Cine

El ángel y el relevo en el cine argentino

29 octubre, 2018 01:00

Luis Ortega, hijo del cantante Palito Ortega, dirige en El ángel a una dupla de apellidos también ilustres: Lorenzo Ferro, vástago del intérprete Rafael Ferro, y Chino Darín, heredero de Ricardo Darín. La película se basa muy libremente en la vida del sociópata más famoso de Argentina, Carlos Eduardo Robledo Puch.

En 1980 Carlos Eduardo Robledo Puch fue condenado a cadena perpetua por la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones de San Isidro, en la provincia argentina de Buenos Aires, por el asesinato de 11 personas -por la espalda o mientras dormían-, 17 robos, un intento de violación, dos raptos… Un historial que bien podría casar con el de un experimentado criminal a sueldo de la mafia, pero no tanto con el joven de 20 años de cara angelical y de familia bien estructurada que era Robledo Puch en el momento de cometer los crímenes. La truculenta historia saltó a la primera plana de los diarios tras la detención del homicida, la prensa sensacionalista se revolcó en ella y 'el Ángel Negro' o 'el Ángel de la Muerte', los dos apodos con los que comenzó a ser conocido, se convirtió en el sociópata más famoso de Argentina.

A día de hoy, Robledo Puch continúa en la cárcel, desde donde ha manifestado su rechazo al retrato que de él realiza la película El ángel, que se estrena ahora en España. Haciendo una demostración de su desmedido ego, el célebre recluso había imaginado que serían Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio quienes se pondrían al frente del proyecto que narrara sus terribles peripecias. Sin embargo, ha sido el director Luis Ortega (Buenos Aires, 1980), escasamente conocido hasta el momento en nuestro país, quien finalmente ha llevado su historia a la gran pantalla. Aunque algo de Scorsese, de su adrenalítico acercamiento a la violencia, sí que hay en esta crónica negra envuelta en una estética pop muy cuidada, con una banda sonora que incluye hits argentinos de los 70 de artistas como Billy Bond, Leonardo Favio, Johnny Tedesco o Palito Ortega, padre del director.

"Desde muy pequeño sentí atracción por la delincuencia", explica Luis Ortega. "Muchos personajes de películas foguearon esta fascinación y en gran parte me impactaban desde lo estético, pero de raíz correspondía a una demanda física de adrenalina. Al encarar la historia de un niño asesino devenido en ladrón decidí seguir la tradición del cine donde el acto de delinquir es una declaración de principios, una extensión de la infancia, una celebración, y no una experiencia necesariamente violenta o realista. De entrada, quise presentar el robo como un acto bello, como una ofrenda al espectador". El ángel es la séptima película de Ortega, pero es la primera de ellas que consigue una importante repercusión mediática -algo que en cambio sí logró con la serie de televisión Historia de un clan, de 2015-. Presentada con éxito en Cannes, en la sección Una cierta mirada, El ángel es la película del año en Argentina. Estrenada con 354 copias, en el momento en el que se escribe esta crónica ya ha congregado a más de un millon de espectadores en las salas de cine. Además, es el filme seleccionado para representar a Argentina en los premios Óscar. Bajo el ala de almodóvar La idea de la película se le ocurrió a Ortega leyendo El ángel negro, biografía de Robledo Puch escrita por Rodolfo Palacios -que se entrevistó con el reo hasta en 10 ocasiones-. Tras conseguir el visto bueno de su hermano Sebastián, director general de la productora independiente Underground, el ci- neasta comenzó a escribir el guion en compañía del propio Rodolfo Palacios y de Sergio Olguín, autor de la saga de novela negra protagonizada por la periodista e investigadora Verónica Rosenthal (La fragilidad de los cuerpos, No hay amores felices). Con el libreto bajo el brazo llamaron a la puerta de la poderosa productora argentina K&S, que rápidamente se mostró interesada. Poco después entraría en el proyecto El Deseo, la productora de los hermanos Almodóvar, que ha desarrollado dos de las películas más exitosas del cine argentino reciente: El clan (Pablo Trapero, 2015) y Relatos salvajes (Damián Szifrón, 2014). "Es la primera vez que hago una película con productores de verdad, por lo que he sentido otro nivel de responsabilidad", asegura Ortega. El filme, sin embargo, no trata de ser fiel a los hechos sino que, al modo en el que Arthur Penn recreó para el cine la sangrienta huida a ninguna parte de Bonnie and Clyde (1967), Ortega utiliza algunos datos de la historia real, pero otros los obvia, y dota a su Carlitos de ciertas virtudes que no tenía Robledo Puch. Por ejemplo, aunque rodaron la escena, Ortega de- cidió sacar del montaje final la recreación de una de las violaciones que el convicto sí cometió al considerar que no concordaba con el perfil psicológico que había creado para el protagonista de su ficción. En El ángel vemos a un personaje que se siente como un espía de Dios y que parece que actúa guiado por un orden superior. Es como si Carlitos pensara que todo lo que le rodea no fuera más que el escenario de una película. "Carlitos actúa como una estrella de cine", explica Ortega. "Como si creyera que le están filmando. Quiere impresionar a Dios, llamar su atención. Percibe que todo es una puesta en escena, que ni siquiera la muerte es real. Camina como él imagina que camina una leyenda, roba como un bailarín y desprecia la naturaleza por una sospecha prematura de que todo destino es una emboscada". Así, en uno de los momentos más significativos del filme, Carlitos regresa al bar donde horas antes ha tenido una pelea con un camarero y un portero. Ambos están durmiendo en la trastienda y el protagonista los mata fríamente con sus dos pistolas. Sin embargo, los mira incrédulo y divertido, sin acabar de creer-se que estén muertos. "Carlitos decide no reaccionar como se espera que reaccione un ser humano: desconfía de la legitimidad de aquello que puede producir una emoción, como la muerte de una persona". Ortega escribió los papeles de la madre de Carlitos y de su compinche Ramón, con el que mantiene una relación homoerótica de lo más ambigua, para Cecilia Roth y el Chino Darín -hijo de Ricardo Darín-, con los que ya había trabajado en Historia de un clan. Además reclutó para otros papeles a actores tan solventes como Mercedes Morán o Luis Gnecco. No fue tan fácil dar con el rostro de Carlitos, un personaje que delinque como si se tratara de un acto de celebración. Finalmente, Ortega se decidió por Lorenzo Ferro que, a pesar de ser hijo del actor argentino Rafael Ferro, no contaba con ninguna experiencia en la interpretación a sus 16 años. Ortega y Ferro ensayaron todos los días durante seis meses. "Trabajé con él hasta que tuvo la apariencia y la confianza de una estrella de cine", asegura Ortega.