parte matérica que es mucho más importante para mí. Lo simbólico llega porque es un ejercicio artístico. El cine es como un combate contra la realidad y tiene un uno por ciento de poesía”.

El testamento del futuro

Ganador de una Mención Especial en el Fantastic Fest de Austin en Texas y proyectado con aplausos en el Festival de Sitges, Velasco Broca se mueve en un terreno propio en el que abundan los iconos patrios como la presencia constante de símbolos católicos con elementos sobrenaturales como extraterrestres y monstruos varios: “La única escapatoria ni siquiera es la imaginación, es la fantasía, es lo que nos aboca a todos los grandes horrores. Busco un equilibro entre lo fantástico y lo real y ese equilibrio se llama el cine fantástico. Esto ha sido siempre un combate entre Los Lumière y Méliès en el que tiene que ganar Méliès".

Ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival Slamdance en 2010 y seleccionado en la Quincena de Realizadores, Avant Pétalos Grillados (2007) fue el lanzamiento internacional de un director único en el que se mezclan el costumbrismo castizo con un fantástico retrofuturista. Una vía experimental que reflexiona sobre las esencias patrias que ha hecho que con frecuencia se le asocie con otros cineastas rompedores como Ion de Sosa o Chema García Ibarra. “Más bien les he influido yo a ellos porque empecé antes”, contesta ufano.

Tras otros cortos como Val del Omar fuera de sus casillas (2010), Nuestra amiga la luna (2016) o Ayudar al ojo humano (2017), Broca cree llegado el momento de saltar al largometraje: “Le he dedicado cuatro años a Alegrías riojanas y me he dado cuenta que no soy un chaval. Por suerte he tenido más presupuesto pero el rodaje fue muy duro, las localizaciones tenían accesos muy difíciles. Tuvimos que ir con un grupo de espeleólogos. Una vez tienes esa maquinaria trabajando, con un mes más de rodaje tienes una película y consigues más visibilidad. Quiero que me vean y no ser un director de culto, me gustaría llegar al público”. El largo llegará pronto y se llamará, nada menos, El testamento del futuro.